87 000 USD (en moneda mexicana de entonces), que invirtio en su totalidad en una fallida empresa de prospecciones submarinas.
'El 12 de agosto de 1976, asalto el mismo banco
en la ciudad de Cancun, por casi 200 000 dolares,
pero fue capturado dos semanas despues. Juzgado en
abril de 1977, fue condenado a 7 anos, de los que
cumplio 62 meses en una carcel local.
'Para mas informacion, consultar la separata
microfilmada.
'Se adjuntan fotos.'
Van Dongen extrae una foto. Es indudablemente Victor King, con el pelo muy corto, y 25 anos mas joven.
Cuando Polanco se marcho, con su cheque al portador, Van Dongen se quedo absorto. Fijo la vista en un perfil de Carmen, dibujo suyo que recientemente colgara de una pared.
'De modo que se llama Henry Moore, es impostor y pistolero… ?Quien lo hubiera dicho! '
– ?Mierda! -se le escapo.
Sin embargo, Jan van Dongen no anadio a aquella palabrota, ningun gesto que expresara desagrado o temor. Al contrario: meneo la cabeza, arqueo el torso hacia adelante, se golpeo una rodilla y esbozo una sonrisa de franca satisfaccion.
17
El descapotable blanco de Alicia entra al parqueo de un elegante local abierto. Victor la observa sentado en la terraza. Fuma un habano y juguetea con el hielo de su Chivas Regal.
Alicia le ha encargado por el celular, un batido de mamey que ya le ha sido servido en una copa de alto fuste.
Alicia se apea del coche y se acerca a la mesa. Luce guapisima y lo sabe. Camina segura y complacida. Saluda a Victor con un besito convencional, se instala a la mesa, coge su batido, sorbe y se relame.
– Mmm… Gracias… ?Tengo una resaca…!
Victor la disfruta; se deleita en mirarla.
– Me lo imaginaba. Lo de anoche fue muy fuerte…
Mientras Alicia se cruza de piernas en su asiento y revuelve un poco el batido, Victor comienza a acariciarle una rodilla morena.
Alicia se reacomoda.
– ?Deja eso, ahora! Vamos a lo nuestro.
Victor sonrie y da una chupada al habano. Mete la mano en el bolsillo de su chaqueta y hurga un poco. Sin comentarios, deposita sobre la mesa la foto de un mulato muy apuesto, vestido con un atuendo ritual africano.
Ella coge la foto y hace un gesto de complacencia:
– ?Vaya…! ?Quien es?
– Se llama Cosme. Lo hemos visto bailar hace unos dias. Elizabeth se ha encaprichado con el…
Alicia, sin levantar la vista de la foto, abre aprobatoriamente los ojos:
– Cono, tu Elizabeth tiene buen gusto… ?Y donde me empato con este bombon?
– En el Conjunto Folklorico Nacional.
– Me encantan los bailarines, son flexibles, se doblan en cualquier posicion…
– Ten cuidado, que no todo se dobla…
Alicia se rie, apura el mamey, guarda la foto en su carterita y se levanta.
– ?Ya te vas?
– Si, tengo cosas que hacer. ?Y para cuando quieren el numero con el mulato?
– Si lograras llevarlo esta noche, seria perfecto.
– Esta misma tarde le caigo atras. Si consigo levantarlo, te llamo enseguida por el celular.
– Te esperariamos a las nueve.
Ella asiente, se inclina para el besito de despedida, se pone unos espejuelos oscuros y comienza a atravesar la terraza.
Al verla alejarse, un camarero se detiene con un vaso en la mano. El vaso tambien se detiene a mitad de camino entre su bandeja y la mesa de un parroquiano. Y alli sigue el vaso mientras Alicia monta en su descapotable; y alli persiste el vaso, inmovil, hasta que el carro desaparece en una curva.
Cuando el muchacho se recobra, arquea las cejas, suspira y mira a Victor con profundo desconsuelo.
Solo entonces llega el vaso a la mesa de su destinatario.
18
Domingo por la manana. En el elegante Club de Golf del barrio de Capdevila, Victor juega al tennis. Confiado, hace un ultimo servicio, intercambia tres raquetazos y gana. Se acerca a la net, da la mano a su oponente y sale hacia los asientos que hay al borde de la cancha. Coge una toalla, se seca un poco y comienza a guardar sus raquetas y pelotas en un estuche. Cuando termina, sale de la cancha y enfila lentamente por un sendero de grava roja.
Al llegar a su coche, lo abre, deja sus raquetas en el interior, y aun con la toalla alrededor del cuello, abre una neverita portatil y saca una lata de refresco, de la que toma un sorbo. Cuando va a encender un cigarrillo, oye un chirrido de ruedas sobre la grava del parking; y al volverse reconoce, con gran sorpresa, a Van Dongen que se apea sonriente. El narizon viste buzo y pantalon blanco y calza unos mocasines oscuros. En la mano trae una carterita de cuero.
– ?Tambien juegas tennis? ?Que coincidencia!
– Ninguna coincidencia: vine a verte.
– ?Algo urgente…?
– Urgente no, pero muy serio…
Victor lo escruta, preocupado.
– Tiene que ser muy serio, para tratarlo un domingo…
Van Dongen mira en derredor y senala un camino.
– Te propongo caminar un poco.
Victor asiente, se quita la toalla, cierra el carro y comienza a caminar junto a Van Dongen, muy intrigado.
Van Dongen abre su carterita, saca un papel, lo desdobla y se lo entrega.
– Esto lo recibi hace unos dias de la INTERPOL.
La mencion a INTERPOL lo sacude. Victor frunce el ceno y mira de soslayo a Van Dongen. Ha palidecido terriblemente.
Por fin, baja la vista y lee muy rapido la primera hoja. Ojea un poco la segunda y se las devuelve.
– Si. Todo es cierto -y lo mira con una altivez desafiante-: Supongo que estaras horrorizado.
Van Dongen se queda observandolo sonriente y cabecea enigmatico.
– No, no estoy horrorizado. De joven fui un poco revoltoso, y todavia pienso que es mas decente atracar un banco que ser su dueno.
Victor, se detiene. Aquel inesperado comentario de Jan, lo toma por sorpresa. No sabe que decir. Solo atina a rascarse la cabeza y a sonreir.
Jan adelanta dos pasos y tambien se detiene para volverse a mirarlo. Victor lo escruta de arriba a abajo, con los ojos muy abiertos. Ahora articula un fruncido de cejas que pretende expresar incredulidad, pero solo expresa