consternacion de su amiga por su aspecto lamentable, sonrio y dijo para disculparse:

– Me temo que la hospitalidad no es el fuerte de esta casa, Fidelma. La buena abadesa no es partidaria de malgastar agua y jabon con alguien a quien le queda poco tiempo en este valle de lagrimas. -Callo un momento-. Pero me alegra tanto poder veros otra vez antes de partir.

Fidelma emitio un sonido inarticulado que podria haber sido un leve sollozo. Trato de disimular sus sentimientos con una mueca.

– A pesar de todo, ?estais bien, Eadulf? ?No os han tratado mal?

– Digamos que me trataron con mano dura… al principio -confeso Eadulf a media voz-. Dada la naturaleza del crimen del que se me acusa, los animos pueden llegar a caldearse. La novicia a la que violaron y mataron era una nina. Bueno, ?y como estais vos, Fidelma? Creia que estabais de peregrinaje en Iberia, en el sepulcro de Santiago.

Fidelma movio la mano para restar importancia al viaje.

– Volvi en cuanto me entere de lo ocurrido. Estoy aqui para ser tu abogada defensora.

Eadulf la miro con una sonrisa radiante, pero luego decayo y se puso serio.

– ?No os han dicho acaso que todo esta decidido? El supuesto juicio fue muy breve y manana me han convocado en ese patio de ahi -anuncio, senalando la ventana con la cabeza-. ?Habeis visto la horca?

– Si, ya me lo han dicho -respondio Fidelma.

Miro alrededor y decidio sentarse en el banco del que el se habia levantado. Eadulf se sento en la cama.

– Olvido mis modales en este lugar, Fidelma. Debiera haberos invitado a tomar asiento. -Trato de parecer gracioso, pero su voz sono apagada y decaida.

Fidelma se echo hacia atras, entrelazo las manos sobre el regazo y miro inquisitivamente a Eadulf.

– ?Habeis cometido el acto del que se os acusa? -pregunto de subito.

Eadulf no parpadeo al responder.

– ?Deus miseratur, claro que no! Teneis mi palabra, aunque me temo que carece de valor en este asunto.

Fidelma asintio moviendo ligeramente la cabeza: Eadulf le habia dado su palabra y ella la aceptaba.

– Contadme lo que sucedio. La ultima vez que os vi fue al irme de Cashel para tomar el barco de peregrinos a Iberia. Empezad por ahi.

Eadulf guardo silencio unos momentos, poniendo en orden sus pensamientos.

– No es nada complicado. Decidi hacer como me aconsejasteis, y regresar a Canterbury con el arzobispo Teodoro. Hace un ano que me marche de alli. Y ya no tenia razones para quedarme en Cashel.

Hizo una pausa, pero Fidelma, aunque cambio un poco de posicion, no hizo ningun comentario.

– Vuestro hermano me dio mensajes para Teodoro y los reyes sajones.

– ?Mensajes orales o escritos? -pregunto Fidelma.

– Un mensaje para Teodoro era por escrito. Los demas, para los reyes, eran orales, meros saludos y expresiones de amistad.

– ?Donde esta el mensaje escrito?

– La abadesa confisco mis pertenencias personales.

Fidelma reflexiono un momento y le pregunto:

– ?Llevabais algo que os identificara como techtaire?

Eadulf conocia la palabra y sonrio.

– Vuestro hermano me dio un baston blanco de oficio. Ahora que lo pienso, saque el baston y la carta de mi bolsa de viaje, y los escondi bajo la cama de la hospederia.

– Asi que a estas alturas ya los habran sacado de alli y estaran guardados con tus pertenencias.

– Supongo que si. Vuestro hermano me ofrecio un buen caballo. Sin embargo, como no sabia como ni cuando tendria ocasion de devolverle el gesto de cortesia, acepte un sitio libre en el carro de un mercader que se dirigia hacia Fearna. Sabia que desde aqui podria comprar un pasaje para una barcaza que me llevara rio abajo hasta el mar, donde pensaba buscar un barco mercante sajon para volver a mi pais. El viaje hasta aqui transcurrio sin incidentes.

Hizo una pausa para ordenar la secuencia de acontecimientos antes de reanudar el relato.

– Llegue a la abadia al atardecer y, naturalmente, pedi alojamiento para pasar la noche con la idea de tomar algun barco a la manana siguiente. Hable con la rechtaire, sor Etromma, que me pregunto que me traia por aqui. Le conte que iba de regreso a Canterbury. Me parecio que estaba de mas mencionar que era portador de un mensaje para el arzobispo. Me ofrecio una cama en la hospederia. Yo era el unico que se alojaba alli esa noche. Asisti a las oraciones, cene y me fui a la cama. Oh, y sor Etromma me presento a la abadesa Fainder, pero la abadesa tenia la cabeza en otra parte…, o simplemente no le gustan los sajones. Lo cierto es que no me hizo mucho caso.

– ?Y luego?

– Debia de ser de madrugada, puede que una hora antes de las primeras luces. Dormia profundamente, cuando me despertaron sacandome de la cama. Todo eran gritos, golpes y punetazos. No entendia que pasaba. Me arrastraron hasta esta celda y me encerraron…

Fidelma se inclino con interes.

– ?Alguien os explico que habia pasado? ?Alguien os acuso de algo u os dijo por que os estaban sacando de la cama a aquellas horas?

– Nadie me dio ninguna explicacion. Se limitaron a pegarme y a insultarme.

– ?Cuando fue la primera vez que supisteis de que os habian acusado?

– Poco despues. Hacia el mediodia, un tipo grandullon (el hermano Cett) entro en la celda. Exigi que me explicara que pasaba; casi al momento entro la abadesa Fainder con una nina. Iba vestida con la ropa de las novicias, pero parecia muy joven.

– ?Y luego que?

– La nina se limito a senalarme sin decir nada, y se la llevaron.

– ?Y no dijo nada? ?Nada en absoluto? -insistio Fidelma.

– No. Solo me senalo con el dedo -repitio Eadulf-. Luego salio la abadesa. Nadie dijo nada en ningun momento. Entonces el hermano Cett se retiro y cerro la puerta con cerrojo.

– ?Cuando os informaron exactamente del crimen del cual se os acusaba?

– No se me dijo hasta dos dias despues.

– ?Os dejaron encerrado aqui sin deciros nada durante dos dias? -Fidelma subio el tono, enfadada.

Eadulf la miro con una sonrisa compungida y anadio:

– Y sin agua ni comida. Ya os he dicho que la hospitalidad no es el fuerte de esta abadia.

Fidelma lo miro con consternacion.

– ?Como?

– Dos dias despues, el hermano Cett volvio a entrar y permitio que me lavara y comiera algo. Una hora despues, un hombre alto de aspecto cadaverico y voz crispada vino y me dijo que era el brehon del rey.

– ?El obispo Forbassach!

– El mismo, el obispo Forbassach. ?Le conoceis?

– Es un antiguo adversario mio. Pero proseguid.

– Ese mismo Forbassach me dijo que se me acusaba de violar y estrangular a una joven novicia de la abadia. Me quede sin habla. Le dije que habia ido a la abadia en busca de comida y una cama donde pasar la noche; que me habian despertado y agredido y que me habian metido en una celda durante dos dias.

»Me conto que me habian encontrado en la cama con sangre en la ropa y con un pedazo ensangrentado del habito de la novicia. -Apreto los labios-. Me parecio acertado decirle al obispo, sarcasticamente, que creia haberle oido decir que la nina habia sido estrangulada, de manera que era todo un milagro que hubieran hallado sangre en mi ropa. Pero la novicia era una virgen de doce anos. Para colmo de males, el obispo me comunico que un testigo habia presenciado la agresion.

– Me temo que las pruebas son condenatorias, Eadulf -anuncio Fidelma-. ?Teneis alguna explicacion sobre que puede haber sucedido?

Eadulf bajo la cabeza.

– No, ninguna. Pense que era una pesadilla -murmuro.

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