Pero Guianeya «no presto atencion» ni a Goglidze, ni a ningun otro miembro de la tripulacion, «reconocio» solo a uno, solo a Muratov.

?Logica incomprensible pero evidente!

?Solo se dirigia a los jefes!

?En Hermes a Leguerier, en la astronave a Muratov! El resto, como si no existiera para Guianeya.

Era un hecho raro, muy raro, y muy dificil de encontrar una explicacion verosimil.

«Orgullo y altivez», decia Leguerier.

?No, no estaba en lo cierto! ?No puede ser verdad! No puede concordar, de ninguna forma puede concordar, la altivez con una alta civilizacion, como la necesaria para llevar a cabo el vuelo interestelar realizado por Guianeya.

Se presento a las personas en una nave cosmica que habia volado de otro sistema planetario, y ?quien podia decir en que abismo del espacio se encontraba el Sol de su patria? Esta nave nadie la habia visto, pero era sabido que era gigantesca, y superaba en mucho las dimensiones de lis terrestres. Y ademas poseia propiedades que todavia no las tenian las naves de la Tierra.

La tecnica de la patria de Guianeya se debia encontrar a una gran altura. Y esta clase de tecnica es inseparable de una alta organizacion de la sociedad de los habitantes racionales del planeta donde surja.

?Como puede concordar esto con la explicacion de Leguerier?

Pero refutarla era muy dificil. Guianeya con su conducta, considerada desde el punto de vista terreste, parecia que confirmaba el criterio del astronomo frances.

?Desde el punto de vista terrestre!

Muratov estaba convencido de que precisamente en esto se encierra el error. Desde el punto de vista de Guianeya todo esto podia considerarse de una forma completamente diferente.

Era interesante como determino Guianeya quien de las personas que la rodeaban era el jefe. Ya hacia tiempo que habia desaparecido en la Tierra la idea de que una persona pueda ser mas importante que otra. Y no podia manifestarse ni en la conducta, ni en las relaciones mutuas un estado de subordinacion. Todos se portaban igual, y solo por las conversaciones se podia determinar el papel de cada persona en una situacion determinada. Pero Guianeya no podia comprender el idioma de la Tierra. Y no podria comprenderlo incluso en el caso de que perteneciera a los que enviaron a la Tierra los satelites-exploradores. Ni tampoco aunque sus allegados hubieran desembarcado secretamente en la Tierra y hubieran conocido los idiomas existentes en ella. El personal del obsevatorio astronomico de Mermes y los miembros de la escuadrilla auxiliar hablaban en un nuevo idioma que se formo hace treinta anos, y que, poco a poco, iba convirtiendose en un idioma general. Guianeya no lo podia conocer. Se podia decir con toda seguridad que durante el ultimo medio siglo nadie procedente de otro mundo hubiera podido visitar la Tierra sin haber sido notado. Para esto existia el «Servicio del Cosmos».

Muratov recordaba la llegaba de la escuadrilla a la Tierra. Aterrizo en el mismo cohetodromo de donde despego. Recordaba la innumerable muchedumbre que los acogio. No eran miles, ni decenas de miles, fueron millones de personas las que vinieron aqui para recibir a Guianeya. La aparicion en la Tierra del primer representante de otros seres se transformo en una fiesta de todo el planeta.

Esta grandiosa manifestacion produjo una impresion imborrable en Muratov y sus acompanantes.

?Que impresion habia producido en Guianeya?…

Guianeya no manifesto ningun interes hacia lo que la rodeaba desde el primer dia de su aparicion, en la camara de salida del observatorio, incluso hasta en el aterrizaje de la astronave insignia en la Tierra. En cada movimiento, en cada mirada se traslucia una indiferencia rayana en la apatia. En siete dias de estancia entre las personas de la Tierra solo habia hecho cuatro gestos significativos: rechazar la mano de Jansen cuando queria medir la temperatura de su cuerpo, renunciar a la ayuda de Muratov en la camara de la astronave y mover dos veces la mano suavemente como si quisiera decir: «?volemos!»

A esta corta lista se podia anadir un gesto de saludo: cuando levanto hasta el hombro la mano abierta.

?Y mas no hubo!

Con este mismo gesto respondio Guianeya saliendo de la nave bajo el cielo de la Tierra a las personas que la vinieron a recibir.

Se podia suponer, teniendo en cuenta la juventud de Guianeya, que ella pisaba por primera vez el suelo de otro mundo, que por primera vez veia a otras gentes, a otra naturaleza.

?Y a pesar de esto ni el mas pequeno sintoma de emocion!

Esto no era natural.

Los cientificos decidieron despues de largas vacilaciones, discusiones y debates, no aislar a Guianeya de la atmosfera de la Tierra. Era demasiada incomodidad la que se le ocasionaria a la huesped teniendola encerrada en la escafandra. Si enfermara se le curaria, ya que no existia microbio contra el que no hubiera un remedio seguro. Ademas, la misma Guianeya, al parecer, no temia el contagio.

Y la muchacha de otro mundo se presento ante las personas «en todo el esplendor de su belleza», como habia dicho Leguerier, desde los pies a la cabeza vestida de «oro», con la hermosa cabellera azul-negra, destacandose perfectamente el tono verdoso de su piel.

Las pantallas instaladas en todas las partes, a muchos kilometros del cohetodromo, la mostraron a todas las personas.

Todos sabian de que forma poco corriente estaba vestida la huesped del cosmos, y a pesar de esto, al aparecer tan rara «cosmonauta», provoco exclamaciones de asombro que resonaron como un trueno.

Muratov observaba atentamente a Guianeya. En ausencia de Leguerier era la unica persona que podia, aunque solo fuera aproximadamente juzgar sus sentimientos por la expresion de su rostro.

Guianeya parecia tranquila e indiferente como siempre. Se detuvo al salir en el primer escalon de la escalera, levanto lentamente la mano hasta el hombro y la bajo con la misma lentitud. Su mirada estaba dirigida hacia adelante. Incluso no miro ni al enorme circulo que formaban las personas que vinieron a recibirla. Despues bajo los ojos.

Abajo la esperaban los cientificos, empleados del servicio cosmico, algunos operadores de la telecronica y periodistas.

Y en este instante Muratov observo lo que posteriormente habia servido de tema de largas e inutiles discusiones, de innumerables suposiciones y conjeturas.

Por la faz de Guianeya se deslizo un gesto. Sus ojos se agrandaron. Pero solo fue un instante. Inmediatamente adopto el inalterable aspecto habitual.

Pero Muratov no se equivoco. Los objetivos de las camaras fotograficas y de television la habian registrado como el la habia visto.

Estaba dispuesto a jurar que a Guianeya algo la habia asombrado, que esperaba otra cosa distinta.

?Es mas! Vio y comprendio de repente que ante el se encontraba otra Guianeya, que habia cambiado bruscamente todo su aspecto, la expresion de su cara. Que en estos siete dias Guianeya se hallaba en un estado de tensa espectativa, y solo ahora esta tension habia desaparecido y estaba tranquila.

?De esto no cabia la menor duda!

Lo que el y sus camaradas habian aceptado como la faz corriente de Guianeya era una mascara. Solo ahora habia visto su verdadero rostro.

Y le emociono profundamente la tranquilidad que se difundia por el semblante de la huesped, del que habian desaparecido, como por encanto, los rasgos de inmovilidad y dureza.

?Cual habia sido la causa de este cambio? ?La acogida cordial? Pero, ?si Guianeya habia sido acogida en Hermes como una amiga!

«?Otra vez un enigma!», penso Muratov un poco excitado, ya que no podia aguantar los enigmas.

Henry Stone se acerco a Guianeya y le tendio la mano.

?Y de nuevo un enigma!

Guianeya no se retiro, como antes en estos casos. Dio su mano de largos y flexibles dedos, en los que brillaban como esmeraldas las unas verdes, al presidente del consejo cientifico del Instituto de cosmonautica. Entrego su mano, pero no apreto.

Esto no sorprendio a nadie. El estrechar la mano podia ser una cosa no corriente en otros mundos. Por lo visto no lo conocian en la patria de Guianeya.

Despues de Stone se acercaron a ella dos muchachas. Muratov vio con asombro que una de ellas era su hermana menor. Pero en seguida comprendio por que se encontraba aqui. Marina era funcionarla del Instituto de

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