despues del largo viaje, lo lleva unas cuantas manzanas por la Quinta Avenida hasta lo que denomina su sitio favorito para comer, un fonducho destartalado que sirve pescado con patatas fritas, empanada de carne, salchichas con pure de patatas, una muestra completa de autentica pitanza inglesa. No es de extranar que Bing se haya ensanchado tanto, piensa Miles, si almuerza esa bazofia grasienta varias veces a la semana, pero lo cierto es que esta muerto de hambre, ?y que mejor que una buena empanada de carne para llenarse el estomago en un dia de invierno? Mientras, Bing le habla de la casa, de su banda, de su amor fallido con Millie, salpicando de vez en cuando sus palabras con algun comentario sobre lo bien que encuentra a Miles y lo que se alegra de volver a verlo. Miles apenas le contesta, esta muy ocupado comiendo, pero le impresiona el buen humor y la impetuosa benevolencia de Bing, y cuanto mas habla, mas siente que su amigo epistolar de los ultimos siete anos es la misma persona que cuando se vieron la ultima vez, un poco mayor, desde luego, con algo mas de dominio de si mismo, quiza, pero en esencia la misma persona, mientras que el, Miles, es completamente distinto, una oveja negra sin parecido alguno con el corderito de siete anos atras.
Hacia el final de la comida, una expresion de malestar aflora en el rostro de Bing. Guarda silencio unos momentos, juguetea con el tenedor, baja la vista a la mesa, al parecer sin saber que decir, y cuando finalmente vuelve a hablar, su voz es mucho mas suave que antes, casi un murmullo.
No quisiera entrometerme, dice, pero me preguntaba si tendrias planes.
?Planes para que?, pregunta Miles.
Para ver a tus padres, en primer lugar.
?Acaso es asunto tuyo?
Si, lamentablemente lo es. Ya llevo mucho tiempo siendo tu fuente de informacion y creo que voy a jubilarme.
Ya lo has hecho. En cuanto me he bajado hoy del autocar, te has ganado el reloj de oro. Por los anos de abnegado servicio. Sabes lo agradecido que te estoy, ?no?
No necesito que me des las gracias, Miles. Solo quiero que no vuelvas a joderte la vida nunca mas. No ha sido facil para ellos, ?sabes?
Lo se. No creas que no.
? Entonces? ? Vas a ir a verlos o no?
Quiero ir, espero que…
Eso no es una contestacion. ?Si o no?
Si. Claro que si, acaba diciendo, sin saber si lo hara o no, desconociendo que Bing ha hablado con sus padres cincuenta y dos veces en los ultimos siete anos, ajeno al hecho de que su padre, su madre y Willa tienen conocimiento de que el va a venir hoy a Nueva York. Naturalmente que ire, repite. Solo deja que me instale primero, ?quieres?
La casa no se parece a ninguna que haya visto nunca en Nueva York. Sabe bien que la ciudad esta llena de estructuras anomalas que no tienen una conexion manifiesta con la vida urbana -las casas de ladrillo y los apartamentos con jardin en ciertas partes de Queens, por ejemplo, con sus timidas aspiraciones de barrio residencial, o las pocas construcciones de madera que aun quedan en la zona mas al norte de Brooklyn Heights, vestigios historicos de los anos 1840-, pero esta casa de Sunset Park no es ni residencial ni historica, sino una simple chabola, un triste ejemplo de estupidez arquitectonica que no encajaria en parte alguna, ni en Nueva York ni en ningun sitio. Bing no le envio fotografias en la carta, no le describio su aspecto ni le dio detalle alguno, y por tanto no sabia con lo que iba a encontrarse, pero si esperaba algo, desde luego no era eso.
Cuarteadas tejas de madera grisacea, adornos rojizos en torno a las tres ventanas de guillotina de la primera planta, una endeble barandilla pintada de blanco en el porche con huecos en forma de diamante, los cuatro pilares que sostienen el tejadillo pintados de rojo, el mismo color ladrillo de los adornos de las ventanas, pero con los escalones de entrada y la barandilla sin pintar, porque estan demasiado astillados para darles una mano de pintura y los han dejado con su aspecto de madera erosionada por los elementos. Alice y Ellen aun siguen trabajando cuando Bing y el suben los seis escalones del porche y entran en la casa. Bing se la ensena, claramente orgulloso de todo lo que han conseguido, y aunque le parece que hay poco sitio (no solo por el tamano o el numero de las habitaciones sino por la cantidad de cosas que han metido en ellas: los tambores de Bing, los lienzos de Ellen, los libros de Alice), el interior esta sumamente limpio, con la luminosidad de unos parches de pintura reciente, y quiza resulte incluso habitable. En la planta baja, la cocina y el bano, y un cuarto en la parte de atras; tres habitaciones en el piso de arriba. Pero no hay comedor ni sala de estar, lo que significa que la cocina es el unico espacio comun; junto con el porche cuando haga buen tiempo. Heredara el antiguo cuarto de Millie en la planta baja, lo que es un alivio, teniendo en cuenta que es la que resulta mas intima, si es que el hecho de vivir al lado de la cocina puede proporcionar alguna intimidad. Deja la maleta sobre la cama y, mientras mira por las ventanas, una delante con vistas al solar del coche desmantelado, la otra detras, frente al abandonado edificio en construccion, Bing le explica las diversas tareas y protocolos que se han ido estableciendo desde que se instalaron. Todos tienen alguna funcion que desempenar, pero aparte de las responsabilidades de su labor, cada cual es libre de ir y venir a su antojo. El es el conserje, el encargado de los arreglos de la casa, Ellen, la mujer de la limpieza y Alice suele hacer la compra y la comida. Puede que Miles quiera compartir el trabajo con Alice, turnandose en la compra y la cocina. Miles no tiene inconveniente alguno. Le gusta guisar, dice, ha adquirido cierta habilidad a lo largo de los anos y en eso no tiene problemas. Bing prosigue su exposicion diciendole que suelen desayunar y cenar juntos porque todos andan cortos de dinero y tratan de gastar lo menos posible. El hecho de poner en comun sus recursos los ha ayudado a salir adelante, y ahora que Miles se ha incorporado a la casa, sus gastos se reduciran en buena medida. Todos se beneficiaran de su presencia y con eso no se refiere solo al dinero, sino a todo lo que Miles aportara al espiritu de la casa, y Bing quiere que sepa lo contento que esta de que al fin haya vuelto al sitio donde debe estar. Miles se encoge de hombros, y dice que espera poder integrarse, pero en el fondo se pregunta si esta hecho para esa especie de vida en grupo, si no seria mejor que buscara un sitio para el solo. El unico problema es el dinero, el mismo al que se enfrentan todos los demas. Ya no tiene trabajo y los tres mil dolares que se ha traido no son en realidad mas que unos centavos. Le guste o no, pues, de momento no puede hacer otra cosa, y a menos que surja algo que cambie radicalmente las circunstancias, tendra que aguantar como pueda. Asi empieza su condena de prision. La hermana de Pilar lo ha convertido en el ultimo miembro de Los Cuatro de Sunset Park.
Esa noche, dan una cena en su honor. Es un gesto de bienvenida y aunque preferiria no ser el centro de atencion, intenta pasar el apuro sin que se le note lo incomodo que esta. ?Cuales son sus primeras impresiones de ellos? Alice le parece la mas simpatica, la mas equilibrada, y le hace bastante gracia su manera de enfocar las cosas, directa, de muchacho, propia del Medio Oeste. Una persona bastante culta, con buena cabeza, segun descubre, pero sin afectacion, sin darse importancia, con facilidad para soltar ocurrencias en momentos inesperados. Ellen le resulta mas enigmatica. Es a la vez atractiva y repelente, abierta y cerrada al mismo tiempo, y su personalidad parece cambiar de un momento a otro. Largos, embarazosos silencios, y entonces, cuando por fin habla, rara vez deja de hacer algun comentario perspicaz. Miles percibe turbulencia interior, confusion, y sin embargo una profunda ternura tambien. Si no lo mirase tanto, podria caerle un poco mejor, pero no le ha quitado los ojos de encima desde que se han sentado a la mesa y se siente desconcertado por su descarado y molesto interes hacia el. Luego esta Jake, el visitante ocasional de Sunset Park, individuo delgado, medio calvo, de nariz afilada y orejas grandes, Jake Baum, el escritor, novio de Alice. Durante los primeros minutos parece bastante agradable, pero luego Miles empieza a cambiar de opinion con respecto a el, al observar que apenas se molesta en escuchar a nadie salvo a si mismo, y menos aun a Alice, a quien interrumpe una y otra vez, con frecuencia cortandola en plena frase para continuar con alguna idea suya, y al cabo de poco Miles concluye que Jake Baum es un pelmazo, aunque sea capaz de recitar a Pound de memoria y enumerar de un tiron a los contrincantes de cada serie mundial a partir de 1932. Afortunadamente, Bing parece estar en plena forma y desempena con entusiasmo su papel de maestro de ceremonias, y a pesar de las invisibles tensiones en el aire, ha mantenido habilmente el tono frivolo de la velada. Cada vez que se descorcha una botella de vino, se pone en pie para hacer un brindis, celebrando la llegada de Miles, el inminente aniversario del primer cuatrimestre de su pequena revolucion, los derechos de los okupas del mundo entero. El unico aspecto negativo de todo ese ambiente de camaraderia es el hecho de que Miles no bebe, y el sabe que cuando la gente se encuentra con un abstemio, automaticamente supone que es un borracho en recuperacion. Miles nunca ha sido un alcoholico, pero hubo un tiempo en que creyo que bebia demasiado, y cuando lo dejo hace tres anos, fue tanto por ahorrar dinero como por motivos de salud. Que piensen lo que quieran, dice para si, no tiene importancia, pero cada vez que Bing levanta la copa para hacer un brindis, Jake se vuelve hacia Miles y le insta a participar. Un error de buena fe la primera vez,