– ?Quieres beberte la sangre que han cogido?-me pregunto de manera inesperada-. Seria para mi un modo de mostrarte mi gratitud -hizo un gesto hacia los frasquitos bien tapados que habian quedado sobre el asfalto-. Se supone que mi sangre mejora vuestra vida sexual y vuestra salud.

– Estoy tan sana como un caballo -le respondi con sinceridad-, y no tengo vida sexual que mejorar. Haz lo que quieras con ella.

– Podrias venderla-sugirio, pero pense que era solo por ver lo que le respondia a eso.

– No la tocaria ni loca -dije, sintiendome insultada.

– Eres distinta-dijo-, ?que eres? -Por el modo en que me miraba, parecia estar repasando en su cabeza una lista de posibilidades. Para mi alivio, no pude oir ni una sola.

– Bueno, soy Sookie Stackhouse, y soy camarera-le respondi-. ?Cual es tu nombre?-pense que al menos podia preguntarle eso sin parecer atrevida.

– Bill-dijo el.

Antes de poder evitarlo me eche a reir hasta doblarme por la mitad.

– ?El vampiro Bill! -dije-. ?Pense que seria Antoine, o Basil, o Langford! ?Pero Bill! -hacia tiempo que no me reia con tantas ganas-. Bueno, ya nos veremos, Bill, tengo que volver al trabajo. -Note que la mueca tensa volvia a apoderarse de mi rostro al pensar en Merlotte's. Puse la mano sobre el hombro de Bill para apoyarme en el y poder levantarme. Era duro como la roca. Estuve de pie tan rapido que tuve que detenerme para no tropezar. Me mire los calcetines para asegurarme de que las vueltas estuvieran bien emparejadas, repase mi uniforme en busca de algun roto provocado por la pelea con los Ratas y finalmente me sacudi el trasero, ya que habia estado sentada sobre el sucio pavimento. Hice un gesto hacia Bill y comence a cruzar el estacionamiento.

Habia sido una noche estimulante, que dejaba tras de si muchas cosas en las que pensar. Al pensar en ello casi me sentia tan alegre como indicaba mi sonrisa.

Pero Jason iba a enfadarse mucho con lo de la cadena.

Aquella noche, despues de terminar el turno, volvi en coche a casa, que solo esta a unos seis kilometros y medio al sur del bar. A1 regresar del estacionamiento, Jason ya se habia ido (y tambien DeeAnne), y eso tambien habia supuesto una buena noticia. Repasaba la noche mientras me acercaba a la casa de mi abuela, donde yo vivia. Estaba situada justo antes de llegar al cementerio de Tall Pines, del que sale una estrecha carretera comarcal de dos carriles. Mi retatarabuelo habia construido la casa y tenia ideas muy firmes sobre la intimidad, asi que para llegar a ella tenias que salir de la carretera comarcal a la altura de la entrada de la finca, atravesar una zona de bosque y entonces alcanzabas el claro donde estaba la casa.

Reconozco que no es ningun edificio historico, ya que casi todas las partes antiguas han sido derribadas y reemplazadas a lo largo de los anos, y desde luego tiene electricidad, sanitarios; aislamiento termico y todas esas cosas modernas. Pero todavia conserva un tejado de estano que brilla cegador los dias de sol. Cuando hubo que reemplazar el tejado, yo queria ponerle tejas normales, pero mi abuela se nego. Y aunque yo pagaba la obra era su casa, asi que naturalmente se puso estano.

Historica o no, yo llevaba viviendo en aquella casa desde los siete anos, y la habia visitado a menudo antes de eso, asi que me era muy querida. Era tan solo una vieja y amplia casa familiar, demasiado grande para la abuela y para mi, me imagino. Tenia una amplia entrada cubierta por un porche enrejado y estaba pintada de blanco, porque la abuela era una tradicionalista de los pies a la cabeza. Anduve hasta la enorme sala de estar, llena de muebles deteriorados dispuestos como a nosotras mas nos convenia, y cruce el pasillo hasta el primer dormitorio a la izquierda, el mas grande.

Adele Hale Stackhouse, mi abuela, se recostaba en su alta cama, con un millon de almohadas rodeando sus flacos hombros. Vestia un camison de algodon de largas mangas, a pesar del calor de aquella noche de primavera, y la lampara de la mesita aun estaba encendida. Un libro descansaba sobre su regazo.

– Hola-dije.

– Hola' cielo.

Mi abuela es muy pequena y muy vieja, pero sigue conservando el pelo fuerte, tan blanco que casi muestra unos debilisimos matices verdes. Durante el dia lo lleva recogido a la altura del cuello, pero de noche se lo deja suelto o en trenzas. Mire la portada del libro.

– ?Estas leyendo a Danielle Steele otra vez?

– Oh, esa mujer si que sabe contar una historia. -Los grandes placeres de mi abuela eran leer a Danielle Steele, ver teleseries (que ella llamaba sus 'historias') y asistir a las reuniones del millar de clubes a los que, al parecer, habia pertenecido durante toda su vida adulta. Sus favoritos eran los Descendientes de los Muertos Gloriosos y la Sociedad Botanica de Bon Temps.

– Adivina lo que ha pasado esta noche -dije.

– ?El que? ?Has tenido una cita?

– No -respondi, tratando de mantener una sonrisa en la cara-. Un vampiro ha venido al bar.

– ?Ooh! ?Tenia colmillos?

Habia visto sus colmillos brillar bajo las luces del estacionamiento, mientras los Ratas lo desangraban, pero no habia necesidad de explicarle eso a la abuela.

– Claro, pero estaban retraidos.

– Un vampiro aqui, en Bon Temps -la abuelita no estaba nada contenta con el asunto-. ?Y ha mordido a alguien del bar?

– ?Oh, no, abuela! Simplemente se sento y se tomo un vaso de vino tinto. Bueno, lo pidio, pero no se lo tomo. Creo que solo buscaba algo de compania.

– Me pregunto donde se refugia.

– No creo que vaya a contarle eso a nadie.

– No -dijo la abuela, pensando en ello por un instante-, supongo que no. ?Te gusta?

Esa si que era una pregunta dificil. Reflexione un poco.

– No lo se. Parecia bastante interesante-dije con cautela.

– Me encantaria conocerlo-no me sorprendio que la abuela dijera eso, porque las cosas nuevas le gustaban casi tanto como a mi. No era una de esas reaccionarias que piensan que todos los vampiros estan malditos, sin conocerlos siquiera-. Pero sera mejor que me duerma ya. Estaba esperando a que llegaras para apagar las luces.

Me incline para darle un beso y dije:

– Buenas noches.

Entorne su puerta al salir y oi el clic de la lampara al apagarse. Mi gata, Tina, llego de donde hubiese estado durmiendo hasta ese momento para frotarse contra mis piernas; la cogi en brazos y la acaricie un rato antes de sacarla para que pasara la noche fuera. Mire el reloj: eran casi las dos de la manana, y la cama me llamaba.

Mi cuarto estaba justo al otro lado del pasillo respecto al de la abuela. Cuando use por primera vez esa habitacion, despues de que murieran mis padres, la abuela traslado hasta ella los muebles de mi cuarto de la otra casa, para que me sintiera mas a gusto. Y alli estaban todavia, la cama individual y el neceser de madera blanca, y la pequena comoda.

Encendi mi propia lampara, cerre la puerta y empece a desvestirme. Me quedaban al menos cinco pantaloncitos negros y muchas, muchas camisetas blancas, ya que tendian a mancharse con suma facilidad. Y ni siquiera merecia la pena contar todos los pares de calcetines blancos que habia enrollados en el cajon, asi que esa noche no era necesario hacer la colada. Y estaba demasiado cansada para ducharme. Me lave los dientes y me desmaquille, me puse un poco de crema hidratante y me quite la cinta de la cabeza.

Me meti en la cama con mi camisa de dormir de Mickey Mouse favorita, queme llega casi hasta las rodillas. Me tendi de lado, como siempre, y disfrute del silencio de la habitacion. Casi todo el mundo tiene el cerebro apagado a esas horas de la madrugada, y las vibraciones desaparecen, no tengo que rechazar ninguna intrusion. Con una paz asi, tuve tiempo de sobra para pensar en los oscuros ojos del vampiro y deslizarme entonces en el profundo sueno del agotamiento.

Al dia siguiente, a la hora de comer, me encontraba sobre mi tumbona plegable de aluminio, en

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