13
Alicia viste una bata blanca que le queda grande. Sale envuelta en una nube de vapor de una cabina de cristal y aluminio. Se esta quitando la gorra de bano y alcanza corriendo la cocina, a tiempo para apagar la candela bajo una cafetera italiana.
Coge dos tazas, cucharitas, un azucarero, llena dos vasos de agua mineral, lo coloca todo en una bandeja y se encamina por el pasillo. Al pasar, coge un clavel de un florero. Cuando abre una puerta, topa con Victor que sale vestido con una robe de chambre oscura.
Casi con brusquedad, Victor le dice:
– No, no; yo tomo el cafe en la mesa, despues de la ducha, cuando ya esta casi frio.
Se mete en el bano. Ella se queda mirandolo como si dijera: '?Y a este que le pasa?' Luego hace una mueca, levanta la cabeza y se muerde los labios. Por fin, penetra en el cuarto, se sienta al borde de la cama y coloca la bandeja a su lado. Pensativa, se toma lentamante su cafe. Al levantarse, se mira en el espejo de un armario y se arregla un poco el peinado.
De una silla sobre la que ha dejado su ropa, coge un vestido muy corto, calza uno zapatos destalonados, de tacon mediano, recoge la bandeja y sale.
Al entrar en la sala, Victor, con un cigarro en la boca, sentado en el sofa, cuenta dinero sobre la mesa de centro. No parece notar la entrada de Alicia.
Ella se acerca y deja la bandeja sobre la mesa. El sigue contando un fajo de dolares, sin mirarla.
– ?A que hora nos marchamos?
Victor sigue contando:
– Sientate.
Alicia avanza hacia el sof, para sentarse a su lado.
– No, ponte alla -le dice el sin mirarla.
Con la mano llena de billetes de cien, Victor le senala una butaca frente a el, y comienza a monologar.
– Lunes por la tarde, dos veces; otra vez el martes por la manana; ayer tarde, dos; otra anoche… Son seis veces ?no?
– ?Seis veces de que?
– Hemos chingado seis veces: seis palos, como dices tu.
Alicia frunce el ceno, alarmada:
– ?Y que hay con eso?
– A trescientos dolares el palo, son mil ocho cientos -y pone los billetes sobre la mesa, ante ella.
Alicia palidece, muy alterada; no consigue reaccionar.
– Se acabo la farsa, chula.
– ?No te permito…!
Victor le corta la palabra a gritos:
– ?No seas ridicula, carajo!
Alicia se retrae. Siente miedo.
– Callate y escucha -le dice el, mas sereno-: Lo del pedal de la bicicleta atascado, es un truco tuyo. Y es mentira que estudias en la Universidad. La semana pasada puteabas con un panameno, y la anterior con un italiano. ?Y para que los pinches cuentos? Para ganar dolares. Mentira que te ofenden. Es lo que mas te gusta en el mundo. Adoras los dolares, chula. Asi que cogelos. Te los has ganado. ?Ah!, y aqui tienes otros quinientos por las clases de baile.
Mientras cuenta y pone en la mesa otros cinco billetes de cien, Alicia esta a punto de llorar. Se agazapa sobre sus rodillas y se cubre la cara con las manos. Luego de unos segundos, recobra la compostura y levanta la cabeza para mirarlo bien de frente, casi desafiante. Ha asumido su realidad.
– Okey, Victor… Se acabo la comedia.
Se agacha, coge de la mesa la pila de billetes y cuenta en voz alta:
– Cien, doscientos…
Con mano firme y a toda velocidad, como si se tratase de un mazo de naipes, cuenta el dinero. Luego, deja caer lentamente cinco billetes de cien en la mesa y le dirige una sonrisa amable:
– Te devuelvo los quinientos de las clases. Eres un alumno tan dotado, y he disfrutado tanto, que no seria decente cobrarte.
Guarda el resto del dinero en su bolsito y se levanta.
– Voy a pedir un taxi.
Halagado, Victor sacude la cabeza y rie de buena gana.
– Debo reconocer que tienes clase. Y que eres muy inteligente. Coge tus quinientos y sientate -y le tiende una mano, para que se acomode a su lado.
– ?Me invitas a un trago?
– Claro. ?Que deseas?
– Un conac.
– ?A esta hora?
– Si, necesito algo fuerte.
El se dirige al bar y elige dos copas panzonas. Coge una botella negra, opaca, inclinada sobre una curena napoleonica y sirve dos Courvoisier XO.
Alicia apura casi todo el contenido de un solo trago, y sin brindar.
– Supongamos -dice Victor, que apura su cafe amargo y saborea luego un primer sorbo de conac – que yo te diera llave de esta casa en calidad de amante mia, con una asignacion de tres mil dolares mensuales, y que te deje un carro bueno con la gasolina gratis… ?Te interesaria trabajar para mi?
La cara de Alicia se convierte en el estereotipo del asombro, como si dijera: '?Mira con la que se me apea este, ahora!'
Se para de un brinco, da unos pasos. Respira lentamente, lo escruta, sonrie esceptica, duda. Sus ojos se mueven muy de prisa, busca una respuesta en el techo, en una pared. Vuelve a sonreir y hasta deja escapar una risita. Se tapa la boca con un gesto timido mientras con la punta del tacon, recorre coqueta las volutas del embaldosado. Se muerde los labios. Vuelve a sentarse. Lo necesita. La propuesta de Victor le ha movido el piso. Intuye que el game de cinco dias que ha estado jugando con el, ha dado de pronto un salto cualitativo. Grandes Ligas, Monza, Le Mans, Wimbledon… Por la cabeza solo le pasan tonterias. No atina a encontrar algo ingenioso que responder; algo en consonancia con lo inesperado de la nueva proposicion.
Por fin se queda, entre varias posibles respuestas, con la obligada y mas sencilla:
– ?Y cual seria mi trabajo?
– El mismo que con que te has ganado estos dolares.
– ?Acostarme contigo?
– No precisamente conmigo.
– ?Ah! Eso es algo muy diferente.
– Pero siempre te acostarias con tipos bien parecidos. ?Acaso no es tu especialidad?
– ?Y podre escogerlos?
– A veces, si -toma otro sorbo-; otras, sere yo quien te pida que atraigas a alguien…
– ?Que atraiga…?
Con tu figura y tu savoir faire, bien vestida, al timon de un buen carro, tu bien sabes que puedes seducir al que se te antoje.
– Honor que me haces.
Pese a la sonrisa con que ha recibido la galanteria, su expresion sigue denotando mucha perplejidad. Le urge conocer mas detalles.
– Por ejemplo, recibirias una foto, o la descripcion de alguien, y tu trabajo consistiria en traerlo aqui, hacer el amor con el, exhibir todo tu virtuosismo…
– ?Ya veo! Y tu, mientras tanto, me filmas. ?Eso si que no! ?Peliculas porno por tres mil al mes? No, Victor, esta vez eres tu quien se ha enganado conmigo. Eso te costaria mucho mas.
– Nada de eso…