de mi para siempre.

Nunca volveria a ver a Godwin ni a Rosa. Nunca volveria a ver a Fluria ni a Meir. Lo sabia de cierto.

Sabia que nunca, nunca en mi vida, volveria a ver a las unicas personas que habia realmente conocido y amado. Se habian ido lejos de mi; estabamos separados por siglos, y yo no podia hacer nada, y cuanto mas pensaba en ello mas me preguntaba si volveria a ver a Malaquias alguna vez.

No se cuanto tiempo me quede alli.

En algun momento me di cuenta de que se estaba haciendo de noche.

Habia dicho al Senor una y otra vez cuanto lamentaba el mal que habia hecho, y le pregunte si los angeles me habian infundido una ilusion para mostrarme el error de mi conducta, o bien si habia estado en realidad en Norwich y en Paris; y le confese que, tanto si habia estado alli como si no, no era merecedor de la gracia que habia recibido.

Por fin sali de alli y volvi a la Posada de la Mision.

Habia oscurecido ya, porque era primavera y anochecia pronto. Me encerre en la suite Amistad y me puse a trabajar con el ordenador.

No me fue dificil encontrar imagenes de Norwich, fotografias del castillo y de la catedral, pero el castillo de las fotografias era radicalmente diferente de la vieja construccion normanda que yo habia visto. En cuanto a la catedral, la habian ampliado considerablemente desde mi visita.

Teclee «judios de Norwich» y lei con una vaga aprension toda la horrible historia del martirio del pequeno san Guillermo.

Luego, con manos temblorosas, teclee Meir de Norwich. Para mi completo asombro, habia mas de un articulo sobre el. Meir, el poeta de Norwich, habia sido una persona real.

Me recoste en mi asiento, sencillamente atonito. Y durante un largo rato fui incapaz de hacer nada. Luego lei aquellos breves articulos y supe que el hombre era conocido solo por un manuscrito con poemas en hebreo en el que se identificaba a si mismo, un manuscrito conservado en los Museos Vaticanos.

Despues de eso teclee muchos nombres diferentes, pero no aparecio nada importante que pudiera relacionar con lo que me ocurrio. No habia ninguna historia sobre la muerte de mas ninos.

Pero la triste historia de los judios en la Inglaterra de la Edad Media llego muy pronto a una brusca conclusion en 1290, cuando todos los judios fueron expulsados de la isla.

Me recoste de nuevo en mi asiento.

Habia hecho ya suficientes busquedas, y lo que pude saber es que el pequeno san Guillermo tuvo la particularidad de ser el primer caso de un asesinato ritual atribuido a los judios, una acusacion que se repitio una vez tras otra a lo largo de la Edad Media e incluso despues. Y que Inglaterra fue el primer pais que expulso a los judios en bloque. Habia habido antes expulsiones de ciudades y territorios, pero el primer pais fue Inglaterra.

Sabia lo que vino despues. Los judios fueron acogidos de nuevo, siglos mas tarde, por Oliver Cromwell, porque Oliver Cromwell creia que el fin del mundo era inminente y que la conversion de los judios iba a representar un papel en ese proceso.

Cuando apague el ordenador me dolian los ojos; me eche en la cama y dormi muchas horas.

Me desperte temprano, la manana siguiente. Eran las tres de la madrugada, en el despertador. Eso queria decir que eran las seis de la manana en Nueva York, y el Hombre Justo estaria en su oficina.

Abri mi telefono movil, prepago como los que siempre he utilizado, y marque su numero.

En cuanto oi su voz, dije:

– Mira, no voy a volver a matar nunca. Nunca volvere a hacer dano a nadie si puedo impedirlo. Ya no soy tu francotirador de la aguja. Se acabo.

– Quiero que vengas aqui, hijo -replico.

– ?Por que, para matarme?

– Lucky, ?como puedes pensar una cosa asi? -dijo. Parecia sincero y un poco dolido-. Hijo, estoy preocupado por lo que puedas hacerte a ti mismo. Siempre me ha preocupado esa cuestion.

– Bueno, pues no tienes por que preocuparte mas -dije-. Hay algo que quiero hacer.

– ?Que es?

– Escribir un libro sobre una cosa que me ha ocurrido. ?Oh, no te preocupes!, no tiene nada que ver contigo ni con nada que me hayas pedido que haga. Todo eso quedara en secreto, como siempre lo ha estado. Puedes decir que sigo el consejo del padre de Hamlet. Dejo que sea el cielo quien te juzgue.

– Lucky, tu no estas bien de la cabeza.

– Si que lo estoy -dije.

– Hijo, ?cuantas veces he intentado decirte que trabajabas para los Chicos Buenos, todo el tiempo? ?Tengo que decirtelo con todas las palabras? Has estado trabajando para tu pais.

– Eso no cambia nada -dije-. Te deseo suerte. Y hablando de suerte, quiero revelarte mi nombre autentico. Me llamo Toby O’Dare y naci en Nueva Orleans.

– ?Que te ha ocurrido, hijo?

– ?Sabias como me llamaba?

– No. Nunca pudimos seguir tu rastro de antes de tus amigos de Nueva York. No tienes por que contarme esas cosas. No voy a utilizarlas. Esta es una organizacion que puedes abandonar cuando quieras, hijo. Puedes marcharte. Lo unico que deseo es estar seguro de que sabes bien adonde vas.

Me eche a reir.

Por primera vez desde mi regreso, me eche a reir.

– Te quiero, hijo -dijo.

– Si, lo se, jefe. Y en cierta manera, yo tambien te quiero. Ese es el misterio. Pero no sirvo para lo que quieres ahora. Voy a hacer algo de provecho con mi vida, aunque solo sea escribir un libro.

– ?Me llamaras de vez en cuando?

– No lo creo, pero siempre puedes echar un vistazo a las librerias, jefe. ?Quien sabe? Puede que encuentres mi nombre en una portada, algun dia. Voy a ponerme con eso ahora. Quiero decirte…, bueno, no ha sido culpa tuya en lo que me converti. Todo fue cosa mia. En cierto modo me salvaste, jefe. Podia haberse cruzado en mi camino alguien mucho peor, y todo habria sido una calamidad aun mayor de como ha sido. Buena suerte, jefe.

Cerre el telefono antes de que pudiera decir nada.

Durante las dos semanas siguientes vivi en la Posada de la Mision, y escribi en mi portatil toda la historia de lo sucedido.

Escribi como se me aparecio Malaquias, y la version de mi vida que el me conto.

Escribi todo lo que habia hecho, en la medida en que pude recordarlo. Me dolio tanto describir a Fluria y a Godwin que a duras penas pude soportarlo, pero escribir me parecio el unico camino posible, de modo que segui haciendolo.

Finalmente inclui las notas acerca de los datos reales que pude reunir sobre los judios de Norwich, los libros que trataban sobre ellos, y el dato sugerente de que Meir, el poeta de Norwich, habia existido en realidad.

Para terminar escribi el titulo del libro, y este fue La hora del angel.

Eran las cuatro de la madrugada cuando por fin acabe de escribir.

Sali a la galeria, la encontre completamente a oscuras y desierta, y me sente a la mesa de hierro, sencillamente a pensar, a esperar que el cielo se iluminara, que los pajaros iniciaran sus inevitables cantos.

Podia haber llorado de nuevo, pero por el momento me parecio que no me quedaban mas lagrimas.

La realidad, para mi, era esta: que no sabia si todo aquello habia ocurrido o no. No sabia si era un sueno imaginado por mi, o inducido por alguien situado cerca de mi. Solo sabia que me habia cambiado por completo y que haria cualquier cosa, cualquiera, por ver otra vez a Malaquias, por oir su voz, simplemente por mirarlo a los ojos. Simplemente por saber que todo habia sido real, o por perder la sensacion de que todo habia sido innegablemente real, de que me estaba volviendo loco.

Habia otra idea que me rondaba, pero no consegui precisar cual era. Me puse a rezar. Pedi de nuevo a Dios que me perdonara todas las cosas que habia hecho. Pense en los rostros que habia visto entre el gentio e hice un profundo acto de contricion por cada uno de ellos. El hecho de poder recordarlos a todos, incluso a los hombres a los que mate primero, tantos anos atras, me dejo asombrado.

Luego rece en voz alta:

– Malaquias, no me dejes solo. Vuelve, aunque solo sea para orientarme sobre lo que debo hacer ahora. Se

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