sentado, pero se hallaba de pie paseando muy nervioso por la estancia. Karen se encontraba junto a la mesita colocando la bandeja del desayuno.
– ?Que tal, Donald? -dijo Collins saludando a Radenbaugh-. No le esperaba. ?Conoce a mi esposa…?
Radenbaugh se detuvo como si no le hubiera oido, pero Karen dijo que ya se habian presentado mutuamente. Despues anadio:
– Les he traido zumo de frutas, cafe y tostadas. Ahora les dejo solos para que puedan hablar.
Karen salio de la estancia.
Radenbaugh miro fijamente a Collins con el rostro desencajado por la angustia.
– Malas noticias -dijo al final-, muy malas noticias, Chris.-Antes de que Collins pudiera reaccionar, Radenbaugh prosiguio rapidamente.- Llevan anunciandolo por television desde las seis de la manana. Siempre pongo el aparato cuando me levanto. He intentado llamarle inmediatamente, pero habia perdido su numero y este no figuraba en la guia. Por eso he venido en seguida.
Collins permanecio inmovil. Presentia la llegada de un desastre.
– ?De que se trata, Donald? Le veo muy agitado.
– La peor noticia que pueda imaginarse. -Radenbaugh respiraba como un asmatico.- Chris, no se como decirselo…
– Maldita sea, ?que ha sucedido?
– El presidente del Tribunal Supremo, Maynard, y su esposa…han sido asesinados en sus lechos la noche pasada… asesinados por un vulgar ladron.
Collins experimento la sensacion de que las rodillas se le licuaban.
– ?Maynard… asesinado? No… no puedo creerlo.
– En Palm Springs, California, hacia las dos de la madrugada. Maynard y su esposa Abigail se encontraban durmiendo. Segun la reconstruccion del crimen, alguien debio entrar a traves de la puerta de servicio. La persona en cuestion penetro en el dormitorio. Al parecer, Maynard se desperto. Intento levantarse de la cama o efectuar algun movimiento. El pistolero efectuo dos disparos con un revolver Walther P-38 de 9 milimetros y le alcanzo en el torax y la cabeza… matandole instantaneamente. Entonces se desperto la senora Maynard y el asesino le disparo por tres veces…
– ?Dios mio, jamas habia oido nada igual!
– La noticia me ha trastornado. No sabia como decirselo.
Desesperado, Collins empezo a pasear por la estancia golpeandose constantemente la palma de una mano con el puno de la otra.
– Que tragedia, Dios mio. ?Quien hubiera podido imaginarlo? Me refiero no solo a este absurdo asesinato de uno de los mas grandes hombres de la nacion, uno de los mas grandes, sin lugar a dudas, sino tambien a la destruccion de nuestra ultima esperanza de poner termino a esta amenaza potencial de dictadura. Maldita sea, ?adonde ira a parar este pais?
– Querra usted decir adonde ha ido -dijo Radenbaugh ?Donde esta el televisor?
– Alli -repuso Collins dirigiendose hacia el pasillo.
– Supongo que llevan anunciandolo directamente desde Palm Springs desde las seis de esta manana -dijo Radenbaugh siguiendole-. Vamos a ver que dicen.
Entraron en el estudio, cuyas paredes revestidas de madera se hallaban repletas de estanterias de libros. Radenbaugh se acomodo en el sofa mientras Collins conectaba el aparato, esperaba y ajustaba la imagen y el sonido.
Collins acerco un sillon al televisor y contemplo anonadado lo que estaba ocurriendo en la pantalla.
La camara enfocaba la fachada de la casa en la que habia tenido lugar la tragedia. Un cordon de policia impedia el acceso a la calzada de entrada de la vivienda. Unos agentes de paisano entraban y salian constantemente por la puerta principal. A un lado podia verse a un numeroso grupo de vecinos, muchos de ellos todavia con prendas de dormir, observando aterrados la escena.
Ahora la camara de la unidad movil enfoco en primer plano al reportero de la cadena.
«Este es el escenario en el que ha ocurrido la tragedia hace escasamente tres horas -anuncio el reportero de la cadena-. Aqui, en esta pacifica y tranquila calle de la localidad de recreo mas famosa de California, casi abandonada en pleno verano, el presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, John G. Maynard, y su esposa, Abigail Maynard, han hallado violentamente la muerte a manos de un desconocido asaltante. -Sosteniendo el microfono con una mano, el reportero senalo con la otra la fachada de la vivienda, intensamente iluminada por los focos tanto de la policia como de la television.- Los cadaveres han sido levantados hace algo mas de una hora. No solo los cadaveres del presidente del Tribunal Supremo y de su esposa, sino tambien el del asesino, hasta ahora sin identificar, que cayo abatido por los disparos de la policia antes de que pudiera escapar. -El reportero levanto el microfono mirando directamente a la camara.- Permitanme resumirles una vez mas lo que hasta ahora se sabe acerca de lo que ha ocurrido aqui en Palm Springs, California, a primeras horas de la madrugada…»
Collins escuchaba contemplando la pantalla como hipnotizado.
Al parecer, el intruso conocia la distribucion de la casa de los Maynard. Tras penetrar por la entrada de servido, se habia dirigido al dormitorio con el proposito de apoderarse de los objetos de valor de la senora Maynard. Su entrada en el dormitorio habia despertado al presidente del Tribunal Supremo. La policia creia que Maynard, al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, se habia medio incorporado en la cama, habia extendido la mano y habia pulsado el silencioso boton de alarma de la pared. La alarma habia sido instalada por la policia local hacia unos seis anos con el fin de proteger a su eminente huesped. Estaba conectada directamente con la jefatura de policia y esta habia sido alertada inmediatamente.
Entre tanto, al ver que Maynard se movia, el asesino habia abierto fuego contra el. Al despertar bruscamente la senora Maynard, el pistolero habia efectuado contra ella varios disparos. Y despues, en lugar de huir, el ladron habia permanecido en d dormitorio para completar su tarea. Sin saber que su primera victima habia pulsado un silencioso timbre de alarma, el asesino habia revuelto todo el dormitorio en busca de dinero y joyas. Tras haberse guardado en el bolsillo varios collares y anillos de la senora Maynard, asi como la cartera del presidente del Tribunal Supremo, habia abandonado la casa por el mismo lugar por el que habia entrado. Ya en la acera frontal, se habia dirigido hacia el Plymouth (alquilado previamente en Los Angeles) que habia dejado aparcado a dos manzanas de distancia. Subitamente se habia visto iluminado por los faros frontales de un coche patrulla de la policia que se acercaba en direccion contraria. Habia echado a correr, se habia detenido, habia dado media vuelta y habia abierto fuego contra los agentes de policia que estaban descendiendo del vehiculo. Estos habian respondido con una rafaga de disparos y le habian dejado tendido en la acera. Aparte de los objetos robados que guardaba en el bolsillo, no llevaba encima ninguna otra cosa. Su identidad seguia sin conocerse.
El reportero de la cadena termino el resumen diciendo:
«Regresamos ahora a nuestros estudios de Los Angeles con el fin de aguardar el desarrollo de los mas recientes acontecimientos relacionados con el asesinato del presidente del Tribunal Supremo, John G. Maynard, y de su esposa.»
Sentado en el sillon observandolo y escuchandolo todo, Collins se sumio en la desesperacion.
– ?Que importa ya! -dijo.
– Tome un cigarrillo -le dijo Radenbaugh ofreciendole su cajetilla abierta.
Collins saco un cigarrillo, pero despues lo dejo sobre la mesa.
– Sera mejor que me tome un cafe primero -dijo.
Se levanto del sillon, se dirigio al salon, tomo la bandeja del desayuno que Karen les habia dejado y se la llevo al estudio. Lleno sendas tazas de cafe tibio para Radenbaugh y para si. Tomando un sorbo, Collins volvio a acomodarse en el sillon contemplando la pantalla.
Un locutor de television, sentado junto a un escritorio en forma de media luna, habia recogido una hoja de papel que acababan de entregarle.
«Una ultima noticia -dijo-. La llegada del presidente del Tribunal Supremo, John G. Maynard, a Los Angeles anteayer fue totalmente inesperada. Ni los miembros de su equipo en Washington ni sus colegas del Tribunal Supremo han podido explicar el motivo de este subito e inesperado viaje. Pero ahora se ha podido aclarar algo. Inmediatamente despues de su llegada a Los Angeles, el y su esposa se dirigieron a su residencia de invierno de Palm Springs. Al llegar a esta, el presidente del Tribunal Supremo, Maynard, establecio contacto con un viejo amigo suyo de Sacramento, James Guffey, el presidente de la Asamblea del estado, y le dijo que se trasladaria a la capital al dia siguiente, que hubiera sido esta tarde, con el fin de comparecer ante el Comite Judicial de la