era parte del proceso de convertirse en otra cosa.

A veces deseaba haberse alistado en el ejercito. Le gustaba creer que sus talentos habrian encajado bien en el ambito militar, si hubiesen tolerado su dificultad a la hora de aceptar ordenes. «Tal vez deberia haberlo intentado en la CIA», penso. Habria sido un espia excelente, o un asesino a sueldo. Le habria gustado eso. Estilo James Bond. Habria sido el mejor. En cambio, se dijo, estaba destinado a convertirse en un criminal. Lo que le gustaba estudiar era el peligro.

Vio que el grupo empezaba a moverse. Se pusieron de pie casi a la vez, se sacudieron la ropa, ajenos a todo lo que no fuera su propio entorno de risas y charla feliz.

El echo a andar, siguiendolos lentamente, sin reducir distancias, mezclandose con los peatones, hasta que Ashley y los demas subieron una escalinata y entraron en un edificio.

Sabia que su ultima clase terminaba a las 16.30. Luego iria al museo a trabajar dos horas. Se pregunto si ella tendria planes para esa noche.

Se pregunto. Siempre se preguntaba.

– Pero hay algo que no entiendo del todo…

– ?Que? -respondio con paciencia, como una maestra con un nino retrasado.

– Si ese tipo…

– Michael. Michael O'Connell. Un bonito nombre irlandes. Un nombre de Boston. Debe de haber mil nombres iguales desde Brockton hasta Somerville. Evoca a monaguillos agitando incienso y cantando en el coro, o bomberos con kilts tocando la gaita el dia de San Patricio.

– Ese no es su verdadero nombre, ?no? Es parte del rompecabezas, ?verdad?

– Puede que si. O que no.

– Estas complicando todo esto mas de lo necesario.

– ?De veras? ?Quien soy yo para juzgarlo? Tal vez espero que en cierto momento dejaras de hacerme preguntas y continuaras tu solo, porque querras saber la verdad. Ya sabes suficiente, al menos para arrancar. Empezaras a comparar lo que te he contado con lo que averigues. Ese es el sentido de contartelo. Y ponertelo un poco dificil, claro. Lo has llamado rompecabezas. Buena definicion. -Si pretendia ser burlona, no se notaba en su tono.

– Muy bien -dije-. Continuemos. Si ese Michael se encaminaba hacia una vida marginal, hacia el pozo de la delincuencia menor, ?donde encaja Ashley? Quiero decir, ella habria podido calarlo en cinco segundos, ?no? Tenia buena educacion. Debe de haber asistido a clases o charlas sobre acosadores y esa clase de perturbados. Demonios, incluso hay un capitulo dedicado a ellos en los manuales de salud de la secundaria. Suele venir detras de las enfermedades de transmision sexual. Ella tendria que haberlo calado al momento. Y luego hacer lo posible por quitarselo de encima. Estas sugiriendo una especie de amor obsesivo. Pero ese tipo, O'Connell, parece un psicopata, y…

– Un psicopata en proceso. Un psicopata naciente. Un futuro psicopata…

– Eso ya lo veo, pero ?de donde salia su obsesion?

– Buena pregunta -respondio ella-. Y se merece una respuesta. Pero no seria inteligente pensar que Ashley, a pesar de sus muchas cualidades, estaba preparada para tratar con los problemas que presentaba Michael O'Connell.

– Cierto. Pero ?en que pensaba que se estaba metiendo?

– Teatro -respondio ella-. Pero no sabia que clase de produccion era.

3 Una joven de ignorancia comun

A dos mesas de distancia de donde Ashley Freeman estaba sentada con tres amigos, media docena de miembros del equipo de beisbol de la Universidad Northeastern discutian acaloradamente sobre las virtudes de los Yankees y los Red Sox, enzarzados en una defensa vocinglera y a menudo mal hablada de cada equipo. A Ashley podria haberle molestado el ruido, pero tras haber pasado muchas horas en bares para estudiantes en sus cuatro anos en Boston, era un debate que habia oido numerosas veces. De vez en cuando terminaba con algun empujon o un breve intercambio de punetazos, pero con frecuencia solo acababa en un torrente de obscenidades. A menudo habia suposiciones bastante imaginativas sobre las extranas practicas sexuales a que los jugadores de los Yankees o los Red Sox se dedicaban en sus horas libres. Los animales de corral solian destacar en estas actividades ludicas.

Ante ella, sus tres amigos discutian apasionadamente por su cuenta. El tema era una exposicion de los famosos bocetos de Goya «Los horrores de la guerra». Un grupo de estudiantes habia cruzado toda la ciudad para verla, y luego contemplaron, inquietos, los dibujos en blanco y negro de desmembramientos, torturas, asesinatos y agonia. Una cosa que llamo la atencion de Ashley fue que, aunque siempre se distinguia a los civiles de los soldados, no habia ningun anonimato en cada rol. Ni ninguna seguridad. «La muerte -penso- tiene una forma de igualar las cosas. Aplasta el espiritu sin consideracion a la politica. Es implacable.»

Se agito en su asiento, algo incomoda. Las imagenes, sobre todo las de violencia explicita, la perturbaban profundamente desde nina. Permanecian desagradables en su memoria, bien fueran Salome admirando la cabeza de Juan el Bautista en un horrible cuadro renacentista, o la madre de Bambi tratando de huir de los cazadores que la perseguian. Incluso las exageradisimas muertes de Kill Bill, la pelicula de Tarantino, la inquietaban.

Su cita para esta velada era un estudiante graduado de psicologia, desgarbado y de pelo largo, llamado Will, quien estaba sentado al otro lado de la mesa, argumentando, mientras trataba de acortar la distancia entre su hombro y el brazo de ella. Los pequenos contactos eran importantes a la hora del cortejo, penso. La minima sensacion compartida podia conducir a algo mas intenso. Ella tenia sus dudas sobre el. Se veia que era inteligente, y parecia reflexivo. Habia aparecido antes en su apartamento con media docena de rosas que, dijo, eran el equivalente psicologico a un permiso para salir de la carcel. Una docena de rosas, dijo, habrian sido demasiadas y ella probablemente lo habria considerado afectado, pero solo media docena sugeria cierta promesa ademas de un toque de misterio. A ella le parecio gracioso el razonamiento, y probablemente acertado tambien, y por eso el chico le gusto al principio, aunque no paso mucho tiempo antes de advertir que el tal vez estaba demasiado pagado de si mismo y tendia menos a escuchar que a pontificar, cosa que no le agrado nada.

Ashley se aparto el pelo de la cara y trato de prestar atencion.

– Goya pretendia molestar. Queria arrojar toda la miseria de la guerra a la cara de los politicos y aristocratas que la idealizaban. Algo que fuera imposible de negar…

Las ultimas palabras de su defensa se perdieron en un estallido de la mesa de al lado.

– Yo te dire en que es bueno Derek Jeter. Es bueno agachandose y…

Ella tuvo que sonreir. Era un poco como estar en una version bostoniana de Dimension desconocida, atrapada entre lo pretencioso y lo vulgar.

Ella se agito en su asiento, manteniendo una distancia neutral que ni animaba ni disuadia a Will, y penso en su proverbial mala suerte en el amor. Se pregunto si seria algo pasajero, como tantas otras cosas de su adolescencia, o si era, en cambio, una anticipacion de su futuro. Tenia la sensacion de que estaba cerca de algo, pero no sabia de que.

– Si, la pega que tiene escandalizar y mostrar la naturaleza de la guerra a traves del arte es que nunca detiene la guerra, pero se celebra como arte. Corremos a ver el Guernica y nos extasiamos en la profundidad de su vision, pero ?llegamos a sentir algo por los campesinos vascos bombardeados? Fueron reales. Sus muertes fueron de verdad, pero su verdad queda subordinada al arte.

Era Will. Ashley considero que era una observacion inteligente, pero podrian haberla hecho un millon de universitarios politicamente correctos. Miro a los jugadores de baloncesto. Incluso borrachos, habia una exuberancia en su discusion que le agradaba. Sintio una punzada de dilema. Le gustaba sentarse en Fenway con una cerveza y le encantaba visitar el Museo de Bellas Artes. Durante un largo instante se pregunto a cual de las dos discusiones pertenecia ella realmente.

Miro de reojo a Will. Seguramente suponia que la manera mas rapida de seducirla era con enrevesadas argumentaciones intelectuales. Era el pensamiento universitario tipico. Decidio confundirlo un poco.

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