Hasta luego, papa.
Jimmy se dio cuenta de que era aquel «luego», que hacia referencia a esa misma noche y a los ultimos minutos de su vida, lo que mas le doleria. Si hubiera estado alli, si esa misma noche hubiera podido pasar un poco mas de tiempo con su hija, tal vez habria sido capaz de retener una imagen mas reciente de Katie.
Sin embargo, no podia. Pero Dave, Diane y Eve, y su asesino si que podrian hacerlo.
«Si tenias que morir -pensaba Jimmy-, si las cosas ya estaban predestinadas, ojala te hubieras muerto mirandome a los ojos. Me habria dolido mucho verte morir, Katie, pero, como minimo, habria sabido que no te sentias tan sola al mirarme a los ojos.
«Te quiero. Te quiero mucho. A decir verdad, te quiero mas de lo que ame a tu madre, mas que a tus hermanas, mas que a Annabeth, que Dios me perdone. Y las quiero con locura, pero a ti te quiero mucho mas, porque cuando sali de la carcel y me sentaba contigo en la cocina, eramos las unicas personas que quedaban sobre la capa de la tierra. Olvidados y despreciados. Ambos estabamos tan asustados, tan confundidos y tan absolutamente abandonados. Sin embargo, conseguimos superarlo, ?no es verdad? Convertimos nuestras propias vidas en algo bueno, hasta que llego un dia en que dejamos de sentirnos asustados y abandonados. Habria sido incapaz de hacerlo sin ti. No hubiera podido. No soy tan fuerte.
«Te habrias convertido en una bella mujer. Tal vez en una bella esposa. En un milagro de madre. Eras amiga mia, Katie. Viste mi miedo, pero no echaste a correr. Te quiero mas que a mi vida. Echarte de menos sera mi cancer. Y eso me matara.»
Y por un instante, de pie en la ducha, Jimmy sintio como Katie le acariciaba la espalda con la palma de la mano. Eso era lo que habia olvidado sobre la ultima vez que la habia visto. Le habia pasado la mano por la espalda mientras se inclinaba hacia el para besarle la mejilla. Se la habia apoyado en la columna vertebral, entre los omoplatos, y le habia hecho sentir bien.
Permanecio en la ducha, sintiendo como Katie seguia apoyando la mano en su piel mojada, y noto que se le pasaban las ganas de llorar. Volvio a sentirse fuerte en su dolor. Se sentia querido por su hija.
Whitey y Sean aparcaron el coche en la esquina de la tienda de Jimmy y echaron a andar en direccion a la avenida Buckingham. El anochecer se estaba volviendo frio y el cielo se tenia de un tono azul marino; Sean se sorprendio a si mismo preguntandose que estaria haciendo Lauren en ese momento, si estaria cerca de una ventana, si podria ver el mismo cielo que el estaba viendo, si tambien podria sentir como avanzaba el frio.
Antes de llegar al bloque de tres plantas en el que Jimmy y su mujer vivian, rodeados de varios Savage lunaticos y de sus respectivas mujeres o novias, vieron a Dave Boyle apoyado en la ventanilla abierta de un Honda que estaba aparcado delante de la casa. Dave alargo la mano hacia la guantera, la cerro de golpe, y se alejo del coche con una cartera en la mano. Se percato de la presencia de Sean y de Whitey en el preciso instante que cerraba el coche con llave. Les sonrio y exclamo:
– ?Otra vez por aqui!
– Somos como la gripe -puntualizo Whitey-. Nunca desaparecemos del todo.
– ?Que tal, Dave? -pregunto Sean.
– Las cosas no han cambiado mucho en cuatro horas. ?Vais a ver a Jimmy?
Hicieron un gesto de asentimiento. -?Habeis averiguado… algo mas del caso?
Sean movio la cabeza a un lado y a otro y respondio:
– Solo vamos a presentarles nuestros respetos y a ver como va todo.
– Ahora estan bien. Creo que estan un poco cansados, ?saben? Por lo que se, Jimmy no ha dormido desde ayer. A Annabeth le han entrado muchas ganas de fumar, asi que me he ofrecido para ir a comprarle un paquete; no me acordaba de que me habia dejado la cartera en el coche -la sostuvo con su mano hinchada y despues se la metio en el bolsillo.
Whitey tambien se metio las manos en los bolsillos, se balanceo sobre los talones, y le dedico una tensa sonrisa.
– Parece doloroso -comento Sean.
– ?Esto? -Dave alzo la mano de nuevo y se la quedo mirando. En realidad, no me duele mucho.
Sean asintio con la cabeza, le dedico una sonrisa igualmente tensa, y los dos se quedaron alli de pie observando a Dave.
– La otra noche estaba jugando al billar -explico Dave-. Ya sabes la mesa que tienen en el McGills, Sean. Mas de la mitad de la mesa esta contra la pared y uno siempre tiene que acabar usando el maldito taco corto.
– ?Claro! -exclamo Sean.
– La bola blanca estaba muy cerca del borde y la que queria golpear estaba en la otra punta de la mesa. Eche la mano hacia atras para golpear la pelota con fuerza, y me olvide de que estaba junto a la pared. ?Y bum! Estuve a punto de atravesar la maldita pared con la mano.
– ?Ay! -exclamo Sean.
– ?Lo consiguio? -pregunto Whitey.
– ?El que?
– La jugada.
Dave fruncio el entrecejo y respondio:
– Me retire de la partida, ya que era incapaz de seguir jugando.
– ?Por supuesto! -apunto Whitey.
– Si, la verdad es que me fastidio bastante porque hasta ese momento iba ganando -dijo Dave.
Whitey hizo un gesto de asentimiento, se volvio hacia el coche de Dave, y le dijo:
– Tiene el mismo problema que yo he tenido con el mio.
Dave se volvio para mirar su coche y respondio:
– No creo. Nunca he tenido ningun problema con este coche.
– ?Mierda! El dispositivo de encendido de mi Accord me costo un ojo de la cara, sesenta y cinco mil dolares. Luego me entere de que a un amigo mio le habia pasado lo mismo. Con lo que me he gastado arreglandolo y lo que pague por el examen de conducir, el coche me ha salido bien caro, ?sabe?
– Sin embargo, mi coche es estupendo. -Se dio la vuelta y luego se volvio de nuevo hacia ellos-. Bien, me voy a buscar esos cigarrillos.
– Ya nos veremos en la casa.
– Si, hasta luego -respondio Sean saludandole con la mano antes de que Dave bajara de la acera y cruzara la avenida.
Whitey echo un vistazo al Honda y dijo:
– Tiene una buena abolladura en la parte delantera.
– ?Ostras, sargento, creia que no se habia dado cuenta! -exclamo Sean.
– ?Y la historia que nos ha contado del taco de billar! -Whitey profirio un silbido-. ?Que hacia…? ?Sostener el extremo del palo con la palma de la mano?
– No obstante, tenemos un problema -declaro Sean, mientras observaban como Dave entraba en Eagle Liquors.
– ?Ah, si? ?Cual, superpoli?
– Si cree que Dave fue el tipo que Souza vio en el aparcamiento del Last Drop, entonces estaba aplastandole la cabeza a otra persona mientras asesinaban a Katie Marcus.
Whitey le dedico una mueca de desaprobacion y anadio:
– ?Es eso lo que piensa? Pues yo creo que fue el tipo que estaba sentado en el aparcamiento en el preciso instante en que salia del bar la chica que iba a morir media hora despues. Creo que no estaba en casa a las dos menos diez, como quiso hacernos creer.
A traves del
– Cabe la posibilidad de que la sangre que la Policia Cientifica encontro en el suelo del aparcamiento llevara