Steven Saylor
Asesinato en la Via Apia
Murder on the Apian Way
Traduccion de M? Luz Garcia de la Hoz
Copyright © Steven Saylor,1996
Copyright © Emece Editores, 1998
Nota sobre las horas del dia romano
Los antiguos romanos no dividian el dia como nosotros en grupos de horas vinculados a la «madrugada», la «manana», la «tarde» y la «noche», sino que comenzaban por la salida del sol, de tal manera que cuando un romano hablaba de la primera hora del dia se referia literalmente a la primera hora de luz solar; y la primera hora de la noche era la primera hora de oscuridad. La siguiente lista es una somera aproximacion a las equivalencias horarias del dia, sacadas de fuentes historicas y utilizadas en
7 de la manana hora prima del dia
8 de la manana hora segunda del dia
9 de la manana hora tercia del dia
10 de la manana hora cuarta del dia
11 de la manana hora quinta del dia
MEDIODIA hora sexta del dia
1 de la tarde hora septima del dia
2 de la tarde hora octava del dia
3 de la tarde hora nona del dia
4 de la tarde hora decima del dia
5 de la tarde hora undecima del dia
6 de la tarde hora duodecima del dia
7 de la tarde hora prima de la noche
8 de la noche hora segunda de la noche
9 de la noche hora tercia de la noche
10 de la noche hora cuarta de la noche
11 de la noche hora quinta de la noche
MEDIANOCHE hora sexta de la noche
1 de la madrugada hora septima de la noche
2 de la madrugada hora octava de la noche
3 de la madrugada hora nona de la noche
4 de la madrugada hora decima de la noche
5 de la manana hora undecima de la noche
6 de la manana hora duodecima de la noche
DION CASIO,
PROCOPIO,
PLUTARCO,
Primera parte. Sublevacion
Capitulo 1
?Despierta, papa!
Una mano me sacudio el hombro suavemente. Me aparte y senti un aire frio en la nuca al deslizarseme la manta. La recupere de un tiron y me acurruque en busca del calor perdido. Alargue el brazo pensando en Bethesda, pero solo encontre un calido vacio donde deberia haber estado ella.
– Vamos, papa, sera mejor que te levantes. -Eco volvio a sacudirme, pero esta vez con menos suavidad.
– Vamos, marido, levantate -dijo Bethesda.
?Que sueno es mas profundo que el de una fria noche de enero, con el cielo cubierto de nubes amenazadoras y la tierra temblando a tus pies? Ni siquiera los gimoteos de mi hijo y de mi esposa impidieron que volviera a caer en brazos de Morfeo con la misma facilidad con que caeria un nino en una blanda cama de plumas de ganso. Era