Y una inmensa alegria, una alegria sin limites invadio a Serguei. ?Se lanzo hacia la mesa teniendo la seguridad de que alli encontraria algo muy importante, algo decisivo!

?Viktor no podia haberse dormido sin encontrar la clave del enigma!

Y la realidad no defraudo sus esperanzas.

Sinitsin leyo en un pequeno papel arrancado de un bloque de notas:

«?Serguei, lanza un hurra! Hoy por la tarde obtendremos una fotografia de tu «objeto». Y manana por la manana, del segundo. Una orbita ha salido en la pantalla. ?Admirate! La segunda calculala tu mismo. ?Me has tomado por un burro? ?Estoy muy cansado!

?Buenas noches!

Viktor P.D. ?Bueno, te lo dire! Ambos «objetos» tienen la misma masa. ?Tenlo en cuenta!»

2

Los cientificos dirigentes del Instituto de cosmonautica no estaban dispuestos a perder el tiempo. Inmediatamente le fue concedida la palabra a Sinitsin, que informo en forma breve:

— Probablemente, hace ya tiempo, giran alrededor de la Tierra dos satelites artificiales que no proceden de nuestro planeta. Tienen las mismas dimensiones y estan huecos. Su forma es alargada. La seccion longitudinal tiene forma de elipse y la transversal de circulo. Su longitud es de cuarenta metros. Estos datos es posible que no sean completamente exactos. Sus orbitas son en espiral. Los dos cuerpos unas veces se acercan a la Tierra y otras se alejan. La deduccion, por las observaciones realizadas con los radares, es de que cambian continuamente su velocidad. Las distancias medias del centro de la Tierra son las siguientes: el primer satelite, doscientos dieciocho mil kilometros; el segundo, ciento ochenta y seis mil. Los satelites, probablemente, son metalicos, pero no se puede determinar el peso especifico del material debido a que es desconocido lo que existe dentro. La velocidad media del primer satelite es de cinco kilometros y medio por segundo, la del otro de siete. Los datos obtenidos fundamentan la suposicion de que en ambos satelites funcionan todavia sus motores, a pesar de que su aparicion en las proximidades de la Tierra tuvo lugar en el ano 1927 o antes. Si su movimiento por las orbitas en espiral se hubiera realizado por inercia, hace tiempo que deberian haber caido en la Tierra o en la Luna. Las orbitas las ha calculado el conocido matematico Muratov y en parte yo mismo. La posicion de ambos satelites en las orbitas fue exactamente registrada a las cero horas del dia de hoy y puede ser facilmente calculada en cualquier momento. No se ha conseguido verlos con el telescopio visual, aunque su diametro de cuarenta metros es suficiente para lograrlo. Muratov ha sugerido que son absolutamente negros y por consiguiente, invisibles, ya que no reflejan los rayos del Sol. Hemos intentado fotografiarlos con rayos infrarrojos, puesto que si son negros tienen que estar fuertemente recalentados por los rayos solares. Pero no hemos podido conseguir nada a pesar de una exposicion de muchas horas. Lo mismo ha ocurrido cuando hemos utilizado placas sensibles a los rayos ultravioleta y Roentgen. A mi me parece que los satelites no son absolutamente negros sino, todo lo contrario, absolutamente blancos. Este es un enigma dificilmente explicable. He aqui todo lo que puedo informar al consejo en el momento presente. Continuan en nuestro observatorio los trabajos de observacion de los satelites por medio de los radares.

— ?No han intentado obtener fotografias con los rayos gamma? — pregunto uno de los presentes.

— No teniamos estas placas, pero las hemos pedido. En cuanto las recibamos lo intentaremos.

— No podemos esperar y seguir tranquilamente con los experimentos — manifesto el profesor Henri Stone, presidente del consejo cientifico del Instituto de cosmonautica —.

Estan inactivas todas las astronaves, esta interrumpido todo el trabajo en el cosmos. Es una situacion inaguantable. Debemos saber exactamente, lo antes posible, que cuerpos son estos. No podemos fundamentar en hipotesis y datos no comprobados la seguridad de las comunicaciones interplanetarias. Si los cuerpos son invisibles, cualquiera que sea la causa, no hay seguridad de que sean justas las orbitas calculadas…

— Pero Muratov y yo estamos seguros de ello — contesto Sinitsin.

— Si los cuerpos son invisibles — repitio Stone, echando una ojeada a Sinitsin —, no queda otra alternativa que dirigirse a ellos y, por decirlo asi, tocarlos con las manos.

Ruego que no se ofenda el camarada Sinitsin. Nos ha informado que, segun su criterio, los satelites tienen los motores funcionando y que la velocidad cambia ininterrumpidamente. ?Que garantia tenemos de que las orbitas no cambien? Esto puede ocurrir en cualquier momento. No sabemos quienes y como los dirigen. ?Son personas?

Es poco probable. Pero no podemos excluir la existencia de un cerebro electronico. Y si esto es asi, su programa nos es desconocido. Dejemos las controversias y discusiones para un momento mas oportuno. La primera cuestion es: ?podemos tener fe completa en los datos obtenidos?

— El nombre de Muratov nos es conocido — contesto el profesor Matthews, joven por su aspecto, pero de sesenta anos de edad —. A Sinitsin lo conocemos bien. Segun mi criterio, se puede considerar que las orbitas de los satelites coinciden en la actualidad con los calculos. ?Digame — pregunto a Sinitsin —: sus trayectorias coinciden con los ocho puntos conocidos anteriormente?

— Si, coinciden completamente. Los radares han localizado tres veces el satelite mas lejano y cinco veces el mas proximo.

— ?Han probado ustedes otras combinaciones? Por ejemplo, ?cuatro y cuatro?.

— Hemos probado todas las combinaciones posibles. Es mas, hoy por la manana el radar de nuevo «ha cogido» el satelite mas cercano. Y su posicion coincidio completamente con los calculos.

— Esto es bastante convincente.

— ?Cual es la opinion de los demas? — pregunto Stone.

Los otros diez presentes se manifestaron de acuerdo con Matthews.

— Entonces planteo la segunda cuestion: ?es necesario enviar las naves en busca de estos satelites? ?Si es asi, cuantas: una, dos o mas?

El consejo se manifesto por el envio simultaneo de dos naves en busca de los dos satelites.

— Y, para terminar — dijo Stone —, la tercera cuestion: ?ofrece peligro esta expedicion?

Sinitsin se animo. Stone habia tocado la cuestion que habian examinado Viktor y el hoy por la manana.

— ?Pido la palabra!

— Se concede la palabra al camarada Sinitsin.

— Quiero darles a conocer — comenzo Serguei — las ideas que nos han surgido a Viktor Muratov y a mi en lo referente al peligro en la aproximacion de las astronaves terrestres a los satelites. Nos encontramos ante dos cohetes exploradores, enviados por cientificos de otro mundo para estudiar a distancia nuestro planeta. Es indudable que ambos satelites trasmiten informacion de alguna forma a aquellos que los han lanzado. Todo esto, aunque es bastante raro, a fin de cuentas es natural y para nosotros comprensible. Extrana e incluso enigmatica es otra cosa. Se ha hecho todo para que nosotros, las personas de la Tierra, no pudieramos conocer durante el mayor tiempo posible la existencia de estos satelites. Las orbitas en espiral, la velocidad variable, la pintura y, posiblemente, el mismo material, que los hacen invisibles a simple vista, y finalmente, las interferencias, indudablemente artificiales e intencionadas, impiden la localizacion de estos cuerpos sobre todo a corta distancia. Tantas precauciones no son casuales sino intencionadas. Y lo mas interesante es que todas estas medidas estan relacionadas con la tecnica existente en la Tierra en la primera mitad del siglo veinte, es decir, cuando debemos pensar que estos satelites aparecieron cerca de ella. ?Esto nos dice que esta exploracion no es la primera! Aquellos que nos enviaron estos huespedes no invitados, conocen bien nuestro planeta, saben que esta poblado de seres racionales, saben el nivel de nuestra ciencia y tecnica. La conocian, mejor dicho, hace cien anos, pero es posible que conozcan tambien la Tierra actual. No en balde nos han dificultado las busquedas de sus exploradores. ?Que nos dice todo esto? Supongamos que nosotros nviara-mos unos exploradores al vecino sisteir. i solar en direccion de cualquier planeta. ?Tomariamos medidas para que los habitantes de este planeta no pudieran ver a nuestros mensajeros?

?Claro que no! Todo lo contrario, hariamos todo lo que dependiera de nosotros para que los vieran, porque los considerariamos como un medio de comunicacion con otro mundo racional, como un medio para darles a conocer nuestra existencia. De esta forma y no de otra deben de obrar los seres racionales de cualquier mundo. Pero nosotros observamos un cuadro completamente diferente.

Вы читаете Guianeya
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×