principales de la fortaleza. El palacio parecia curiosamente vacio en comparacion con el gentio que solia abarrotar el castillo de su hermano. Aqui y alla habia guardas aislados de pie. Unos pocos hombres y mujeres (criados, a juzgar por la evidencia) correteaban de aca para alla, cada uno con su labor asignada, pero no se oia charlar ni reir a nadie, ni tampoco ninos que jugaran. Cierto que Fianamail era joven y soltero todavia, pero no dejaba de ser extrano que faltara en el palacio dinamismo, asi como el calor de la vida y la actividad familiar.
Fianamail la esperaba en una pequena sala de recepcion, sentado ante un resplandeciente fuego de lena. Aun no habia cumplido los veinte anos. Tenia el pelo rojizo y la astucia de un zorro. Unos ojos juntos le concedian una expresion maligna. Habia sucedido a su primo Faelan como rey de Laigin tras fallecer este de peste amarilla un ano atras. Era exaltado y ambicioso y, segun Fidelma habian observado en el previo y unico encuentro que habian tenido un ano atras, se dejaba enganar facilmente por sus consejeros a causa de su propia arrogancia. Fianamail habia cometido la necedad de aprobar una conspiracion para arrebatar a Cashel el control del subreino de Osraige y anexionarlo a Laigin. Fidelma habia denunciado la conspiracion durante una audiencia con el rey supremo en persona en la abadia de Ros Ailithir. En consecuencia, el jefe
No se levanto cuando Fidelma entro en la sala, como habrian dictado las mas elementales normas de cortesia; se limito a indicarle con una mano mustia que tomara asiento en el extremo opuesto del gran hogar.
– Os recuerdo muy bien, Fidelma de Cashel -dijo a modo de saludo sin asomo de sonrisa o calidez en sus rasgos flacos y astutos.
– Y yo a vos -respondio Fidelma con identica frialdad.
– ?Puedo ofreceros algun refrigerio? -sugirio el joven senalando con languidez una mesa con vino y aguamiel.
Fidelma nego con la cabeza.
– El asunto que deseo discutir es apremiante.
– ?Apremiante? -Fianamail alzo las cejas para expresar curiosidad-. ?Y que puede ser tan apremiante?
– La condena del hermano Eadulf de Seaxmund's Ham. ?Acaso no recibisteis los mensajes de mi hermano en los que expresaba la inquietud de Cashel al respecto y en los que os pedia…?
Fianamail se puso en pie de repente con el ceno fruncido.
– ?Eadulf? ?El sajon? Recibi un mensaje, pero no lo comprendi. ?A que se debe el interes de Cashel por el sajon?
– El hermano Eadulf de Seaxmund's Ham es el emisario entre mi hermano y Teodoro de Canterbury - confirmo-. He venido aqui para defenderle contra el cargo del que se le acusa.
Fianamail abrio ligeramente la boca en lo que parecio a Fidelma un gesto de jubilo.
– He retrasado el juicio en la medida en que he podido por deferencia a vuestro hermano el rey. Pero, ay, el tiempo ha ido pasando.
Fidelma empezo a sentir cada vez mas frio.
– De camino hacia aqui oimos rumores de que ya habia sido juzgado. Tras la intervencion de mi hermano, bien podria haberse retrasado hasta mi llegada.
– Ni siquiera un rey puede aplazar un juicio indefinidamente. El rumor que oisteis es cierto: ya ha sido juzgado y ha sido declarado culpable. Ya no hay nada que hacer. Ya no necesita vuestra defensa.
Capitulo III
Fidelma palidecio, reflejando asi la terrible angustia que la carcomia. Fue como si su cuerpo hubiera quedado exangue.
– ?Ya no hay nada que hacer? ?Quereis decir que…? -Trago saliva, casi incapaz de articular la pregunta que mas deseaba hacer.
– El sajon sera ejecutado manana al mediodia -le anuncio Fianamail con indiferencia.
Una sensacion de alivio invadio a Fidelma.
– Entonces, ?todavia no esta muerto? -Las palabras brotaron como un suspiro tremulo.
Cerro los ojos para recrearse en ese momento de consuelo.
Ajeno, al parecer, a las emociones de Fidelma, el joven rey dio una patada a un tronco del fuego.
– Practicamente ya lo esta. El caso se ha cerrado. Habeis viajado desde tan lejos en balde.
Sin levantarse, Fidelma se inclino hacia delante y miro de frente a Fianamail.
– En lo que a mi concierne, el caso no esta cerrado todavia. De camino hacia aqui he oido una historia que no aceptaria de un rey de Laigin. Se me dijo que habiais rechazado la ley tradicional y que habiais decretado que debia aprobarse el castigo establecido por los nuevos Penitenciales de Roma. ?Es verdad que habeis anunciado tal desproposito?
Fianamail seguia sonriendo, pero sin amabilidad alguna.
– El castigo decretado es la ejecucion, Fidelma de Cashel. Tal decision se ha tomado. Para ello me he dejado asesorar por mi consejero espiritual y por mi
– Creo que olvidais la ley, Fianamail de Laigin. Incluso los Penitenciales reconocen el derecho de apelacion.
– ?Apelacion? -repitio Fianamail, asombrado-. Pero el
– Existe otro juez por encima de vuestro
– ?Que razones aduciriais para hacer esa apelacion al jefe
Su sonrisa confiada desperto la ira de Fidelma, pero esta se domino.
– Mientras investigo este asunto, os pediria que suspendierais la ejecucion de la sentencia aduciendo que cabe la posibilidad de que no se haya defendido correctamente al hermano Eadulf de Seaxmund's Ham y que el tribunal que lo ha juzgado podria no haber tenido en cuenta la totalidad de sus derechos.
Fianamail se echo atras contra el respaldo con un claro gesto de desden.
– Parece una peticion propia de una persona desesperada, Fidelma de Cashel. La de alguien que se agarra a un clavo ardiendo. Bien, pues ahora no teneis a nadie a quien apelar, nadie a quien podais convencer como hicisteis en Ros Ailithir contra mi y el obispo Forbassach. Aqui soy yo la unica autoridad.
Fidelma sabia que no serviria de nada apelar al sentido de moralidad de Fianamail, pues el joven tenia sed de venganza, de modo que cambio de tactica. Para ello levanto el tono de voz y dijo:
– Vos sois rey, Fianamail, y pese a vuestro antagonismo hacia Cashel, debeis conduciros como tal, pues si no lo haceis, las propias losas sobre las que caminais alzaran su voz para denunciar vuestra injusticia y maldad.
Fianamail se removio ligeramente, incomodo ante la vehemencia de su prima y dijo a su vez de mala gana:
– Hablo como rey, Fidelma de Cashel. Me han dicho que al sajon se le ofrecieron ocasiones de sobra para defenderse.
Fidelma aprovecho aquellas palabras.
–