Tenian que haber salido dos naves, pero despues, por algo, salio solo una.
La segunda quedo completamente preparada. Por lo visto debia despegar un poco mas tarde.
Pero no tuvo tiempo. Estallo la sublevacion.
Los «odiados» no hacian nada. Utilizaron a los esclavos para preparar sus naves, a los esclavos mas aptos e instruidos.
Para los islenos la tecnica era, claro esta, desconocida e incomprensible. No sabian adonde volo la nave, pero si que la tripulacion iba a dormir durante el camino y que la nave estaria gobernada por un mecanismo enigmatico que los «odiados» denominaban «cerebro de navegacion», el cual llevaria la nave hasta el objetivo.
Las dos naves fueron preparadas de la misma forma y simultaneamente.
Y cuando una salio y la segunda quedo, cuando se termino con los extranjeros, surgio el plan de utilizar esta nave.
En el pueblo tan largamente oprimido se desarrollo el sentimiento de solidaridad.
Querian ayudar a otros a evitar la misma suerte y comprendieron perfectamente que no se podia dejar vivos a los cuarenta y tres.
A decir verdad, cuarenta y dos, ya que nadie levantaria la mano contra Riyagueya.
Sabian como poner en marcha el mecanismo de la nave y nada mas. Y sin pensar en lo descabellado de su plan, salieron los cuatro.
Merigo debia relatar todo a aquellos desconocidos para ellos, y ayudar a sus tres acompanantes a hablar y comprender a aquellas gentes.
Les ensenaba ahora a hablar en espanol, ya que si tenian la suerte de llegar vivos al objetivo, se verian obligados a pasar toda su vida en un planeta extrano. ?Quien les podia indicar el camino de regreso?
Solo Riyagueya.
?Pero, queria hacerlo? No sabian que impresion le causaria la noticia de la liquidacion de todos sus compatriotas.
Los cuatro estaban dispuestos a no volver jamas a la patria.
— De nuevo me encontrare alli con Guianeya — dijo Merigo —. Ella no espera este encuentro. Y yo, con mis propias manos la matare. ?Cuanto quedaba por volar? Ellos no lo sabian.
3
— ?Ahi esta! — exclamo Guianeya —. Lo que ustedes buscan.
Todo el tiempo estaba conectada la radiocomunicacion entre los cuatro todoterreno.
Sus palabras, repetidas por Muratov, fueron escuchadas al mismo tiempo por todos. Y se podia decir con toda seguridad que los participantes de la expedicion las habian acogido en las cuatro maquinas con la misma alegria y emocion que Stone.
— ?Donde? — pregunto en el idioma de Guianeya.
?Encontrarla en el segundo dia de las busquedas! ?Vaya suerte! Despues de tres anos de fracasos sistematicos.
— Delante de usted. Y muy cerca. Muratov tradujo la contestacion. Los todoterreno se detuvieron.
Por delante no se veia nada. Las mismas tenebrosas rocas marron-grises cortadas por grietas, polvo casi amarillo que en espesas capas cubria el suelo. Los contrafuertes escarpados de las montanas se ocultaban en el alto cielo.
?No se veia nada!
Esto les parecia a las personas de la Tierra, pero Guianeya si que veia.
A nadie se le hubiera ocurrido buscar la base en un lugar como este. Aqui nada se podria haber encontrado.
Delante, a unos doscientos metros, la cordillera se retorcia terminando en agudos salientes, con enormes amontonamientos caoticos de piedras que en algun tiempo habian sido derrumbadas por un alud. La profundidad de los pliegues se ocultaba en una sombra negra e impenetrable.
?Cuantos de estos pliegues habian sido encontrados durante las busquedas!
La mano de Guianeya indicaba directamente hacia esta sombra.
— ?Alli — pregunto Stone — en la sombra?
— Si, en la misma profundidad.
— ?Los proyectores! — ordeno Stone. Cuatro poderosos haces de rayos, procedentes de las cuatro maquinas, disiparon la negra sombra.
?Nada! Las mismas rocas que al pie de las montanas. Lo mismo que en todas partes.
— Aqui de ninguna forma podiamos encontrar nada — dijo Veresov —. ?Y tan cerca de la estacion!
— ?Esta usted segura? — pregunto Stone.
— La veo — respondio sencillamente Guianeya.
Como se aclaro mas tarde, en este momento a todos les acudio a la mente el mismo pensamiento:
«Aqui reina la sombra eterna. El Sol nunca ha iluminado este lugar. El terreno montanoso esta enfriado casi hasta el cero absoluto. En este lugar no puede haber ninguna radiacion infrarroja. ?Como Guianeya puede ver algo? Es decir, a su vista es accesible no solo la parte infrarroja del espectro.»
No podia dudarse de que Guianeya veia la enigmatica base.
— ?Que superficie aproximada ocupa la base? — pregunto Stone.
Al escuchar la traducion de la pregunta, Guianeya se quedo pensativa. Muratov creyo que no conocia las medidas terrestres longitudinales y superficiales, pero resulto que Guianeya callaba por otra causa. Queria contestar lo mas exactamente posible.
— Me es dificil determinarlo a ojo — dijo al fin —. Pero me parece que su superficie es de cerca de seis mil metros cuadrados.
«?Caramba! — penso Muratov —. Sabe el espanol como una autentica espanola. Incluso le es conocida la aritmetica. Completamente incomprensible».
Ahora no habia tiempo para pensar en cosas ajenas. Muratov tradujo la contestacion de Guianeya al impaciente Stone.
— Es decir — dijo el jefe de la expedicion —, aproximadamente ochocientos por ochocientos metros. Esta superficie la podemos explorar con cuatro maquinas.
Al momento dio la disposicion para que hacia este lugar saliera un todoterreno equipado mas.
— A toda velocidad siguiendo nuestras huellas — ordeno por el microfono —. No hay hendiduras ocultas, el camino es seguro. Avise a Szabo. Le espero dentro de quince minutos.
Los proyectores iluminaban brillantemente las desigualdades rocosas en la profundidad del pliegue. Los rayos de luz que por primera vez penetraron en este ambito hacian caer sombras pronunciadas. Pero como antes nada extrano se notaba.
Un pensamiento alarmante le acudio a Stone.
— Preguntele — dijo — ?no es peligroso iluminar la base?
Guianeya contesto que no lo sabia.
Stone ordeno apagar los proyectores, retardando un poco las precauciones.
— Cuando sea necesario los encenderemos de nuevo.
— Es raro — senalo Muratov —. Los satelites no son transparentes. ?Por que no encubren las rocas que se encuentran tras ellas? ?Por que no hay sombra de los satelites?
— ?Es posible que no esten aqui? — supuso Tokarev —. ?Puede ser que aqui solo se encuentre la base abandonada?
— Pregunte esto a Guianeya — dijo Stone. Muratov le explico de la mejor forma lo que desconcertaba a el y al resto de los participantes de la expedicion.
— A mi me parece algo raro — contesto Guianeya —, que ustedes mismos no la vean.
Pero comprendo por que sucede esto. Nosotros — ella se referia a sus compatriotas — no sospechabamos esta particularidad de su vista. Yo he conocido esto solo en la Tierra. — Guianeya parecia haber olvidado la