Alicia se agacha junto al fauno y le acaricia con fruicion un muslo.
– Me lo regalo ayer un amigo escultor -dice, mientras le palpa ahora las nalgas enormes-. ?Vaya! ?Que calor! ?No quieres banarte y refrescarte un poco?
Cosme asiente vagamente:
– Si, claro…, si se puede…
Alicia se aleja burlona:
– ?Claro que se puede! ?Quitate la ropa y metete! ?Quieres un trago? -le ofrece, masajeandose distraidamente un seno.
Cosme comienza a desabotonarse la camisa.
– Buena idea. Tu ?que vas a tomar?
– Un ron doble a la roca.
– Okey, voy en esa -dice Cosme con el pulgar en alto.
21
Con las trencitas puestas, se aprueba sonriente desde varios angulos. Una belleza, la peluca. No en vano ha costado dos mil marcos alemanes.
Se ha puesto un sueter ligero, blanco, que le cubre integramente el cuello, y encima, un vestido con vuelos en el pecho, que le disimula su falta de senos. Ha puesto el aire acondicionado al maximo desde temprano. No sentira calor.
Bajo las medias muy oscuras y sobre aquellos tacones altos, sus piernas algo gruesas se ven esbeltas, estupendas.
Camina unos pasos por la alcoba y se mira de espaldas en el espejo del ropero. Se ha marcado el talle con un cenidor ancho, de cuero rojo. Vuelve a hacer un par de giros ante el espejo.
Si, una bella Elizabeth mulata. ?Que divertido! Ojala le guste.
De espaldas, se alza la falda y vuelve a examinarse las nalgas. No seran las de Alicia, pero con la cintura cenida, muchas mujeres la envidiarian.
Media hora despues, oye llegar a Victor. Se perfuma los lobulos con Joy, de Jean Patou, enciende un Cohiba sin filtro, y baja la escalinata hacia la sala, envuelta en humos de Cuba y rosas de Francia.
– Beautiful! -le dice Victor que la espera al pie.
– ?Te gusta mi peluca?
Marvellous! -reitera Victor y le palpa suavemente las trenzas.
Elizabeth remeda unos pasitos estilo pimp roll, made in USA. El la celebra con autentica complacencia. Comienza a sentir una prematura ereccion.
La toma de una mano, se la sube por encima de la cabeza y la hace girar como si estuvieran bailando.
Se oye un fondo musical de Michel Legrand.
Se dan un primer besito superficial.
Despues de hacerla girar varias veces, el la coge por la cintura y se aprieta contra sus labios para un beso mas intenso.
Elizabeth siente la dureza contra su vientre y lo aprisiona con ambas manos.
– How powerful!
En eso se oye tres veces una especie de chicharra.
– ?Uy!, ya esta Alicia al lado…
Victor mira la hora.
– Son solo las nueve menos cuarto… Ha llegado antes de lo previsto.
– Con ese negro entre mis brazos yo tambien tendria prisa…
El alza una mano en remedo de darle un bofeton de reves.
Elizabeth se escabulle con una risotada y comienza a correr los faldones de una lujosa cortina de terciopelo rojo. A ambos extremos, los abrocha mediante unos alzapanos amarillos, fijos a cada lado de un armario que cubre toda la pared.
Mientras tanto, con cierta premura, Victor hace girar un sofa, de modo que quede de frente al armario. Luego arrima el carrito del bar y lo coloca a un lado del sof.
Cuando Elizabeth descorre las puertas del falso armario, aparece Cosme al borde del estanque.
El dorso del espejo sin azogue, no es totalmente transparente. Tiene una ligera blancura, y un cierto brillo, pero la vision hacia la casa contigua, es muy nitida.
Una sensacion de frescura y amplitud se establece en el espacio que suman los dos grandes salones, ahora comunicados por la clandestina pantalla.
Cosme, ya sin camisa, comienza a descalzarse.
En efecto, es un bello ejemplar: dentadura perfecta, ojos tiernos, espaldas anchas, longilineo, manos afiladas. Elegantisimo.
Elizabeth disfruta la vision del mulato, que se ha quedado en slips blancos, con una cadenita de oro y otra de cuentas rojas alrededor del cuello. Lo observa meterse en el agua, con cautela. Cuando esta adentro, se acuclilla, y el agua le llega hasta el menton.
Victor observa con curiosidad la talla en madera. Se acerca a la pantalla para verla mas de cerca. Tiene un miembro muy grueso, de unos 15 cm. En proporcion con sus 80 cm de estatura, resulta enorme. El fauno sonrie, orgulloso de sus medidas.
Elizabeth, cuando lo advierte, estalla en una risotada hombruna y se deja caer sobre el sof, lista para ver el show.
– ?De donde habra sacado eso la chiquilla loca? -comenta Victor, mientras echa hielo en un vaso de whisky.
– Traeme un Martini -le pide Elizabeth-. Mariana preparo un litro y lo dejo en el refrigerador. Y quiero aceitunas griegas…
Cuando Victor desaparece en la cocina, ella aprovecha para reacomodarse el suspensor. Tendra que buscar otro modelo. Ese le queda demasiado ajustado. Con prisa, se manipula la bragadura.
– Shit!
Cada vez que Elizabeth cruza las piernas, siente un tiron en los testiculos.
22
Alicia entra en ese momento en el campo visual. Ve a Cosme, que acaba de sentarse al borde del estanque, en calzoncillos.
– Ay, chico, no seas ridiculo, encuerate completo…
Cosme la mira de reojo, turbado:
– ?Y si viene alguien…?
Ella se divierte con su timidez. Erguida al borde del estanque, segura de sus encantos, se contonea un poco con una mano en la cintura y lo observa burlona, perdonavidas:
– Si viene alguien nos encontrar templando… ?O es que no te gusta…?
Ante tanto desparpajo, Cosme solo atina a reir:
– ?Quieres ahora mismo, en el agua? Esta tibia, riquisima…
– No, eso despues. Para empezar, prefiero aqui… Ven,
acercate.
Alicia se sienta con las piernas abiertas, y entre ellas coloca
un banquito de madera que tiene a mano.
Mientras Cosme sale del estanque, ella se quita la innecesaria capita. Cuando Cosme se le aproxima, ella le senala el asiento, que ha quedado entre sus piernas, a la altura del cuello.