con el caniche.
Se hizo el silencio. Andrei sufria por el alcalde, apretando los dientes. El alcalde era corpulento, imponente, totalmente canoso y de rostro muy atractivo. En las reuniones de los representantes de la ciudad hablaba muy bien: sobre la contencion, la fuerza de espiritu, la capacidad interior de sacrificio, la moral… Y cuando te lo tropezabas en el descansillo de la escalera, siempre tendia una mano grande, calida y seca, que uno apretaba con placer, y preguntaba, siempre cortes y atento, si el sonido de su maquina de escribir no le causaba molestias a el, Andrei, por las noches.
— ?No me crees! — dijo Selma de repente. Ya no contemplaba el retrato, sino observaba a Andrei con una mezcla de enojo y curiosidad —. Pues no necesito que me creas. Lo que pasa es que me da asco limpiar todo eso. ?Aqui no se podria contratar a alguien para que lo haga?
— Contratar a alguien — repitio Andrei, con expresion estupida —. ?Vete al diablo! — exclamo, iracundo —. Limpialo tu misma. Aqui no hay lugar para las que no quieren mancharse las manos.
Se miraron el uno al otro durante un rato, con mutua antipatia. Despues, Selma aparto la vista a un lado.
— ?No se por que demonios vine aqui! ?Que hago yo en este lugar?
— Nada de particular — dijo Andrei, sobreponiendose a su antipatia. Habia que ayudar a las personas. Habia visto a demasiados novatos de todo tipo —. Haras lo que hacemos todos. Iras a la bolsa, llenaras una tarjeta, la echaras en el buzon de recepcion… Alli tenemos una maquina distribuidora. ?Que eras en el otro mundo?
— Hetaira — dijo Selma.
— ?Que?
— ?Como explicarte…? Uno, dos, y abres las piernas…
Andrei volvio a quedarse pasmado.
«Miente — penso —. Todo el tiempo miente, la maldita. Se burla de mi como si fuera idiota.»
— ?Y ganabas mucho dinero? — pregunto, sarcastico.
— Tonto — dijo ella, con voz casi carinosa —. No se trataba de ganar dinero. Era solo para divertirme. Para no aburrirme…
— ?Como eras capaz…? — dijo Andrei con amargura —. ?En que estaban pensando tus padres? Eres joven, tendrias que haberte dedicado a estudiar…
— ?Para que? — pregunto Selma.
— ?Como que para que? Para ser alguien… Para ser ingeniera, maestra… Podrias haber ingresado en el partido comunista, luchar por el socialismo…
— Dios mio, dios mio — balbuceo Selma con voz ronca, se dejo caer de repente en el sillon y se cubrio el rostro con las manos.
Andrei se asusto, pero a la vez se sentia orgulloso y percibia la fuerza formidable de la responsabilidad.
— Tranquila, tranquila — dijo, acercandose a ella con movimientos torpes —. No importa que hubo, eso quedo atras. Se acabo. No te preocupes. Posiblemente es mejor que todo haya resultado asi: aqui podras recuperar lo perdido. Yo tengo muchos amigos, todos ellos son verdaderos seres humanos… — Recordo a Izya y fruncio el entrecejo —. Te ayudaremos. Lucharemos juntos. ?Aqui hay muchisimas cosas que hacer! Hay mucho desorden, bastante caos, basura… cada persona es necesaria. ?No puedes imaginarte cuanta porqueria ha venido huyendo para aca! Por supuesto, uno nunca lo pregunta, pero a veces entran ganas de saber para que han venido aqui, quien necesita semejante basura. — Estaba a punto de darle a Selma una palmada amistosa, fraternal quizas, en el hombro.
— ?Eso quiere decir que aqui todos son asi? — pregunto la chica interrumpiendolo, sin apartar el rostro de las manos.
— Asi, ?como?
— Como tu, Idiotas.
— ?Quien te crees que eres?
Andrei se apeo de la mesa de un salto y comenzo a caminar en circulo por la habitacion. Que burguesa. Para colmo, ramera. Asi que para no aburrirse… Ademas, la sinceridad de Selma lo impresionaba. La sinceridad era lo mejor. Cara a cara, a traves de las barricadas. No era el caso de Izya, por ejemplo, que nunca se sabia si estaba contigo o no, siempre resbaladizo como un gusano, siempre capaz de escapar por cualquier resquicio…
Selma solto una risita a su espalda.
— ?Por que das esas carreritas? — dijo —. No tengo la culpa de que seas tan idiota. Bueno, perdona.
Sin soltar vapor, Andrei hizo un gesto brusco en el aire con la mano.
— Escucha una cosa, Selma, eres una persona que se ha abandonado totalmente y hara falta mucho tiempo para dejarte limpia. Y te ruego que no te hagas la idea de que estoy furioso contigo personalmente. Es con la gente que te dejo caer tan bajo, con ellos tengo cuentas que arreglar. Pero contigo, no. Estas aqui, y eso significa que eres nuestra camarada. Si trabajas bien, seremos buenos amigos. Y vas a tener que trabajar bien. Aqui es como en el ejercito: si no sabes, te ensenamos, si no quieres, ?te obligamos! — Le encantaba oirse hablar, le recordaba los discursos de Liosha Baldaiev, el lider de los jovenes comunistas de la facultad. En ese momento se dio cuenta de que Selma habia apartado finalmente el rostro de las manos y lo miraba con curiosidad y miedo: le hizo un guino, tratando de alentarla —. Si, si, te obligaremos, ?que te creias? A la obra venia cada holgazan… al principio solo querian ir a tomar cerveza y despues, a dormir al bosque. ?Pero los educamos! ?Y como! Sabes, el trabajo humaniza hasta a un mono.
— ?Y aqui los monos andan paseandose siempre por las calles?
— No — dijo Andrei, en tono mas lugubre —. Solo a partir de hoy. En honor a tu llegada.
— ?Los van a humanizar? — pregunto Selma sigilosamente.
Andrei no pudo hacer otra cosa que reirse.
— Depende, si surge la necesidad — respondio —. Es posible que haga falta humanizarlos. El Experimento es el Experimento.
A pesar de su escarnecedora demencia, no le parecio que aquella idea careciera de cierto principio racional. Le paso por la cabeza que seria bueno formular por la noche esa pregunta. Pero en ese mismo instante se le ocurrio otra cosa.
— ?Que vas a hacer esta noche? — pregunto.
— No se, cualquier cosa. ?Que suelen hacer aqui?
Llamaron a la puerta. Andrei miro el reloj. Ya eran las siete, comenzaba la reunion.
— Esta noche te quedas conmigo — le dijo a Selma en tono categorico. A aquella persona tan consentida solo se la podia tratar con firmeza —. No te prometo mucha diversion, pero conoceras a gente interesante. ?De acuerdo?
Selma solo encogio un hombro y se dedico a arreglarse el cabello. Andrei fue a abrir. Ya estaban golpeando con los pies. Se trataba de Izya Katzman.
— ?Quien esta ahi, una mujer? — pregunto el recien llegado desde el umbral —. ?Cuando vas por fin a poner un timbre?
Como siempre al llegar a la reunion, Izya estaba cuidadosamente peinado, con el cuello de la camisa bien almidonado y los punos impecables. La corbata, estrecha y bien planchada, ocupaba con total precision el espacio definido por una linea que iba desde la nariz hasta el ombligo. Pero, de todos modos, Andrei hubiera preferido en ese momento ver a Donald o a Kensi.
— Pasa, pasa, charlatan. ?Que te ocurre hoy, que has llegado antes que los demas?
— Pues sabia que tenias una mujer de visita — respondio Izya, frotandose las manos y riendose por lo bajo —, y vine corriendo a echarle un vistazo.
Entraron en el comedor; Izya se encamino hacia Selma.
— Izya Katzman — se presento, con voz aterciopelada —. Basurero.
— Selma Nagel — respondio ella sin mucho entusiasmo, ofreciendo su mano —, ramera.
Izya rechino de placer y beso delicadamente la mano de la chica.
— ?A proposito! — dijo, volviendose primero hacia Andrei, y despues hacia Selma —. ?No lo habeis oido? El consejo de representantes regionales estudia un proyecto de resolucion. — Levanto un dedo y bajo la voz —.