Pepper se echo a reir.
– Ahi dentro hay una mujer que tiene un pajaro de las Indias. Dice que puede hablar tan bien como cualquier cristiano. Estamos esperando que salga con el.
La calle descendia en pendiente hacia la taberna, de modo que, a pesar de mi escasa estatura, podia ver la puerta sin dificultad. En ese momento, una gruesa anciana vestida con mugrientos andrajos aparecio en el umbral sosteniendo una percha de hierro con tres pies. Encaramado en ella, habia un pajaro en verdad extrano. Era mas grande que un cuervo, tenia el pico corto y acabado en un temible gancho, y sus plumas, rojas y doradas, eran tan brillantes que casi deslumbraban en contraste con el sucio gris de la calle. La muchedumbre se arremolino a su alrededor.
– ?Apartaos! -chillo la vieja desabridamente-. Ya os he sacado a
– ?Quiero cobrar por mi trabajo! -replico la vieja con descaro-. ?Si echais un cuarto de penique a sus pies,
– Seguro que hay truco -rezongo Pepper, que no obstante se unio a los que arrojaban dinero al pie de la percha.
La vieja recogio las monedas del barro y se volvio hacia el pajaro.
–
?Una misa por la pobre reina Juana!»
El animal se balanceo sobre sus escamosas patas y miro al gentio con ojos vidriosos. De pronto, con una voz muy parecida a la de su duena, grazno:
– ?Dios salve al rey Enrique! ?Misa para la reina Juana!
Los de la primera fila retrocedieron instintivamente y casi todos alzaron los brazos y se persignaron.
Pepper solto un silbido.
– ?Que decis a eso, Shardlake?
– No se… Sin duda, se trata de algun truco.
– Otra vez -pidio alguien-. ?Una vez mas!
–
Roma!»
– ?Muerte al Papa! ?Obispo de Roma! ?Dios salve al rey Enrique!
El animal abrio las alas, para gran susto del publico, que ahogo un grito. Adverti que le habian cortado casi la mitad de cada ala; el pobre animal no volveria a volar. El pajaro hundio el pico entre las plumas del pecho para acicalarse.
– ?Venid manana a las escaleras de San Pablo y oireis mas! -grito la vieja-. Decidle a vuestros conocidos que
Tras el anuncio, deteniendose unicamente para recoger del suelo un par de monedas que habia pasado por alto, la vieja cogio la percha y desaparecio en el interior de la taberna, mientras el ave agitaba violentamente sus mutiladas extremidades para mantener el equilibrio.
La muchedumbre se disperso entre murmullos de asombro. Yo tire de las riendas de
Mi colega habia abandonado su habitual arrogancia. -He oido contar muchas maravillas de ese Peru conquistado por los espanoles. Siempre he pensado que la mitad de las fabulas que nos llegan de las Indias no son creibles, pero esto… ?Pardiez!
– Es un truco -dije yo-. ?No os habeis fijado en los ojos del pajaro? No se ve en ellos la menor inteligencia. Y el modo en que ha parado de hablar para arreglarse las plumas…
– Pero ha hablado, senor -repuso Mintling-. Todos lo hemos oido.
– Se puede hablar sin saber. ?Y si el pajaro se limita a repetir las palabras de la vieja, del mismo modo que un perro acude a la llamada de su amo? He oido decir que los arrendajos tambien pueden hacerlo.
Llegamos a la esquina y nos detuvimos. Pepper sonrio de oreja a oreja.
– La verdad es que en la iglesia la gente responde a los latinajos del cura sin saber lo que significan.
Me encogi de hombros. Aquellas opiniones sobre la misa latina no eran ortodoxas, y no pensaba dejarme arrastrar a una polemica religiosa.
– Bueno, me temo que debo dejaros -les dije esbozando una reverencia-. Lord Cromwell me espera en Westminster.
El joven parecio impresionado, y Pepper se esforzo en no parecerlo; mientras tanto, yo habia montado a lomos de
Cuando llegue al palacio de Westminster, el aguacero se habia convertido en diluvio y el agua caia a cantaros sobre mi. Los pocos jinetes con los que me cruce iban, como yo, encorvados bajo las capas e intercambiaron conmigo exclamaciones sobre la que nos estaba cayendo encima.
Ya hacia algunos anos que el rey se habia trasladado a su nuevo y magnifico palacio de Whitehall, y ahora Westminster servia principalmente como sede de los tribunales. El de Desamortizacion habia sido creado recientemente para adjudicar las propiedades de los conventos que habian sido clausurados en el ultimo ano. Lord Cromwell y su creciente sequito de funcionarios tambien tenian sus oficinas en el palacio, por lo que siempre estaba muy concurrido.
Generalmente, el patio se encontraba abarrotado de abogados vestidos de negro que examinaban pergaminos y de funcionarios que discutian o conspiraban en rincones apartados. Pero ese dia la lluvia habia ahuyentado a todo el mundo, y estaba casi desierto. Solo se veia a un punado de hombres desalinados y pobremente vestidos, apinados bajo la lluvia en la puerta de Desamortizacion. Eran antiguos monjes de las ordenes disueltas que habian ido a reclamar las parroquias que la ley les prometia. El funcionario debia de estar ausente; tal vez fuera el senor Mintling.
Uno de los monjes, un anciano de porte orgulloso, vestia aun el habito cisterciense. Llevar semejante atuendo cerca de lord Cromwell era una autentica temeridad.
Por lo general, los antiguos monjes parecian perros apaleados, pero aquellos miraban con expresion horrorizada hacia un extremo del patio, donde unos carreteros descargaban dos enormes carromatos y amontonaban su contenido contra un muro, maldiciendo el agua que se les metia en los ojos y en la boca. Al principio, pense que se trataba de lena para las chimeneas de los funcionarios; pero, cuando detuve a
En la cuadra, me seque lo mejor que pude con la toalla que me ofrecio el mozo. Luego, entre en el palacio y mostre la carta de lord Cromwell al guardia, que me acompano fuera de la zona publica y me condujo por el laberinto de pasillos interiores sosteniendo en alto su reluciente pica.
Cruzamos una gran puerta custodiada por dos hombres armados, y accedimos a una sala alargada e iluminada con innumerables velas. En otros tiempos habia sido un salon de banquetes, pero ahora estaba ocupada por hileras de pupitres, ante los que habia escribientes vestidos de negro ordenando montanas de correspondencia. Uno de ellos, un anciano rechoncho con los dedos negros de tinta tras toda una vida de trabajo, se precipito a mi encuentro.
– ?Doctor Shardlake? Habeis sido puntual.
Me sorprendio que me conociera, pero comprendi que debia de estar esperando a un jorobado.