Cuando Alicia intenta cerrar la tapa del freezer, no lo consigue. Reorganiza la disposicion de las vituallas y por fin cierra. El congelador esta lleno hasta el tope.
Sobre la mesa quedan algunos quesos, cajones de langostinos y botellas que no caben.
Victor entra descalzo y en calzoncillos, con el pelo humedo y desgrenado. Le esta dando cuerda a un reloj despertador.
– Te llevas todo eso a tu casa, hoy mismo.
Victor hace girar las manecillas para poner el reloj en hora.
– ?Que haces?
Mientras manipula el reloj a la altura del ombligo:
– Hay que acordarse de avisar a la sirvienta que debe tomar sus vacaciones manana mismo.
De repente una mano blanca con sortija de esmeralda le aprisiona vidamente la entrepierna.
Alicia de perfil, suspira y le mordisquea el torso.
– ?Que extrano! Me excita saber que te gustan los hombres.
– No siempre. Solo a veces…
El tambien comienza a jadear y a lamerle el cuello. Ella se quita el sujetador. El le besa los senos. Luego la coge por la cintura y la alza.
– ?Ven!
Alicia se abalanza, lo derrumba sobre el piso, lo besa, lo mordisquea por todo el cuerpo, y por fin lo monta.
– ?Cuentero! ?Bugarron! -Se le sacude encima con violencia-. ?Por que me tienen que gustar los hijueputas, eh? ?Por que cono no me enamoro de un tipo decente?
Tras la pausa, despojan al cadaver de su vestido y de la peluca de trenzas. Desnudo se le siente mucho el perfume. Y pesa mas de lo que se imaginaban. Fracasan en dos intentos de levantarlo. Se les resbala. Y ambos tienen reparos en abrazarlo con fuerza. Por fin, Victor propone variar la tecnica.
– Buscame un pedazo de soga.
Alicia trae del patiecito techado, contiguo al garaje, una soga de nylon donde la sirvienta tiende trapos de cocina. Victor se la amarra al cadaver, con doble vuelta por la cintura. Luego Alicia le sostiene los tobillos juntos mientras Victor, con las piernas abiertas y algo flexionadas a ambos lados de la cintura del cadaver, se agacha, lo coge de la soga y, al enderezarse, lo levanta con un fuerte tiron hacia arriba. Mientras lo sostiene en peso, se le tensan mucho los biceps. Los pies de Groote quedan hacia arriba y la cabeza casi apoyada en el piso.
Cuando por fin consiguen engancharle las corvas en el borde del freezer, Alicia baja la tapa hasta apoyarsela sobre las rodillas y enseguida se encarama encima para trabarlo. Ahora, a Victor le resulta facil levantarlo por las axilas hasta que queda como si estuviera sentado al borde del freezer. Cuando Alicia se apea y alza la tapa, Victor lo empuja un poco hacia adentro y el cadaver se desliza sin dificultad. Luego, le quitan la soga de la cintura, el anillo de matrimonio, y entre los dos, lo ubican de lado, con las piernas recogidas hacia atras y la cabeza presionada hacia adelante. Lo cubren con la lona. Le enciman el hielo y todo lo demas. El freezer queda repleto hasta los bordes.
A las 12:25 borran con esmero las huellas de la carretilla en ambas salas, queman en la hoguera de la barbecue la p gina donde habian impreso lo ya hecho, el vestido, la peluca, y la soga que le amarraran.
Victor se queda con el anillo. Dentro de la casa busca en su guardarropas unos jeans negros y muy anchos. Alicia recorta una pierna entre la cadera y la rodilla. Guarda el trozo cortado y echa el resto al fuego. Saca su libreta y hace una marca.
Y a las 14:20 vuelven a sentarse para repensar las necesidades de los proximos pasos.
A las 15:55 se levantan. Han revisado la totalidad del plan, punto por punto. Han calculado todos los detalles, el tiempo e itinerarios.
– ?Que viene ahora? -pregunta Victor.
Ella lee en su libreta.
– Fabricar la herida en la frente -y se muerde los labios compungida.
El sale con paso decidido hacia el garage y regresa con un leno que le pasa a Alicia.
– Dame con esto, mira, aqui, un golpe seco -y se senala un costado de la frente-. Toma punteria, no me vas a dar en la nariz…
Para golpearlo, ella cierra los ojos pero le da donde el le ha pedido. De inmediato, la piel se le amorata y comienza a hincharse.
Victor se pone a pelar un trozo de cable electrico. Cuando termina, Alicia le recoge un poco los guantes y, con el fino alambre de cobre, le hace un amarre en ocho en torno a ambas munecas. Se lo retuerce bien, primero con sus manos y al final con una pinza, hasta que Victor ya no soporta el dolor. Esperan unos cinco minutos y cuando Alicia lo libera, las munecas exhiben un notorio morado al que se suma un poco de sangre en la piel de la parte interior.
– Ya estamos casi terminando -dice el, mientras observa la lista, y hace un par de marcas…
– Estoy muerta de hambre -gime Alicia-. Voy a freirme unos huevos con jamon. ?Quieres?
– No, gracias, me voy a vestir.
Victor regresa poco despues en jeans negros, mocasines sin medias y una camisa verde de mezclilla. Trae en la mano su libreta y la estudia atentamente.
Ella se acerca a observarle las munecas. El hematoma ha progresado y tambien la hinchazon en la frente.
– ?Duele mucho?
– Si, pero no me importa. Olvidate. -Y sigue leyendo su lista de tareas-. Ahora viene…, verificar que todo se ha quemado y dispersar cenizas.
Ella tambien examina su lista, abre su bolso y guarda el trozo de jean cortado.
Victor va hasta la barbecue y comprueba que todo se ha quemado debidamente. Rastrilla y organiza un poco las cenizas. Encima coloca varios lenos que luego rocia con abundante alcohol. Cuando ve elevarse la alta llama azul, guarda en el cobertizo todos los implementos y regresa a la vivienda.
De la coleccion de pelucas, Alicia escoge una rubia, de cabello muy lacio y largo. Viste un ropon de hilo amarillento, cuadrado, anchote, sin cinto, con flecos que le llegan a los tobillos. Se pone unos lentes oscuros.
Victor guarda varios billetes de dolares en un bolsillo de las bermudas. Del bano saca un rollo de esparadrapo y se lo pasa a Alicia. Tambien le entrega un papelito donde ha garabateado el nombre de unas medicinas, que ella guarda en su bolso.
A medida que cumplen las tareas previstas, las van tachando de ambas listas. Por fin, antes de salir, Victor abre el refrigerador y se lleva una latita de refresco de naranja.
Por la puerta que comunica los dos garajes, Victor pasa al de Rieks, monta en el Volvo y sale hacia el Vedado. Atr s sale ella en el suyo.
Media hora despues, los dos coches se estacionan en la cuadra del antiguo hospital 'Camilo Cienfuegos'. Alicia conecta la alarma, se apea, cierra cuidadosamente, y sube los peldanos hacia la farmacia de venta en dolares. Compra lo que Victor le ha anotado. Al salir, no monta en su descapotable, sino en el Volvo de Rieks. Pero Victor se ha hecho a un lado y es ella quien se sienta al timon.
Rumbo a Miramar, entre buches de naranjada, Victor ingiere trescientos veinticinco miligramos de dipirona y cincuenta de dextroanfetamina sulfato; y cuando ya van atravesando el tunel de Quinta Avenida, comienza a sentir la reaccion alergica.
Quince minutos despues, Alicia, siempre disfrazada de rubia informe, se apea frente a una tienda, y regresa en unos diez minutos. Trae agujas, hilo y una panoleta grande. Se ubica al timon, pero antes de reemprender la marcha, se pone a coser.
Victor siente taquicardia, las orejas muy calientes y una picazon intensa en todo el cuerpo. Las mejillas han comenzado a hincharsele y el golpe en la frente luce impresionante.
– De verdad que parece que te hubieran entrado a golpes -dice ella, impresionada.
Victor sonrie y luce peor.
Ella cose el trozo de jeans por el borde mas estrecho y cuando termina queda formado un bonete, que Victor se prueba. Le cubre bien toda la cabeza a modo de capucha, y por delante le cuelga sobre las claviculas.