habia nada, y con toda probabilidad nunca lo habia habido. El chico no iba a apretar el gatillo porque estuviera enfadado o asustado. Lo haria porque Sean no era mas que una imagen de un juego de video de metro ochenta y cinco, y la pistola era un mando.
– Johnny, deja de apuntarme con esa pistola.
Sean oia la respiracion de Whitey al otro lado del umbral. -Johnny.
– ?Me ha dado punetazos! -exclamo Johnny O'Shea-. ?Dos veces! i Y me ha roto la nariz!
– ?Quien?
– Brendan.
Sean miro a su izquierda, y vio a Brendan de pie junto a la puerta de la cocina, con las manos a los lados, paralizado. Se dio cuenta de que Johnny O'Shea habia estado a punto de disparar a Brendan cuando el cruzo la puerta. Podia oir la respiracion de Brendan, superficial y lenta.
– Si quieres, le arrestaremos por ello.
– ?No quiero que le arresten! ?Lo quiero muerto, joder!
– La muerte es una cosa muy grave, Johnny. Los muertos nunca regresan, ?recuerdas?
– Ya lo se -respondio el chico-. Ya se de que va todo eso. ?Piensa usarla?
La cara del chico era un desastre; de la nariz rota no paraba de salir sangre y le goteaba por la barbilla.
– ?El que? -pregunto Sean.
Johnny O'Shea senalo la cadera de Sean, y contesto:
– Esa pistola. Es una Glock, ?verdad?
– Si, lo es.
– Eso si que es una pistola, tio. Me encantaria tener una. ?Piensa usarla?
– ?Ahora?
– Si. ?Va a utilizarla?
Sean, con una sonrisa, respondio:
– No, Johnny.
– ?Por que cono sonrie? -replico Johnny-. Usela y a ver que pasa. Sera divertido.
Le acerco la pistola, con el brazo extendido, con la boca tan solo a dos centimetros de distancia del pecho de Sean.
– Diria que ya me tienes, companero -dijo Sean-. ?Sabes lo que te quiero decir?
– Ya es mio, Ray -grito Johnny-. ?Un maldito poli! ?Yo solo! ?Que te parece?
– No dejemos que esto se salga de… -apunto Sean.
– ?Sabe? Una vez vi una pelicula en la que un poli perseguia a un negro por encima de un tejado. El negro lo lanzo desde arriba, y el poli no paro de gritar hasta que cayo al suelo. El negro era muy cabron, no le importo lo mas n1inimo que el policia tuviera mujer e hijos esperandole en casa. ?El negro aquel era genial, tio!
Sean ya habia presenciado algo similar con anterioridad. Fue una vez que iba de uniforme y que le habian mandado a controlar a la multitud en el atraco a un banco que se habia complicado. Durante un periodo de dos horas, el tipo se habia ido haciendo gradualmente mas fuerte, por el poder de la pistola y por el efecto que provocaba, y Sean le habia observado mientras despotricaba a los monitores instalados junto a las camaras del banco. Al principio, el atracador estaba aterrorizado, pero luego lo habia superado. Se habia enamorado de la pistola.
Por un momento, Sean vio a Lauren que le miraba desde la almohada, con la cabeza apoyada en la mano. Vio a la hija que habia sonado, la olio, y penso lo horrible que seria morir sin llegar a conocerla o sin ver de nuevo a Lauren.
Se concentro en el rostro vacio que tenia ante el.
– ?Ves al tipo de tu izquierda, Johnny? -le pregunto Sean-. ?El que hay junto a la puerta?
Johnny dirigio los ojos con rapidez hacia la puerta y respondio:
– Si.
– No quiere dispararte. De verdad que no.
– Si me dispara, me da igual-replico Johnny, pero Sean se percato de que habia surtido efecto, ya que el chico empezo a mover los ojos nerviosamente arriba y abajo.
– Pero si tu me disparas, no le quedara mas remedio que hacerlo.
– No me da miedo la muerte.
– Ya lo se. Pero no te creas que te pegara un tiro en la cabeza o algo asi. No tenemos por costumbre matar a ninos. Pero si te dispara desde donde esta, ?sabes a donde ira a parar la bala?
Sean siguio con la mirada puesta en Johnny, a pesar de que su cabeza parecia estar clavada a la pistola que el chaval sostenia en la mano, y deseaba mirarla y ver donde estaba el gatillo, y si el chico pensaba apretarlo. Sean pensaba: «No quiero que me dispare, y mucho menos morir a manos de un nino». No se le ocurria otra forma mas patetica de morir. Tenia la sensacion de que Brendan, paralizado, a unos tres metros a su izquierda, debia de estar pensando lo mismo.
Johnny se lamio los labios.
– Te atravesara la axila y la columna vertebral. Te quedaras paralitico. Seras como uno de esos ninos de los anuncios. Ya sabes. Sentado en una silla de ruedas, con un lado paralizado, y la cabeza colgando fuera de la silla. No pararas de babear, Johnny. La gente tendra que sostenerte el vaso para que bebas con una pajita.
Johnny tomo una decision. Sean lo noto, como si una luz se hubiera encendido en el oscuro cerebro del chaval, y entonces Sean sintio que el miedo se apoderaba de el, y supo que el chico iba a apretar el gatillo aunque solo fuera para oir el ruido que hacia al disparar.
– ?Mi nariz! -exclamo Johnny, volviendose hacia Brendan.
Sean oyo, sorprendido, como su propia respiracion le salia de la boca, y al bajar los ojos vio el arma que se apartaba de su cuerpo, como si diera vueltas en lo alto de un tripode. Extendio los brazos con tanta rapidez que parecia que otra persona le controlara los movimientos de los brazos. Asio la pistola al tiempo que Whitey entraba en la habitacion, apuntando con la Glock al pecho del chico. La boca del chico emitio un sonido, un grito de asombro y decepcion, como si hubiera abierto un regalo de Navidad y se hubiera encontrado con un calcetin sucio; Sean le apoyo la frente contra la pared y le quito la pistola.
– ?Cabronazo! -exclamo Sean, mientras le guinaba un ojo a Whitey a traves del sudor que le empapaba.
Johnny empezo a llorar como un nino de trece anos, como si el mundo entero descansara sobre su cabeza.
Sean lo coloco de espaldas a la pared, le puso las manos detras, y vio que Brendan finalmente respiraba profundamente aliviado, con labios y brazos temblorosos. Ray estaba de pie tras el en una cocina que parecia haber sido arrollada por un ciclon. Whitey se acerco a Sean, le puso una mano en el hombro y le pregunto:
– ?Como estas?
– Ha estado a punto de hacerlo -respondio Sean, sintiendo el sudor que le empapaba la ropa, incluso los calcetines.
– No es verdad -protesto Johnny-. Solo bromeaba.
– ?Que te jodan! -le espeto Whitey, y acerco su cara a la del chico-. A excepcion de tu madre, a nadie le importan tus lagrimas, desgraciado. Asi que ya te puedes ir acostumbrando.
Sean le coloco las esposas a Johnny O'Shea y lo cogio de la camisa; a continuacion lo llevo a la cocina y lo dejo caer en una silla.
– Ray, por el aspecto que tienes -apunto Whitey-, cualquiera diria que te han tirado desde la parte trasera de un camion.
Ray se volvio hacia su hermano.
Brendan se apoyo en el horno, y su cuerpo se tambaleo de tal modo que Sean se imagino que la mas ligera de las brisas le haria caer al suelo.
– Lo sabemos -declaro Sean.
– ?Que es lo que saben? -pregunto Brendan en un susurro.
Sean observo al chaval que lloriqueaba y al otro, mudo, que les miraba con la esperanza de que se marcharan pronto para poder volver a su habitacion y jugar al