A pesar del jugueteo y las cosquillas, en efecto, Alicia logra moverlo por la habitacion con relativa soltura.

Karl Bos, de una contadora autom tica de billetes, recoge un ultimo fajo y se lo entrega a Victor. Victor lo introduce en otra maquinita, que lo envuelve por la parte mas angosta, con una cinta de un material pl stico transparente. La cinta se adhiere a si misma, pero no a los billetes, y cada cinco centimetros lleva estampado un numero y el texto ABN-AMRO dentro de un ovalo azulado.

– Recuenta tu, ahora, el numero de fajos -dice Bos a Van Dongen.

– No hace falta contarlos, Karl. La cinta fajadora te lo dice. Mira, los cuatro ultimos fajos tienen impresos los numeros 297, 298, 299 y 300. Trescientos fajos de 10 000 dolares hacen los tres millones. No hay error posible.

Bos hace un mudo gesto de admiracion.

Victor coge un fajo, lo arquea como si fueran naipes y lo suelta para que los billetes le acaricien las yemas de sus pulgares. Luego lo arroja con una elegancia teatral, y el fajo cae como al descuido encima de los otros.

Quiza por rivalizar en elegancia, Van Dongen coge una rosa roja, de un florerito sobre la mesa de centro, y la echa, tambien teatralmente, en la maleta.

Bos lo mira cenudo, como si le reprochara una broma lugubre.

– ?Que es eso, Jan?

– Para la secuestradora de la c lida voz -sonrie Van Dongen.

Victor suelta una risotada.

Una vez cerrada la maleta, Victor la coge por la correa de cuero cosida a un extremo y comienza a arrastrarla sobre las losas del despacho.

– Funciona muy bien. Es muy comoda. Las rueditas son bien solidas… No vas a tener ningun problema.

– Bueno, al fin, ya estamos listos -dice Bos, con aire cansado.

Van Dongen asiente y mira su reloj. Bos vuelve a colocar la maleta en la enorme caja de caudales y la cierra cuidadosamente.

– Ya deben estar por llamar. Shit! Hace falta acabar de una vez con esta pesadilla.

39

17 de noviembre, 10:00 a.m.

Un telefono suena. La recepcionista descuelga el auricular.

– Groote International, buenos dias… Yes, just a moment, please.

La muchacha pulsa el boton del intercomunicador.

– Mr. Bos, there's a call for you from Miss Myriam.

Karl Bos alza las cejas significativamente. Victor lo mira expectante. Jan, que fuma y observa el paisaje por el ventanal, ni siquiera se vuelve.

– Hello? Yes…, yes… I understand, yes…(garabatea algo en un papel). Okay, we'll be there in a few minutes, but…

Y cuando expone su deseo de seguir en un segundo carro a Van Dongen, para su sorpresa ella le dice:

– No problem.

Bos cuelga y se levanta de un brinco, excitado. Mira sus apuntes.

– ?Como va a ser la entrega? -pregunta Victor.

– Muy simple, ya les explicare.

Y Bos camina de prisa hacia un rincon. Se agacha, compone un codigo, abre la puerta y extrae la maleta. Victor se le acerca para cogerla por la correa. Cuando tira de ella, la maleta rueda f cilmente. Los tres hombres se alejan en fila india por el lustroso embaldosado del pasillo, hasta el ascensor.

Mientras lo esperan, Bos suelta por fin lo que ya habia demorado demasiado:

– Aceptan que vayamos en dos carros, siempre que tu conduzcas solo adelante -y le pone una mano en el pecho a Van Dongen-. Tienes que presentarte con la maleta en el lobby del Hotel Triton dentro de veinte minutos. Habr un sobre a tu nombre en la recepcion.

– Mejor salir por la puerta del subsuelo -propone Victor, antes de pulsar un boton.

– Okay, let's go!

[10:05]

Alicia sale por la puerta principal del hotel, toma un pasillo a la derecha y se dirige hacia la piscina… Esta disfrazada de gordita americana y lleva un panuelo en la cabeza. De repente se detiene, echa un vistazo discreto hacia arriba, y hacia abajo, como si evaluara distancias. Saca del bolso una cajetilla de cigarros y aprovecha para dejar caer un tubo de tempera roja. Al agacharse para recogerlo traza rapidamente en el suelo un circulo rojo de 15 centimetros de di metro.

[10:20]

Victor conduce con Karl Bos a su lado. Adelante avanza el carro de Van Dongen, que se estaciona en medio de otros dos carros. El de Victor, queda en posicion paralela al de Van Dongen. Entre ambos hay otros vehiculos. Pero desde aquella explanada abierta, tienen excelente visibilidad hacia el hotel.

Ven a Van Dongen apearse, caminar hacia el maletero y abrirlo. Con binoculares, desde su ventana, tambien lo ve Alicia.

Un botones uniformado acude a ayudarlo con su pesada maleta.

Cuando Jan y el muchacho van subiendo los peldanos que conducen al lobby, Alicia deja los prism ticos sobre la cama y se prepara para cumplir su programa.

[10:27]

Jan Van Dongen y el botones llegan a la recepcion. Tras una breve espera, una muchacha los atiende.

– Soy Van Dongen. Me anunciaron que hay un recado para mi.

Ella busca en una lista:

– Van Dongen… Si, aqui tiene, senor.

Le entrega un sobre cerrado. Van Dongen lo coge y se aleja unos pasos por el lobby. Adentro hay un mensaje.

'Atraviese el Duty-Free Shop y salga del edificio del hotel. Siga por el pasillo que esta a su derecha en direccion a la piscina. A partir de los banos de caballeros, comience a contar las baldosas. Detengase en la baldosa numero veintiseis, que tiene pintado un circulo rojo. Espere. Al cabo de unos instantes, un cartel le indicar como continuar.'

[10:31]

Desde la perspectiva de su coche, Victor y Bos ven a Van Dongen salir del Duty-Free Shop. Luego gira hacia la derecha y camina como buscando algo en el piso. Arrastra la maleta sobre sus rueditas, con una correa. Ahora lo ven detenerse. Victor se come las unas. A Karl Bos se le pinta la sorpresa en la cara cuando un cartel baja de repente, desde el tercer piso, y se detiene exactamente ante los ojos de Van Dongen.

– ?Mira, mira, un cartel…! ?Los hijos de puta, ahi est n! -y senala-: Viene de aquella ventana, del tercer piso ?la ves?

Victor observa atentamente. Se muestra perplejo.

Bos maldice. Tiene la nariz encendida, muy roja en la punta. A mordizcos ha hecho trizas el mocho de tabaco babeado que esta fumando.

[10:32]

Se sobresalta un poco al ver el mensaje, que le queda exactamente a la altura de sus ojos. En grandes letras negras sobre fondo blanco, Van Dongen lee:

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