dirigio a los hermanos Moses-. Esta noche no ha existido -les dijo con frialdad-. ?Entendido?

Los dos auxiliares se miraron entre si y asintieron.

– Sera dificil que la gente no vea ciertas cosas -replico Negro Chico.

– Pues tendremos que lograr que vean lo menos posible.

Negro Chico senalo con la cabeza el sotano, donde estaba el cuerpo del angel.

– Ese cadaver complicara las cosas -dijo en voz baja, como si midiera las palabras, consciente de que era un momento importante-. Ese hombre era un asesino.

Gulptilil sacudio la cabeza y le contesto como a un nino de primaria, poniendo enfasis en ciertas palabras.

– No hay pruebas reales de eso. Lo unico que sabemos es que intento agredir a la senorita Jones esta noche. Por que motivo, lo ignoro. Y, lo mas importante, lo que haya hecho en otras ocasiones, en otros lugares, sigue siendo un misterio. No guarda relacion con nosotros, aqui, esta noche. Por desgracia, lo que no es ningun misterio es que fue perseguido y asesinado por estos dos pacientes. Puede que su comportamiento estuviera justificado… -Dudo, como si esperara que el auxiliar terminara la frase. Pero este no lo hizo, de modo que Gulptilil se vio obligado a hacerlo el mismo-: Pero quiza no. En cualquier caso, habra detenciones, titulares en los periodicos, tal vez una investigacion oficial. Es probable que se presenten cargos. Nada volvera a ser igual durante cierto tiempo… -Hizo una pausa para observar los rostros de los dos hermanos-. Y quizas -anadio en voz baja-, no sean solo el senor Petrel y el Bombero quienes tengan que enfrentarse a las acusaciones. Quienes hayan contribuido a permitir esta noche desastrosa podrian ver en peligro sus empleos… -Espero de nuevo para medir el impacto de sus palabras en los dos auxiliares.

– Nosotros no hemos hecho nada malo -repuso Negro Grande-. Ni tampoco Francis o Peter…

– Por supuesto -asintio Gulptilil a la vez que sacudia la cabeza-. Moralmente, sin duda. ?Eticamente? Por supuesto. Pero ?legalmente? Todo el mundo hizo lo correcto, de eso estoy seguro. Lo entiendo. Pero no estoy tan seguro de como otras personas, y me refiero a la policia, percibiran estos hechos tan terribles.

Como los Moses guardaron silencio, Gulptilil prosiguio:

– Hemos de ingeniarnoslas, y lo mas deprisa posible. Tenemos que conseguir que esta noche haya pasado lo menos posible -repitio. Y, al decirlo, senalo el sotano con un gesto.

Negro Chico lo entendio, lo mismo que su hermano. Ambos asintieron.

– Pero si ese hombre no esta muerto -comento Negro Chico-, entonces no es probable que nadie se fije en Pajarillo ni en el Bombero. Ni en nosotros.

– Correcto -dijo con frialdad el doctor Gulptilil-. Creo que nos entendemos a la perfeccion.

El auxiliar parecio reflexionar un momento. Se volvio hacia su hermano y hacia Francis.

– Venid conmigo -dijo-. Todavia tenemos trabajo que hacer.

Los guio de vuelta al sotano, no sin antes dirigirse hacia Gulptilil, que estaba junto a Peter presionandole la herida para contener la hemorragia.

– Deberia hacer la llamada -le dijo.

– Dense prisa -asintio el director medico, y se separo de Peter para regresar al mostrador, donde descolgo el auricular y marco un numero-. ?Si? ?Policia? -Inspiro hondo y prosiguio-: Soy el doctor Gulptilil, del Hospital Estatal Western. Llamo para informar de que uno de nuestros pacientes mas peligrosos se ha escapado del hospital esta noche. Si, creo que va armado. Si, puedo darles su nombre y su descripcion…

El medico miro a Francis, que se habia quedado clavado, y le hizo un gesto instandole a que se diera prisa. Fuera, el sonido de la ambulancia acompanada por el personal de seguridad se acercaba cada vez mas.

La lluvia salpico la cara de Francis, como si desdenara lo que habia pasado, o tal vez para lavar las ultimas horas; Francis no estaba seguro. Un fuerte viento zarandeo un arbol cercano, como si lo horrorizara el cortejo funebre que pasaba a su lado en plena noche.

Negro Grande iba delante, con el cadaver del angel cargado a la espalda como un bulto informe. Su hermano lo seguia con dos palas y un pico. Francis cerraba la comitiva, acelerando el paso cuando Negro Chico lo apremiaba. Oyeron llegar la ambulancia a la central de calefaccion y suministro electrico, y en una pared distante Francis vio el reflejo de sus luces de emergencia. Tambien habia un coche negro de seguridad, cuyos faros esculpian un arco de luz blanca en las densas sombras de la noche. Pero los tres estaban fuera de su linea visual y avanzaban a oscuras hacia un extremo de los terrenos del hospital.

– No hagais ruido -pidio Negro Chico innecesariamente.

Francis miro el cielo nocturno y le parecio que podia distinguir ricas vetas de ebano, como si algun pintor hubiera decidido que la noche no era lo bastante oscura y hubiera intentado anadir unas pinceladas mas gruesas de negro.

Cuando volvio a bajar los ojos, supo adonde iban. No muy lejos estaba el jardin donde habian sembrado flores. Siguio a los hermanos Moses mas alla de la desvencijada valla hasta el pequeno cementerio. Una vez alli, Negro Grande hizo deslizar el cadaver hacia el suelo con un grunido. Cayo con un sonido sordo y Francis penso que sentiria nauseas pero, para su sorpresa, no fue asi. Observo al angel y penso que podia haberse cruzado con el en un pasillo, en el comedor o en la sala de estar cientos de veces sin haber sabido quien era en realidad hasta esa noche. No obstante, se dijo que eso no era asi, que si alguna vez lo hubiera mirado directamente a los ojos, habria visto en ellos lo mismo que esa noche.

Negro Grande cogio una pala y se situo en un extremo del pequeno monticulo que senalaba donde se habia dado sepultura a Cleo el dia anterior. Francis se puso a su lado, cogio el pico y, sin decir palabra, lo levanto por encima de la cabeza y lo clavo en la tierra humeda. Le sorprendio la facilidad con que podia remover la tierra blanda de la tumba de Cleo. Era como si ella le facilitase las cosas.

Entretanto, los paramedicos tenian que esforzarse por segunda vez en pocas horas. No paso demasiado rato antes de que los tres oyeran arrancar la ambulancia y recorrer el camino de salida en direccion al hospital mas proximo, como habia hecho antes, a la misma velocidad vertiginosa, por el mismo camino lleno de baches.

Cuando el aullido de la sirena se desvanecio, se quedaron unicamente con el sonido apagado de las palas y el pico. Seguia lloviendo y el agua los empapaba, pero Francis apenas era consciente de sentirse incomodo, ni siquiera de tener el menor rastro de frio. Se le formaba una ampolla en la mano, pero no hizo caso y siguio descargando el pico una y otra vez. Habia superado el agotamiento, absorto en lo que estaban haciendo y en la certeza de que todas las pruebas incriminatorias, yacerian bajo tierra.

No supo si tardaron una hora o mas en cavar hasta un metro y medio de profundidad, donde el barato ataud de metal que contenia los restos de Cleo quedo por fin al descubierto. Por un instante, la lluvia repiqueteo contra la tapa, y Francis espero extranamente que el ruido no perturbara el sueno de la reina egipcia. Luego, sacudio la cabeza y penso: «Esto le gustaria. Toda emperatriz se merece un esclavo en la otra vida.»

Negro Grande dejo la pala en el suelo y su hermano lo ayudo a levantar el cadaver del angel por las manos y los pies. Tambaleantes en el barro resbaladizo, se acercaron al borde de la tumba y, con un impulso, dejaron caer al angel sobre el ataud con un sonido apagado. Negro Grande dirigio una mirada a Francis, que estaba de pie al borde de la fosa, dubitativo.

– No es necesario decir una oracion por este hombre porque ninguna le servira de nada alla donde va -le dijo.

Francis asintio.

Despues, sin vacilar, los tres hombres cogieron las herramientas y empezaron a rellenar deprisa la tumba, justo cuando la primera luz titubeante del alba empezaba a asomar por el horizonte.

Y eso fue todo.

Me acurruque hecho un ovillo junto a la pared.

Me estremeci y procure aislarme del caos que me rodeaba. En un lugar situado a kilometros de distancia se oian gritos y muchos golpes, como si todos los miedos, las dudas y hasta el ultimo apice de culpa que habia ocultado todos esos anos intentaran derribar mi puerta para irrumpir en mi casa. Sabia que debia una muerte al angel, y que este habia venido a reclamarla. Habia contado la historia y no creia tener mas derecho a vivir. Cerre los ojos y, sin dejar de oir voces destempladas y gritos apremiantes, espere a que se vengara, a sentir la frialdad de su tacto. Me contraje todo lo que pude y oi acercarse pasos freneticos mientras yo, por fin calmado, esperaba la muerte.

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