ultima. En asuntos de este tipo ya se habia establecido como una tradicion que los calculos se realizaran cuatro veces.

Como siempre que Muratov se enfrascaba eu el trabajo apartaba de su mente todo lo demas.

Cuando el trabajo se hubo terminado (la cuarta vez fue obtenido el mismo resultado), quedaba poco tiempo y Muratov se dirigio apresuradamente a Poltava.

Bolotnicov podia haberselo contado todo, pero su conversacion tomo inmediatamente otra orientacion. Y marchando hacia Selena para entrevistarse con Guianeya, Muratov no pudo sospechar que en sus planes entraba una circunstancia nueva y muy importante.

Y esta se referia precisamente a el.

El espanol era casi un idioma natal para Viktor. Sus padres que eran de procedencia rusa vivieron mucho tiempo en Espana. El padre trabajo en una expedicion geologica y la madre fue una de los arquitectos de la construccion de una gigantesca ciudad infantil en el litoral sureno de la peninsula Iberica.

Viktor nacio y paso los primeros anos de su vida en Almeria y alli termino la primera ensenanza.

Si hubiera conocido la noticia que produjo sensacion mundial, para el estaria claro por que el idioma de Guianeya le parecia conocido. Solo hacia cuatro dias habia hablado de esto con Bolotnikov en el vagon del sharex.

Pero Muratov no sabia nada.

Selena le asombro por sus dimensiones. Era considerablemente mas grande que Poltava aunque se la consideraba como el suburbio. La ciudad habia crecido durante cinco anos en un lugar desierto con una velocidad fabulosa. Las casas, las calles incluso los jardines y parques le parecieron particularmente limpios, pintados, como si fueran nuevos. Se sentia la influencia de una arquitectura en toda la ciudad. La grandiosidad del pensamiento y el trabajo encarnados en la edificacion producia una fuerte impresion.

Muratov, sin duda alguna, conocia la enorme amplitud de los trabajos que se realizaban en todas partes, en todo el planeta, los nuevos centenares de ciudades, los miles de pequenos poblados, dotados de todas las comodidades, y la cantidad innumerable de estaciones cientificas y tecnicas. La humanidad se esforzaba por terminar lo antes posible con la vida vieja, por adaptar su planeta a las nuevas exigencias constantemente crecientes del regimen comunista.

Pero resultaba que el vivia siempre en ciudades antiguas, que tenian siglos, reedificadas, reconstruidas, pero a pesar de todo viejas.

Selena era quizas la primera ciudad nueva, completamente moderna que veia de cerca.

Se sonrio al recordar su seguridad de que el primer transeunte le indicaria donde encontrar a Guianeya. ?Cualquiera la encuentra en este gigante!

Selena tenia forma de anillo. En el centro estaba ubicado el enorme cohetodromo.

El vechebus de circunvalacion le llevo a Muratov a traves de toda la ciudad.

Se olvido del tiempo, de su impaciencia, de todo. La vista absorbio por completo toda su atencion. A cada paso, en cada viraje se descubria un conjunto de edificios, cada uno mas bello y majestuoso que el siguiente. Las casas parecian ligeras como si flotaran en el aire, la abundancia de vegetacion subrayaba la ligereza de la construccion, la gran amplitud de las ventanas dejaba pasar a traves de ellas gran cantidad de luz solar.

Incluso las personas que vivian aqui parecian distintas a las de otras ciudades, como si en ellas hubiera tambien penetrado la luz.

«Hare todo lo posible por trasladarme aqui — penso Muratov —. Si no esta prohibido mudarse debido a la superpoblacion. Es necesario vivir rodeado de toda esta belleza.

Probablemente el trabajo ira mas facil aqui que en otros lugares».

Pero al parecer, no solo Muratov sentaba estos juicios sobre Selena en la que estaba encarnada toda la experiencia, todo el genio arquitectonico y artistico de la Tierra. En las calles habia mucha gente.

Cuando el vechebus hizo todo el recorrido deteniendose en el punto de partida, Muratov miro al reloj y salio, aunque no estaria demas hacer por segunda vez el mismo recorrido. Quedaba muy poco tiempo.

Llego al cohetodromo en el planeliot.

La vida transcurria corrientemente en el enorme campo de hormigon. El regreso de la Sexta expedicion lunar no tenia nada de particular que pudiera provocar una atencion especial. Casi cada dia terminaban aqui sus vuelos las naves cosmicas procedentes de la Luna, Marte, Venus, sin contar las lineas interiores, planetarias. Y otras tantas despegaban de aqui. La Sexta expedicion solo interesaba a un circulo reducido de personas relacionadas con el servicio cosmico, y a tales como Muratov, que tenian conocidas entre los participantes.

Iban y venian por el campo las maquinas auxiliares rapidas y zigzagueantes, arrastraban lentamente su monstruoso peso las cisternas de repostado, volaban en pequenos planeliots los mecanicos y despachadores. A lo lejos en el centro del campo, brillantes de sol, estaban los cuerpos de las naves de las lineas interiores, «terrestres», y los cohetes de aterrizaje. Las naves interplanetarias no aterrizaban en el cohetodiomo.

Desembarcaban sus pasajeros o los esperaban mas alla de los limites de la atmosfera.

Muratov vio muchas personas en el edificio del cosmodromo. Por lo visto hoy salia para un largo raid una nave. Algunos abandonaban la Tierra y otros les despedian.

En seguida se encontro con Stone. El presidente del consejo cientifico se alegro de encontrar a Muratov (tenian mucho tiempo sin verse) y le estrecho fuertemente su mano.

— ?Y que — dijo Muratov — otra vez nada nuevo!

— Por desgracia, nada nuevo — contesto suspirando Stone.

Se trataba de la Sexta expedicion. Los dos sabian que regresaba sin haber averiguado nada. No pudieron encontrar ningun indicio de la presencia en la Luna de los satelitesexploradores o de su base.

— Esta es la ultima — anadio Stone —. No tiene ningun sentido continuar las busquedas, mientras no sepamos algo nuevo, por ejemplo, de Guianeya.

— ?Atencion! — resono una voz no fuerte pero clara —. Que embarquen los que salen para Marte. Los acompanantes pueden ir solo hasta el vechebus.

El vestibulo quedo visiblemente vacio. Y entonces fue cuando Muratov vio a Guianeya y Marina. Estaban junto a uno de los numerosos quioscos automaticos y conversaban animadamente. Los que pasaban cerca dirigian a hurtadillas curiosas miradas a esta pareja.

— ?Es interesante por que se encuentra aqui? — dijo Stone siguiendo la mirada de Muratov —. Parece que Guianeya esta muy interesada por nuestras busquedas en la Luna.

— ?De donde puede ella saberlo? Stone miro con asombro a su interlocutor.

— ?Como — exclamo —, no sabe usted nada?

— ?De que?

— ?Ha leido los periodicos estos dias, ha oido las transmisiones?

— No — contesto Muratov —, no he tenido tiempo. Usted sabe de que me ocupaba.

— ?Vaya una cosa! — Stone movio la cabeza. ?Y nadie le ha dicho nada? Todo el planeta no habla mas que de esto y usted incluso no lo ha oido.

— ?De que se trata? — pregunto distraidamente Muratov que pensaba solo en la forma de acercarse a Guianeya para que esto fuera natural. Las dos muchachas estaban de espaldas a el.

Pero desaparecio como por encanto su distraccion cuando Stone pronuncio las primeras palabras. Le escuchaba completamente perplejo. ?Esta si que era una novedad!

?Guianeya sabe espanol? ?Inconcebible!

— ?Ahora lo comprende usted? — pregunto Stone.

— ?Como no! Precisamente comprendo que todo mi plan se ha derrumbado.

— ?Por que? — Stone conocia las intenciones de Muratov —. Todo lo contrario, esto le ayudara. Solo que hay que obrar con prudencia, con mucha prudencia.

— ?Precisamente por esto! Lo que significa que es necesario un plan nuevo, completamente nuevo.

— No es necesario mostrar a Guianeya que nos es conocido su secreto. Le aconsejaria, que en un momento oportuno, como si fuera casual, hablara en espanol con su hermana delante de ella. Elija un tema que le interese a Guianeya. Es importante y curioso ver como reaccionara ante esto.

Muratov miro con temor a Guianeya, que se encontraba a no mas de treinta pasos de ellos.

— Hablamos demasiado fuerte — susurro al oido de Stone —. Guianeya tiene un oido muy fino.

— No hablamos en espanol.

— Quien sabe. A lo mejor ella comprende. Despues de lo que usted me ha contado, no me fio de

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