la ciudad. El piso estaba cubierto de punta a punta con una moqueta beis; tenia esas paredes blancuzcas y ese olor a aire viciado tan caracteristico de las habitaciones de motel y de los pasillos de hospital. A pesar de que el piso estaba vacio, el televisor estaba en marcha cuando entraron, con el Canal de Entretenimiento y Deportes a un volumen muy bajo y las distintas partes de un juego Sega estaban dispersas sobre la moqueta, ante la enorme pantalla negra de lo que parecia ser un centro ludico. Delante del televisor habia un sofa -cama futon, lleno de bultos; Sean se imagino que, con toda probabilidad, la papelera estaria repleta de envoltorios de McDonald?s y que el congelador se hallaria lleno de comida preparada.
– ?Donde esta Terry? -pregunto Sean.
– Creo que esta jugando al hockey -respondio Whitey-. Aunque si tenemos en cuenta la epoca del ano en que estamos, quiza este jugando al beisbol; sin embargo, lo que mas le gusta es el hockey.
Sean solo habia visto a Terry una vez. A los catorce anos era gigantesco, un chico enorme, y cuando Sean pensaba en el tamano que alcanzaria al cabo de dos anos se imaginaba el miedo que tendrian los demas chicos al verlo correr como un rayo sobre el hielo humeante.
Whitey tenia la custodia de Terry porque su mujer no la queria. Hacia dos anos que les habia abandonado para irse con un abogado especializado en derecho civil adicto al crack, y cuyo problema haria que lo inhabilitasen para ejercer la abogacia y que lo demandaran por malversacion de fondos. Sin embargo, ella se habia quedado con el tipo, aunque Whitey y ella seguian siendo amigos. A veces, cuando le oias hablar de ella tenias que recordarte a ti mismo que estaban divorciados.
Es lo que hacia en aquel momento mientras conducia a Sean a la sala de estar y observaba el juego Sega del suelo; empezo a desabotonarse la camisa y le dijo:
– Suzanne siempre me dice que Terry y yo nos hemos montado aqui una verdadera casa de la fantasia. Cada vez que lo ve, suele quedarse pasmada. Pero yo creo que lo que le pasa es que esta celosa. ?Quieres una cerveza o alguna otra cosa?
Sean recordo lo que Friel le habia dicho sobre el problema que Whitey tenia con la bebida y se imagino la cara que Friel pondria si se presentaba a la reunion oliendo a Altoids y a Budweiser. Ademas, conociendo a Whitey, aquello podia tratarse tambien de una especie de prueba que le ponia, puesto que esos dias todo el mundo estaba pendiente de Sean.
– ?Por que no tomamos un poco de agua o una Coca-Cola? -sugirio Sean.
– ?Buen chico! -exclamo Whitey, sonriendo como si realmente hubiera puesto a Sean a prueba, aunque este percibio su necesidad en la mirada inquieta y en la forma de apoyar la punta de la lengua en las comisuras de los labios.
– ?Dos Coca-Colas; marchando!
Whitey salio de la cocina con los dos refrescos y dio uno a Sean. Se encamino hacia un pequeno cuarto de bano situado en el pasillo que salia de la sala de estar, y Sean oyo como se quitaba la camisa y hacia correr el agua.
– Este caso cada vez me parece mas complicado -grito Whitey desde el lavabo-. ?Tambien tienes esa sensacion?
– Un poco -admitio Sean.
– Las coartadas de Fallow y de O?Donnell parecen bastante convincentes.
– Pero eso no quiere decir que no pudieran contratar a alguien para que lo hiciera -apunto Sean.
– Estoy de acuerdo, pero ?es eso lo que piensas?
– En realidad, no. No lo veo nada claro.
– Sin embargo, no podemos descartar esa posibilidad.
– No, desde luego que no.
– Tendremos que volver a entrevistar al chico ese de los Harris, aunque solo sea porque no tiene coartada, pero no me lo imagino capaz de haberlo hecho. ?Ese chico parece de gelatina!
– Aun asi, tenemos que pensar en los motivos -advirtio Sean-. ?Y si cada vez estaba mas celoso de O'Donnell o algo asi?
Whitey salio del cuarto de bano secandose la cara con una toalla; su panza blanca tenia un corte en forma de sonrisa, una serpiente roja de tejido cicatricial que le atravesaba desde un lado hasta la parte baja del torax.
– Si, pero ese chico… -se dirigio poco a poco hacia el dormitorio de la parte trasera.
Sean fue hasta el pasillo y dijo:
– Tampoco le creo capaz de cometer semejante atrocidad, pero debemos asegurarnos.
– Ademas esta el padre y todos esos tios chiflados, aunque ya tengo a unos cuantos hombres interrogando a la gente del barrio.
Sean se apoyo en la pared, tomo un sorbo de su Coca-Cola y anadio:
– Si alguien lo hizo sin tener motivo alguno, sargento… ?mierda!
– Si, y que lo digas. -Whitey salio al pasillo con una camisa limpia y empezo a abotonarsela-. Pero la senora Prior nos dijo que no oyo gritar a nadie.
– Solo oyo un disparo.
Nosotros creemos que fue un disparo, aunque supongo que tenemos razon. Sin embargo, no oyo gritar a nadie.
– Tal vez la chica de los Marcus estuviera demasiado ocupada golpeando al tipo con la puerta del coche e intentando escapar.
– En eso estoy de acuerdo, pero… ?y la primera vez que lo vio dirigiendose hacia el coche?
Whitey paso por delante de Sean y entro en la cocina.
Sean se aparto de la pared, le siguio y preciso:
– Eso quiere decir que le conocia; ademas, le dijo «hola».
– Si -asintio Whitey-. Y si no fuera asi, ?por que iba a parar el coche?
– Es verdad -respondio Sean.
– ?No estas de acuerdo?
Whitey se apoyo en la encimera y se volvio hacia Sean.
– Es verdad -repitio Sean-, El coche se estrello y las ruedas estaban giradas hacia el bordillo.
– Sin embargo, no habia marcas que indicaran que hubiera derrapado.
Sean asintio con la cabeza y anadio:
– Quiza solo iba a veinticinco kilometros por hora y algo le hizo desviarse bruscamente hacia el bordillo.
– ?Que?
– ?Como cono quieres que lo sepa! ?El jefe eres tu!
Whitey sonrio y se bebio la Coca-Cola de un trago. Abrio la nevera para coger otra y le pregunto:
– ?Que podria hacer que alguien girase bruscamente sin darle al acelerador?
– Algo que hubiera en la carretera -respondio Sean.
Whitey levanto la segunda Coca-Cola en senal de asentimiento y recalco:
– Sin embargo, cuando llegamos alli no habia nada en la carretera.
– Pero eso fue a la manana siguiente.
– ?Que quieres decir, un ladrillo o algo asi?
– Teniendo en cuenta que era de noche, un ladrillo es demasiado pequeno, ?no crees?
– Pues un trozo de hormigon.
– De acuerdo.
– En todo caso, seguro que habia algo -insistio Whitey.
– Algo -asintio Sean.
– Se desvia, choca contra el bordillo, quita el pie del embrague, y el coche se estrella.
– Y en ese preciso instante aparece el asesino.
– A quien ella conoce. Y despues, ?que, sencillamente se acerca a ella y se la carga?
– Ella le da un golpe con la puerta y luego…
– ?Te han golpeado alguna vez con la puerta de un coche?
Whitey levanto el cuello de la camisa, se puso la corbata y empezo a hacerse el nudo.
– De momento me he perdido esa experiencia.
– Es como un punetazo. Por muy cerca que estes, si una mujer te golpea con la pequena puerta de un Toyota, lo unico que conseguira es ponerte de mal humor. Karen Hughes nos conto que el asesino debia de estar