– ?Algun amigo intimo?
– No, solo lo conozco de verlo por el barrio. -Sean nego con la cabeza.
– ?Estas seguro?
Whitey queria saber en aquel preciso momento si Sean deseaba que le asignaran el caso a otra persona.
– Si, respondio Sean-. Completamente seguro.
Llegaron hasta el coche y Whitey senalo la puerta abierta del conductor en el momento en que una experta del equipo retrocedia y se estiraba, arqueando la espalda y con las manos entrelazadas en direccion hacia el cielo.
– ?No toquen nada, por favor! ?Quien dirige la investigacion?
– Supongo que yo -respondio Whitey-. El parque esta bajo jurisdiccion estatal.
– Pero el coche se encuentra en una propiedad municipal.
Whitey senalo los hierbajos y tercio:
– Pero las salpicaduras de sangre estan en una zona que pertenece al estado.
– No lo se -dijo la experta con un suspiro.
– Hemos mandado a alguien para que lo averigue -dijo Whitey. Hasta que no tengamos noticias, se trata de un caso estatal.
Sean observo los hierbajos que conducian al parque y supo que, de haber un cadaver, seria alli donde lo encontrarian.
– ?Que tenemos hasta ahora?
La experta bostezo y contesto:
– Cuando encontramos el coche, la puerta estaba entreabierta, las llaves puestas y los faros encendidos. El coche se quedo sin bateria diez segundos despues de que llegaramos al escenario del crimen.
Sean se percato de que habia una mancha de sangre en el altavoz de la puerta del conductor. Algunas gotas, oscuras y secas, habian goteado sobre el mismo altavoz. Se agacho, se dio la vuelta y vio otra mancha negra en el volante. Habia una tercera mancha, mas larga y mas ancha que las otras dos, pegada los bordes de un agujero de bala que atravesaba el respaldo de vinilo del asiento del conductor a la altura del hombro. Sean se volvio de nuevo y quedo encarado hacia los matojos que habia a la izquierda del coche; estiro el cuello para examinar lo que habia alrededor de la puerta del conductor y vio la abolladura reciente.
Levanto la vista hacia Whitey y este asintio con la cabeza.
– Es probable que el autor del crimen estuviera fuera del coche. La chica de los Marcus, si en realidad era ella la que conducia, le dio un golpe con la puerta. El cabron ese consiguio esquivar el golpe, le pego, no se, quiza en el hombro o en los biceps. De todos modos, la chica intento huir. -Senalo algunas hierbas aplastadas hacia poco por alguien que corria-. Pisaron las hierbas mientras se dirigian hacia el parque. No debia de estar herida de gravedad porque hemos encontrado muy pocos restos de sangre en los matojos.
– ?Cuantas unidades hay en el parque? -pregunto Sean.
– De momento, dos.
La experta del equipo de Inspeccion solto un bufido y pregunto:
– ?Son un poco mas listos que esos dos?
Sean y Whitey siguieron su mirada y se dieron cuenta de que a Connolly se le acababa de caer el cafe sobre los matojos y estaba alli de pie, maldiciendo el vaso.
– Oiga -exclamo Whitey-, son nuevos. Les podria dar una oportunidad.
– No son los unicos novatos de los que me tengo que encargar.
Sean dejo pasar a la mujer y le pregunto:
– ?Ha encontrado algo que pudiera identificarla aparte de los papeles del coche?
– Si. La cartera estaba bajo el asiento y el carne de conducir esta a nombre de Katherine Marcus. Habia una mochila detras del asiento del pasajero. En este momento, Billy esta examinando el contenido.
Sean miro por encima del capo para ver al tipo que ella acababa de senalar con la cabeza. Estaba de rodillas frente al coche, y con una mochila de color oscuro ante el.
– ?Cuantos anos tenia segun la documentacion?
– Diecinueve, sargento.
– Diecinueve -repitio Whitey a Sean-. ?Y conoces al padre? ?Joder le va a tocar sufrir mucho y es probable que el pobre desgraciado aun no tenga ni idea de lo que ha pasado!
Sean volvio la cabeza y observo como el pajaro solitario y estridente se dirigia de nuevo hacia el canal, chirriando, a medida que un intenso rayo de sol se abria camino entre las nubes. Sean sintio que aquel chirrido se adentraba por su canal auditivo y le llegaba hasta el mismisimo cerebro; durante un momento, se sumergio en el recuerdo de la extrema soledad que habia observado en el rostro del Jimmy Marcus de once anos el dia en que estuvieron a punto de robar un coche. Sean era capaz de sentirlo de nuevo, de pie junto a los matorrales que conducian al Penitentiary Park, como si aquellos veinticinco anos hubieran transcurrido con la misma rapidez que un anuncio televisivo; volvia a sentir la soledad exhausta, irritable e implorante que Jimmy Marcus habia ido acumulando como la pulpa extraida de un arbol marchito. Para librarse de ese sentimiento penso en Lauren, la Lauren de pelo largo y rojizo y con olor a mar que habia marinado su sueno matinal. Penso en aquella Lauren y deseo volver a adentrarse en el tunel del sueno, embriagarse con el y desaparecer.
7. EN LA SANGRE
Nadine Marcus, la hija mas joven de Jimmy y Annabeth, recibio el Sagrado Sacramento de la Comunion por primera vez el domingo por la manana en la parroquia de Santa Cecilia de los edificios de East Bucky. Llevaba las manos juntas desde las munecas hasta la punta de los dedos; el velo y el vestido blanco le hacian parecer una novia pequena o un angel de nieve. Se dirigia en procesion hacia al altar con otros cuarenta ninos, deslizandose, mientras que los demas avanzaban con pasos vacilantes.
Esa era, como minimo, la impresion que tenia Jimmy. Aunque el habria sido el primero en admitir que no era imparcial con sus hijos, tambien estaba casi seguro de que tenia razon. En los tiempos que corrian, la mayoria de los chiquillos hablaban o chillaban cuando les daba la gana, decian palabrotas delante de sus padres, pedian esto y lo de mas alla, no mostraban el mas minimo respeto por los adultos, y tenian esos ojos algo febriles y vidriosos de los adictos que pasan demasiadas horas ante el televisor, ante la pantalla del ordenador, o ambas cosas. A Jimmy le recordaban las bolas plateadas de la maquina del millon, que van len tas unas veces, pero que otras no paran de dar golpes, haciendo sonar las campanillas y yendo de derecha a izquierda velozmente. Cada vez que pedian algo, se lo daban. Si no era asi, lo pedian en voz alta. Si la respuesta seguia siendo un no vacilante, entonces gritaban. Y sus padres, que al fin y al cabo, segun Jimmy, eran todos unos pusilanimes, acababan por ceder a sus deseos.
.Jimmy y Annabeth adoraban a sus hijas. Se esforzaban mucho para que fueran ninas felices, alegres y para que comprendieran lo mucho que las amaban. Pero habia una frontera muy fina que separaba esa actitud de la tomadura de pelo; por lo tanto, Jimmy se aseguraba de que sus hijas supieran con exactitud donde estaba aquella frontera.
Tal y como estaban haciendo en aquel momento dos pequenos gilipollas que pasaban en procesion junto al banco de Jimmy: dos chicos que se iban dando empujones y que se reian en voz alta, sin hacer caso de las monjas que les mandaban callar, y haciendo el payaso delante de la multitud; aunque parezca mentira, algunos adultos les sonreian. ?Por amor de Dios! En la epoca de Jimmy, los padres habrian ido hacia ellos, y levantandoles del suelo por los pelos, les habrian dado un azote en el culo, para susurrarles al oido que aquello no habia acabado ahi antes de volver a dejarlos en el suelo.
Jimmy, que habia odiado a su viejo a mas no poder, sabia que los metodos de antes eran injustos, de eso no habia ninguna duda, joder, pero tenia que haber una solucion intermedia que la mayoria de la gente pasaba por alto. Un terreno neutral en el que el nino supiera que los padres le amaban, pero que los jefes y las normas tenian razon de ser, que un