— Nosotros tambien, como todos los miembros de la sociedad, estamos llamados a cumplir con nuestro deber. Por ser los primeros en sondear los fondos aun inexplorados del Cosmos, hemos muerto por setecientos anos. Quienes hayan quedado en la Tierra para disfrutar de los bienes de la vida terrena no experimentaran jamas las profundas emociones ni el goce de descubrir los secretos mas intimos del Universo. Y asi es todo. Pero la vuelta... En vano se preocupa usted del futuro. Cada siglo de su historia, la humanidad retrocedio en algo, a pesar de su ascenso general conforme a la ley del desarrollo en espiral. Cada siglo tuvo sus particularidades y sus rasgos comunes... Y... ?quien sabe!... a lo mejor, el granito de conocimientos que llevemos a nuestro planeta sirva para un nuevo salto de la ciencia y el mejoramiento de la vida del genero humano. Nosotros mismos volveremos de las profundidades del preterito, pero traeremos a los nuevos hombres nuestras vidas y nuestros corazones consagrados al futuro. ?Acaso volveremos como seres extranos? ?Acaso puede serlo quien ofrezca y preste todas sus energias? El hombre no es una mera suma de conocimientos, sino tambien una complejisima arquitectura de sentimientos, y en esto nosotros, que hemos experimentado ya todas las dificultades de un largo viaje por el Cosmos, no seremos peores que los hombres del futuro... — Mut Ang hizo una pausa, para concluir luego con un tono distinto, medio burlon— : No se lo que sentira usted; pero yo tengo un deseo tan vivo de echar un vistazo al futuro, que por solo eso estaria dispuesto a...

— ?A morir temporalmente para la Tierra! — exclamo el piloto.

El capitan del Telurio movio afirmativamente la cabeza.

— ?Vaya a lavarse y a comer, que dentro de poco se efectuara la siguiente pulsacion! ?Por que ha vuelto, Tey?

El segundo de a bordo se encogio de hombros.

— Tenia prisa por conocer la via trazada por los aparatos. Estoy preparado para relevarle a usted.

Y sin mas preambulos, el astrofisico oprimio un boton en el centro del pupitre. Una tapa concava pulimentada separose sin ruido, y una cinta metalica de argentado brillo, torcida en espiral, se alzo del fondo del aparato. La atravesaba un fino eje negro, que senalaba el rumbo de la nave. En la cinta refulgian, como piedras preciosas, unas lucecitas diminutas: estrellas de diversas clases espectrales, ante las cuales pasaba el Telurio. Las agujas de innumeras esferas iniciaron una danza enloquecida. Eran las maquinas de calcular que nivelaban la recta de la pulsacion siguiente de modo que pasase a la mayor distancia posible de los astros, nubes oscuras y nebulosas de gas luminiscente, que pudieran ocultar cuerpos celestes aun desconocidos.

Tey Eron, abismado en su labor, no se dio cuenta de como habian pasado algunas horas de silencio. La inmensa astronave continuaba su vuelo por la infinita negrura del espacio. Los companeros del astrofisico se acomodaron en silencio en el fondo de un divan semicircular, cerca de una triple puerta maciza, que aislaba el puesto de mando de los demas compartimentos de la nave.

El alegre repicar de unas campanillas anuncio el final de los calculos. El capitan de la astronave se acerco lentamente al pupitre de mando.

— ?Muy bien! La segunda pulsacion puede ser casi el triple de larga que la primera...

— ?No, aqui hay un treinta por ciento de imprecision! — Tey indico el trozo final del eje negro, que vibraba de manera casi imperceptible al compas de las oscilaciones de las agujas que con el se hallaban relacionadas.

— El exponente de cincuenta y siete parsecs nos da plena certeza. Descontemos cinco, admitiendo la posibilidad de un error. Quedan cincuenta y dos. Preparen la pulsacion.

Nuevamente examinaron los incontables mecanismos y medios de enlace de la nave. Mut Ang pusose en comunicacion con los camarotes, donde se encontraban, sumidos en un largo sueno, los cinco miembros restantes de la tripulacion del Telurio.

Los automatas de observacion fisiologica senalaban que el estado del organismo de los durmientes era normal. A continuacion, el capitan conecto el campo protector de los locales habitados de la nave. Por las planchas opacas de la pared izquierda corrieron unos chorros de color rojo: los torrentes de gas de unos tubos escondidos detras de ellas.

— ?Es ya hora? — pregunto Tey Eron al capitan, frunciendo ligeramente el ceno.

Este asintio. Los tres tripulantes de guardia, sin decir palabra, se sumergieron en unos hondos butacones, sujetandose con unas almohadas de aire. Cuando el ultimo corchete estuvo cerrado, cada cual extrajo del cajon del brazo izquierdo de la butaca una jeringa metalica preparada para su empleo.

— Bueno, pues... ?por ciento cincuenta anos mas de vida terrena! — dijo Kari Ram clavandose la aguja en el brazo.

Mut Ang le miro fijamente. En los ojos de Ram brillaba una sonrisa algo burlona, propia de un hombre sano y plenamente equilibrado. Y cuando los companeros, arrellanandose en los sillones y cerrando los ojos, quedaron sumidos en un estado de inconsciencia, el capitan movio unas palanquitas en una pequena caja cerca de su rodilla. Silenciosa e inevitablemente, como el propio destino, bajaron del techo los macizos cascos. Un minuto antes, Mut Ang habia puesto en accion los robots mecanicos que dirigian la pulsacion y el campo protector. Encontrandose ya bajo el casco, el jefe leyo, a la tenue luz de una lamparilla azulada, los indices de los aparatos de control, y se clavo la aguja de la jeringa en el brazo...

El Telurio habia salido de la cuarta pulsacion. Y el astro misterioso, objeto del vuelo, habia adquirido en las pantallas del lado derecho — el « boreal »— las dimensiones del Sol, visto desde Mercurio.

Una estrella gigantesca de la rara clase de las « oscuras », de carbono, era sometida a un estudio detallado. El Telurio volaba a una velocidad subluminica y a una distancia menor de cuatro parsecs de la gigantesca estrella opaca KNT 8008, apenas visible desde la Tierra hasta observada con potentes telescopios. Esas estrellas — cuyo diametro era 150 y hasta 170 veces mayor que el de nuestro Sol— se distinguian por tener mucho carbono en su atmosfera. A una temperatura de dos a tres mil grados, los atomos del carbono se unian para formar un tipo especial de moleculas, cadenas de tres atomos cada una. Semejante atmosfera retenia los rayos del sector violeta del espectro, y la luz del astro en comparacion con la magnitud de este, era muy tenue.

Pero los centros de los gigantes de carbono, cuya temperatura llegaba hasta a cien millones de grados, eran potentes generadores de neutrones y transformaban los elementos ligeros en pesados, e incluso en transuranicos, comprendidos el californio y el rusio, como se llamaba el mas pesado de los elementos (su peso atomico era 401), creado cuatro siglos antes. Los hombres de ciencia consideraban que las estrellas de carbono eran, por asi decirlo, fabricas de los elementos pesados del Universo; que dispersaban estos elementos por el espacio despues de estallidos periodicos; que el enriquecimiento de la composicion quimica general de nuestra Galaxia debiase precisamente a la accion de los oscuros gigantes de carbono.

La astronave pulsacional habia brindado, por fin, al genero humano la oportunidad de estudiar de cerca la estrella de carbono y comprender la esencia de los procesos de transformacion de la materia que en ella se operaban.

La tripulacion de la astronave se desperto, y cada cual entregose a las investigaciones por las cuales habia muerto para la Tierra por un periodo de setecientos anos. Ahora parecia que la nave marchaba a muy poca velocidad; pero no hacia falta acelerarla. La expedicion debia estudiar con detenimiento una serie de procesos complejos, que los fisicos de la Tierra no sabian explicarse aun.

La nave cosmica avanzaba, desviandose ligeramente hacia el sur de la estrella de carbono, a fin de proteger de sus radiaciones la pantalla del localizador. Su negro espejo permanecia totalmente oscuro durante semanas, meses y anos. El Telurio o IF-1 (Z-685), como se le designaba en el registro de la Flota Cosmica de la Tierra (primer vehiculo cosmico de campo invertido o el 685 de la lista general), no era tan voluminoso como las astronaves de largo alcance, cuya velocidad aproximabase a la de la luz y que habian precedido a las naves pulsacionales.

Aquellas gigantescas naves podian ir tripuladas hasta por doscientas personas y la sucesion de generaciones permitia penetrar muy profundamente en el espacio interestelar. Cada vez que una astronave de este tipo retornaba a la Tierra, aparecian en ella varias decenas de seres humanos venidos de otros tiempos: representantes del remoto pasado. Y aunque el sistema nervioso y el nivel de desarrollo de estos supervivientes del preterito eran muy elevados, los nuevos tiempos les resultaban extranos, y a menudo la melancolia y la indiferencia apoderabanse de los viajeros cosmicos.

Las astronaves pulsacionales debian ahora llevar a los hombres mas lejos aun. Pasaria poco tiempo, segun las nociones de los astronautas, y en la sociedad humana harian su aparicion Matusalenes milenarios. Los que

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