Observo la cama en la que tan solo hacia una noche que se habia quedado dormido con los ojos puestos en la nuca de Katie, contando los hermosos mechones de pelo rubio, rodeandole la cadera con el brazo, mientras que la palma de la mano descansaba en su calido abdomen, el olor de su pelo, el perfume y unas gotas de sudor en las ventanas de la nariz.
Miro otra vez el telefono.
«?Llama, maldita sea! ?Llama!»
Un par de ninos encontraron el coche. Avisaron a la policia y al nino que se puso al aparato parecia faltarle la respiracion, como si fuera a perder el conocimiento a medida que las palabras le salian de la boca:
– Hay un coche con sangre y, eh, la puerta esta abierta y, eh…
Le interrumpio la operadora.
– ?Donde se encuentra el coche?
– En las marismas -respondio el chico-. Cerca del Pen Park. Mi amigo y yo lo encontramos.
– ?En que calle?
– En la calle Sydney -solto el chaval por telefono-. Esta lleno de sangre y la puerta esta abierta.
– ?Como te llamas, hijo?
– Quiere saber el nombre de la victima -le dijo el nino a su amigo-. Ademas, me ha llamado «hijo».
– ?Hijo! -exclamo la operadora-. Lo que te he preguntado es tu nombre.
– ?Tio, larguemonos de aqui! -grito-. ?Buena suerte!
El chico colgo el telefono y la operadora vio por la pantalla del ordenador que la llamada se habia realizado desde una cabina que estaba en la esquina de las calles Kilmer y Nauset, en los edificios de East Bucky, a unos ochocientos metros de distancia de la entrada por la calle Sydney del Penitentiary Park. Paso la informacion al Departamento de Comunicados, que envio una unidad a la calle Sydney.
Uno de los policias llamo de nuevo y pidio mas unidades, «algun especialista para examinar el lugar del crimen y… ah, si, quiza querreis enviar a uno o dos agentes del Departamento de Homicidios o alguien parecido; es solo una idea».
– ?Han encontrado algun cadaver, unidad treinta y tres? Cambio,
– Negativo.
– Treinta y tres, si no han encontrado ningun cuerpo, ?por que solicita que mandemos a alguien del Departamento de Homicidios? Cambio.
– Por el aspecto del coche, creo que no tardaremos mucho en encontrar uno por aqui cerca.
Sean empezo su primer dia de trabajo aparcando el coche en Crescent y rodeando los caballetes azules que habia en el cruce de la calle Sydney. Los caballetes llevaban la marca del Departamento de Policia de Boston, ya que habian sido los primeros en llegar al lugar del crimen, pero segun lo que habia oido por la emisora de la policia mientras se dirigia hacia alli, supuso que el caso debia de pertenecer al Departamento de Homicidios del Estado; es decir, al suyo.
Segun tenia entendido, habian encontrado el coche en la calle Sydney que estaba bajo jurisdiccion municipal, pero el rastro de sangre llevaba al Penitentiary Park, que al formar parte del territorio nacional estaba bajo jurisdiccion estatal. Sean bajo la calle Crescent bordeando el parque y lo primero que vio fue una furgoneta aparcada a media manzana de alli; pertenecia a la unidad de especialistas de supervision de la escena del crimen.
A medida que se acercaba, vio a su sargento, Whitey Powers, a unos metros de distancia de un coche que tenia la puerta del conductor entreabierta Souza y Connolly, que tan solo hacia una semana que habian sido ascendidos al Departamento de Homicidios, examinaban los hierbajos que habia alrededor de la entrada del parque con una taza de cafe en la mano. La furgoneta de especialistas, junto con dos coches patrulla, estaba aparcada en el arcen de grava; el equipo de Inspeccion examinaba el coche y lanzaba miradas asesinas a Souza y Connolly por pisotear posibles pruebas y por lanzar al sueIo la tapa de las tazas de poliestireno.
– ?Como va eso proscrito? -Whitey Powers alzo las cejas con un gesto de sorpresa- ?Ya te han avisado?
– Si- respondio Sean. Sin embargo, no tengo companero, sargento. Adolph esta de baja.
Whitey Powers asintio con la cabeza y anadio:
– Tu te pillas la mano y ese aleman inutil se coge una baja sin avisar -rodeo a Sean con el brazo-. Mientras estes a prueba, vendras conmigo, chico.
Asi era como iban a ir las cosas: Whitey se encargaria de vigilar a Sean hasta que los jefazos del departamento decidieran si satisfacia o no los requisitos.
– ?Y eso que parecia un fin de semana tranquilo! -exclamo Whitey, mientras hacia que Sean se volviera hacia el coche con la puerta entreabierta-o Ayer por la noche, Sean, el condado entero estaba mas tranquilo que un gato muerto. Apunalaron a una persona en Parker Hill, a otra en Bromley Heath, y a un universitario le golpearon con una botella de cerveza en Allston. Sin embargo, no hubo ninguna victima mortal y los federales se ocuparon de todo. ?Sabes que hizo la victima de Parker Hill? Entro por sus propios medios en la sala de urgencias del Hospital General de Massachusetts, con un gran cuchillo de carnicero en la clavicula, y le pregunto a la enfermera de recepcion donde estaba la maquina de Coca-Cola en aquel cuchitril.
– ?Se lo dijo? -pregunto Sean.
Whitey sonrio. Era uno de los hombres mas inteligentes del Departamento Estatal de Homicidios y siempre lo habia sido; asi pues, sonreia mucho. Sin embargo, debio de haber recibido la llamada mientras no estaba de servicio, ya que llevaba pantalones de chandal, la camiseta de hockey de su hijo, una gorra de beisbol puesta del reves, sandalias de color azul tornasolado sin calcetines, y la placa de oro le colgaba de una cinta de nailon por encima del jersey.
– ?Me gusta tu camiseta! -exclamo Sean.
Whitey le dedico otra de sus sonrisas relajadas mientras un pajaro del parque volaba formando un arco por encima de ellos; solto un graznido tan estridente que le golpeo a Sean en la columna vertebral.
– ?Ya ves! Hace tan solo media hora estaba en el sofa de mi casa.
– ?Viendo los dibujos animados?
– No, lucha libre. -Withey senalo los hierbajos y el parque que se extendia mas alla-. Supongo que la encontraremos en alguno de esos lugares. Sin embargo, aun no habiamos empezado a buscarla, cuando Friel nos dijo que no podemos contarlo a los de Personas Desaparecidas hasta que encontremos el cuerpo.
El pajaro volvio a sobrevolar sus cabezas, un poco mas bajo, y esa vez el desagradable graznido encontro la base del cerebro de Sean y le mordio alli.
– Sin embargo, ?es nuestro? -pregunto Sean.
Whitey asintio con la cabeza y anadio:
– A no ser que la victima consiguiera salir del parque y haya palmado en medio de la calle.
Sean alzo los ojos. El pajaro tenia una gran cabeza y patas cortas escondidas bajo el pecho, blanco y con rayas grisaceas en el centro. Sean no reconocio la especie, aunque tampoco es que pasara mucho tiempo en medio de la naturaleza.
– ?Que es? -pregunto.
– Un martin pescador norteamericano -contesto Whitey.
– Y una mierda.
El sargento alzo una mano y exclamo:
– ?Te lo juro por Dios, tio!
– Veias muchos documentales de animales de pequeno, ?no?
EI pajaro dejo escapar otro graznido estridente y a Sean le entraron ganas de pegarle un tiro.
– ?Quieres echar un vistazo al coche? -pregunto Whitey.
– Antes dijiste que «la» encontrariamos -comento Sean mientras pasaban por debajo de la cinta policial amarilla y se dirigian al coche.
El equipo de Inspeccion encontro los papeles del coche en la guantera. La propietaria del coche es una tal Katherine Marcus.
– ?Mierda! -exclamo Sean.
– ?La conoces?
– Es posible que sea la hija de un tipo que conozco.