podria interpretar un papel de mayor importancia.
– ?Que ha pensado usted? ?Enviarle en una gira pronunciando discursos por todo el estado?
– No, eso tendria apariencia de propaganda programada. -El presidente reflexiono unos instantes.- Algo que resultara menos obvio. -Wadsworth chasqueo los dedos.- Acabo de acordarme. Ayer se me ocurrio una idea. Si, caso de que pudiera arreglarse… Le pedi a la senorita Ledger que lo comprobara. Mire, Vernon, se me ocurrio pensar que si Collins
Llamo a la senorita Ledger.
Casi inmediatamente se abrio la puerta del extremo mas alejado del salon y aparecio la secretaria.
– Senorita Ledger, ?recuerda usted…? Ayer, cuando me marchaba, le pedi que echara un vistazo a todas las convenciones que estan programadas en California… algo que tuviera lugar en el transcurso de las proximas dos semanas, algun acontecimiento en el que fuera logico que el secretario de Justicia tomara la palabra.
– Si -dijo ella-. Hace una hora he recibido una respuesta a mis averiguaciones. No queria molestarle.
– Bien, ?hay alguna cosa?
– Ha tenido usted suerte, senor presidente. La Asociacion Norteamericana de Abogacia celebrara su reunion anual en Los Angeles de lunes a viernes.
El presidente se levanto satisfecho.
– Perfecto. Lo que se dice estupendo. El presidente de la Asociacion Norteamericana de Abogados es un viejo amigo mio; llamele usted inmediatamente y digale que le agradeceria mucho que invitara al secretario de Justicia Collins en calidad de principal orador el ultimo dia de la convencion.
La senorita Ledger adopto una expresion preocupada.
– No sera facil, senor presidente. He sabido que ya tienen confeccionada toda la lista de oradores invitados, y el viernes por la tarde va a pronunciar un discurso el presidente del Tribunal Supremo John G. Maynard.
– ?Y eso que mas da? -dijo el presidente-. Ahora tendran a dos oradores invitados. El secretario de Justicia Collins puede hablar antes o despues que el presidente del Tribunal Supremo. Digale que si aceptaran la propuesta lo consideraria como un favor personal.
– Llamare en seguida, senor presidente.
La senorita Ledger regreso a su despacho, y el presidente Wadsworth permanecio en pie.
– Bueno, eso ya esta arreglado -dijo. Informare a Collins. Le dire que pronuncie un completo discurso acerca del cambio en la forma de abordar la criminalidad. Podra aludir a la Enmienda XXXV como la esperanza del futuro y referirse al historico papel que interpretara California al ratificarla. Supongo que se hallaran presentes entre el publico numerosos legisladores del estado. Tal vez Collins pueda organizar despues una pequena reunion informal con ellos y efectuar una sutil labor de cabildeo. Bueno, creo que eso ya esta resuelto… -El presidente estaba contemplando distraidamente los memorandos que tenia esparcidos sobre el escritorio. Subitamente, tomo un papel.- Casi lo habia olvidado, Vernon. Hay otra cuestion. El programa de television. ?Le he hablado de el?
– No, senor presidente.
– Hay una cadena nacional de television que transmite semanalmente un programa acerca de algun tema de importancia local. Una tal senorita… senorita… -Busco en el memorando. Monica Evans, la productora de este programa de media hora de duracion, ha telefoneado a McKnight. Segun parece, es una antigua amiga suya. Tienen proyectado grabar un debate en Los Angeles a finales de la proxima semana acerca de la conveniencia o no de que California ratifique la Enmienda XXXV. El programa se llama «En busca de la verdad». Invitan a dos personalidades y cada una de ellas expone una opinion distinta acerca de algun tema controvertido. ?Lo ha visto usted?
– Me temo que si -dijo Tynan haciendo una mueca.
– Pues bien, en este programa solicitan su presencia, Vernon. Quieren que aporte usted argumentos en favor de la Enmienda XXXV. Coincidiria con el dia en que Chris pronunciaria su discurso en la Asociacion Norteamericana de Abogacia. Podrian ustedes efectuar el viaje juntos. Creo que esta aparicion seria importante para nosotros.
– ?Quien representara al otro bando? -pregunto Tynan. ?Quien sera el otro invitado?
El presidente volvio a consultar el memorando.
– Tony Pierce -contesto.
Tynan dio un salto en su asiento.
– Perdoneme, senor presidente -dijo-, pero creo que seria un error que el director del FBI apareciera en el mismo programa que un antiguo agente que ha sido un traidor a la Oficina. No me parece oportuno contribuir a conferir dignidad a las opiniones de un sucio comunista como Pierce apareciendo en el mismo programa que el.
El presidente se encogio de hombros.
– Si tanto le molesta, Vernon, no insistire. Pero creo que seria importante, extremadamente importante, que expusieramos nuestros puntos de vista en un programa nacional de television como ese. Habria que presentar a alguien de nuestro equipo.
– ?Y por que no Collins? -sugirio Tynan-. De todos modos, va a encontrarse en Los Angeles. Podria aparecer en el programa y pronunciar el discurso. En su calidad de secretario de Justicia, lo mas probable es que los responsables del programa le acepten de buen grado.
– Buena idea -dijo el presidente complacido-. Muy buena idea. Le dire a McKnight que llame a esa senorita Evans y le confirme la presencia de Collins como sustituto. -Ladeo la cabeza con gesto pensativo.- Bueno, Collins va a tener mucho que hacer en favor de nuestra causa. Nos va a ser muy util.
Extendio la mano y Tynan se levanto presuroso para estrecharsela.
– Estoy seguro de que si, senor presidente -dijo.
– Gracias por todo, Vernon -dijo el presidente esbozando una sonrisa-. Bueno, pues alla vamos, California. - Extendio la mano hacia el telefono.- Y alla va usted tambien, secretario de Justicia Collins.
En su despacho del Departamento de Justicia, sosteniendo el telefono entre el oido y el hombro, Chris Collins anoto los detalles mas importantes de las instrucciones del presidente en la hoja de papel que tenia delante.
Aunque simulara mostrarse complacido ante las propuestas del presidente, a Collins no le gustaba lo que habia escuchado. No le importaba trasladarse a California. Tendria la posibilidad de pasar una semana en casa, podria ver a su hijo mayor, conversar con los amigos y tomar un poco el sol. Lo que no le gustaba era verse obligado a defender la Enmienda XXXV en publico y discutirla con alguien como Tony Pierce en un programa de television de alcance nacional. Habia visto a menudo el programa «En busca de la verdad» y le habia gustado, pero sabia que los invitados al mismo no podian andarse por las ramas ni refugiarse en las ambiguedades. Los debates, conducian con frecuencia a terribles disputas y a posiciones encontradas, razon por la cual su situacion en el programa tal vez le resultara muy comprometida.
A Collins le desagradaba igualmente tener que tomar la palabra en la misma tribuna que el presidente del Tribunal Supremo Maynard, un hombre cuyas creencias liberales respetaba y cuyos veredictos en favor de los derechos civiles admiraba, y verse obligado, en presencia de Maynard, a tomar publicamente partido en favor de la Enmienda XXXV. Hasta entonces Collins habia logrado no comprometerse demasiado con la politica seguida por la administracion. Ahora tendria que definirse, tendria que interpretar el papel de portavoz del presidente. Tener que hacerlo en presencia del presidente del Tribunal Supremo Maynard le resultaria sumamente embarazoso. Y, sin embargo, no le quedaba ninguna otra alternativa.
– Bueno, pues eso es todo, Chris -le oyo decir al presidente-. ?Lo ha anotado con claridad?
– Creo que si, senor presidente. El proximo viernes. Los Angeles. A la una en punto de la tarde, «En busca de la verdad» en los estudios de la cadena. A las tres de la tarde, Asociacion Norteamericana de Abogacia, hotel Century Plaza.
– Preparese bien para los dos acontecimientos. No permita que Pierce pisotee la Enmienda XXXV. Aticele fuerte.
– Hare todo lo que pueda, senor presidente -dijo Collins tragando saliva.
– En cuanto a la Asociacion Norteamericana de Abogacia, prepare un discurso solido, Chris. Va a ser un publico muy distinto al de la television. Va a estar lleno de profesionales. No les de en seguida en la cabeza con la Enmienda XXXV. Guardesela para una convincente conclusion. Deposite el destino de la nacion en la sabiduria de California.