celofan del paquete de cigarrillos, se lo dio a Annabeth y le dijo:
– ?Aqui tienes, Anna!
– Gracias. -Se volvio hacia Jimmy con una ligera expresion de turbacion-. Me han entrado muchas ganas de fumar.
Jimmy sonrio con dulzura, le acaricio la mano y le respondio:
– Carino, haz lo que quieras. A mi no me supone ningun problema. Se volvio hacia Whitey y Sean mientras se encendia el cigarrillo, y declaro:
– Lo deje hace diez anos.
– Yo tambien -confeso Sean-. ?Le puedo coger uno?
Annabeth se rio, con el cigarrillo temblandole entre los dedos, y Jimmy penso que seguramente era el primer sonido agradable que habia oido en las ultimas veinticuatro horas. Vio como Sean sonreia mientras cogia un cigarrillo de su mujer y deseo darle las gracias por haberla hecho reir.
– Es un chico malo, agente Devine. Annabeth le encendio el cigarrillo. Sean dio una calada y comento:
– No es la primera vez que me lo dicen.
– De hecho, si no recuerdo mal, te lo dijo el comandante jefe la semana pasada -tercio Whitey.
– ?De verdad? -pregunto Annabeth, observando a Sean con cierto gesto de interes carinoso; Annabeth era una de esas pocas personas que tienen tanto interes en escuchar a la gente como en hablar.
La sonrisa de Sean se hizo aun mayor cuando Dave se sento con ellos, y Jimmy sintio que el aire de la cocina se volvia mas ligero.
– Me suspendieron de mi empleo -admitio Sean-. Ayer fue mi primer dia de trabajo despues de la sancion.
– ?Que hiciste? -pregunto Jimmy, apoyandose en la mesa.
– Es confidencial -respondio Sean.
– ?Sargento Powers? -pregunto Annabeth.
– Bien, el agente Devine aqui presente…
Sean le miro por encima del hombro y le amenazo:
– Yo tambien podria contar muchas historias sobre ti.
– Tienes razon -asintio Whitey-. Lo siento, senora Marcus.
– ?Vamos, hombre!
– No, no puede ser. Lo siento.
– Sean -dijo Jimmy, y cuando Sean se volvio para mirarle, Jimmy le dio a entender con la mirada que eso estaba bien, que era precisamente lo que necesitaban en ese momento. Un respiro. Una conversacion que no tuviera nada que ver con asesinatos ni funerarias ni perdidas.
El rostro de Sean se suavizo y por un momento parecio la misma cara de cuando tenia once anos; luego hizo un gesto de asentimiento.
Se volvio hacia Annabeth y le confeso:
– Arreste a un tipo por unas multas inexistentes..
– ?Que hizo, que?
Annabeth se inclino hacia delante, sosteniendo el cigarrillo junto a la oreja y con los ojos abiertos de par en par.
Sean echo la cabeza hacia atras, dio una calada, expulso el aire hacia el techo, y prosiguio:
– Habia un tipo que me caia muy mal. El porque no importa. Pues bien, una vez al mes mas o menos, introducia su numero de matricula en el Registro de Vehiculos por haber cometido alguna infraccion; iba cambiando de infraccion: un dia por haber aparcado demasiado tiempo en una zona azul, otro dia por haber dejado el coche en una zona de carga y descarga, etc. Bien, la cuestion es que el tipo estaba fichado, pero el no lo sabia.
– Porque nunca recibio ninguna multa -aclaro Annabeth.
– Correcto. Ademas, cada veintiun dias le recargaban cinco dolares mas por falta de pago; en fin, que las facturas se le fueron amontonando hasta que un dia recibio una citacion judicial.
– Y se entero de que debia unos mil doscientos dolares al Estado -recalco Whitey.
– ?Mil doscientos! -repitio Sean-. El insistio en que nunca habia recibido ninguna multa, pero el tribunal no le creyo. Todo el mundo les va con el mismo cuento. Total, que el tipo esta jodido. Despues de todo, su nombre aparece en el ordenador, y los ordenadores no mienten.
– ?Es genial! -exclamo Dave-. ?Lo haces muy a menudo?
– ?No! -contesto Sean, y Annabeth y Jimmy empezaron a reirse-. No, de verdad que no, David.
– ?Ten cuidado! -le advirtio Jimmy-. Ahora te llama «David».
– Solo lo he hecho una vez y al tipo
– ?Como te descubrieron?
– Su tia trabajaba para el Registro de Vehiculos -contesto Whitey-. ?No os parece increible?
– ?Y tanto! -exclamo Annabeth. Sean asintio con la cabeza y anadio:
– ?Y yo como iba a saberlo? Total, que el tipo pago las multas, pero se lo conto a su tia y esta siguio la pista y se entero de que habia sido alguien de mi comisaria; como yo ya habia tenido algun que otro percance con el caballero en cuestion, fue muy facil para el comandante jefe atar cabos y reducir la lista de sospechosos; asi es como me pillaron.
– ?Que marron te cayo exactamente por esto? -pregunto Jimmy.
– ?Uno bueno! -admitio Sean, y esa vez se rieron los cuatro.
– ?Un marron enorme, interminable y espantoso!
Sean se percato de que a Jimmy le brillaban los ojos, y tambien empezo a reirse.
– No ha sido un ano muy bueno para el pobre agente Devine -declaro Whitey.
– Tuvo suerte de que no se enterara nadie de la prensa -apunto Annabeth.
– ?Ya nos ocupamos nosotros mismos de castigarle! -repuso Whitey-. Y en realidad, la mujer que trabajaba en el Registro de Vehiculos solo averiguo la comisaria en la que fueron expedidas las multas, pero no sabia quien lo habia hecho. ?Que podiamos alegar? ?Un error administrativo?
– Fallo tecnico del ordenador -dijo Sean-. El comandante jefe me obligo a indemnizarle, bla, bla, bla, me suspendio una semana sin paga y me ha puesto a prueba por un periodo de tres meses. No obstante, podria haber sido mucho peor.
– Podrian haberle degradado -explico Whitey.
– ?Por que no lo hicieron? -pregunto Jimmy.
Sean apago el cigarrillo, alargo los brazos y contesto: -Porque soy Superpoli. ?No lees los periodicos, Jim?
– Lo que el egocentrico este les esta intentando decir es que, en los ultimos meses, ha resuelto unos cuantos casos importantes -dijo Whitey-. Es la persona que ha resuelto mas casos en mi unidad. Antes de echarle, tenemos que esperar a que alguien le supere.
– ?Aquel caso de violencia en la carretera! -exclamo Dave-. Una vez vi tu nombre en el periodico.
– Dave si que lee -dijo Sean a Jimmy.
– Sin embargo, no creo que lea libros sobre como jugar bien al billar -dijo Whitey con una sonrisa-. ?Como tiene esa mano?
Jimmy se volvio hacia Dave, y sus miradas se cruzaron en el instante en el que Dave bajaba los ojos; Jimmy tuvo la sensacion de que el poli grande se estaba metiendo con Dave, presionandole. Jimmy habia tenido suficientes experiencias de ese tipo para saber que, por el tono de voz que utilizaba, le estaba tomando el pelo a Dave por lo de la mano. ?Que habria querido decir con lo del billar?
Dave abrio la boca para hablar, pero se quedo paralizado al ver algo por encima del hombro de Sean. Jimmy le siguio la mirada y se puso rigido de la cabeza a los pies.
Sean volvio la cabeza y vio a Celeste Boyle con un vestido azul oscuro en la mano; sostenia la percha a la altura del hombro, por lo que el vestido se balanceaba a su lado, como si cubriera un cuerpo que nadie alcanzaba a ver.
Celeste vio la expresion del rostro de Jimmy y le dijo:
– Ya lo llevare yo a la funeraria, Jim. No hay ningun problema. Daba la impresion de que Jimmy habia olvidado como moverse.