No obstante, lo mas extrano radicaba en que su apariencia era desusadamente atractiva. Tenian alrededor de cuarenta anos y se vestian bien, pues tenian mucho roce social. Quince anos atras no hubiera pensado que esa pareja durara mas de cinco minutos, lo que solo demuestra lo poco que una persona ajena alcanza a comprender respecto de un matrimonio.
– ?Y bien? -desafio Benyi.
– No lo se -respondi, tratando de ser diplomatico, aunque en realidad si lo sabia. Fue en 1886, cuando el brillante
– Eres un inutil -observo Benyi, y Dot se sintio aliviada.
Benyi cambio de tema.
– ?Llegaron bien mis caballos?
– Por supuesto que si.
Muchos entrenadores salian a las caballerizas para encargarse de que sus corredores abordaran los camiones sin contratiempos, pero Benyi rara vez lo hacia. La idea de supervision era gritar por la ventana si veia algo que le disgustaba, lo que sucedia con frecuencia. La rotacion de los mozos de cuadra de Benyi era mas constante que la de la mayoria. Su jefe de mozos de espuela de viaje, quien debia haber acompanado a los corredores a Sandown, habia renunciado el dia anterior.
Benyi me pregunto si estaba enterado de ese hecho tan inconveniente.
– Si -respondi.
– Entonces, hazme un favor. Ensilla a mis corredores y ven a la pista con nosotros.
En esas circunstancias, por supuesto, la mayor parte de los entrenadores habria ensillado a sus propios caballos, excepto Benyi. El apenas los tocaba.
Conteste que con gusto ensillaria los caballos. Lo que no estaba lejos de ser verdad.
– Bien -respondio satisfecho.
Acto seguido, me dedique a realizar esa tarea mientras el y Dot charlaban con el dueno del primer corredor, y lo mismo hicieron con el del segundo un poco mas tarde. El primero corrio decorosamente sin ganar ninguna medalla; el segundo gano la carrera.
Como siempre sucedia en el encerramiento del ganador en tales ocasiones, el rostro de Benjamin se encendia y sudaba como si estuviera experimentando el placer del orgasmo. Los duenos acariciaron a su caballo. Dot me dijo en tono serio que yo habria sido un buen jefe de mozos de espuela.
Sonrei.
– ?Oh, bueno!
– ?Vaya! Tal vez -repuse.
Existia algo que nunca habia podido entender acerca de Dot. Poseia una especie de profunda reticencia natural. No podia decir que la conocia mejor despues de quince anos que en un principio.
Los extranos metodos de entrenamiento que usaba Benyi se debian a que no tenia que pagar por el entrenamiento. Ademas, habia destinado la fortuna multimillonaria que habia heredado a adquirir buenos caballos en el extranjero, los cuales eran entrenados, a su vez, por otros entrenadores y ganaban carreras en Francia e Italia con bolsas de dinero mucho mas elevadas que las que obtenian sus caballos en Inglaterra.
Benyi me comento:
– Tengo un potro en Italia que se lastimo un tendon. Quiero traerlo de regreso para que sane y descanse. ?Quieres ir por el?
– Claro que si.
– Bien. Te avisare que dia es posible hacerlo -me dio una palmadita en el hombro.
La tarde transcurrio con una rapidez impresionante y despues de la ultima carrera espere a Patrick Venables afuera del cuarto de la bascula. Por fin, mi consejero llego a medio galope, todavia presionado por el tiempo.
– Freddie -comento-, oi el rumor de que te hacen falta algunos conductores. Te sugiero a un sustituto, alguien que investigue tu problema.
– Tendria que conocer el trabajo -respondi vacilante.
– Se trata de una mujer. Y descubriras que lo conoce muy bien. Hice los arreglos necesarios para que vaya a verte manana por la manana a Pixhill. Ensenale como operas y luego dejala que se haga cargo. No se pierde nada con intentarlo.
Le di las gracias, pero no estaba muy convencido. Sonrio y se apresuro a partir antes de que se me ocurriera preguntarle como se llamaba la mujer. Esperaba que ella tuviera la decencia de llegar antes de que me fuera a la comida de Maudie Watermead.
SE LLAMABA Nina Young. Llego en su auto por el sendero de la entrada hasta la zona asfaltada a las nueve de la manana. Aun no me afeitaba y estaba leyendo los diarios; tenia puesta mi bata de tela afelpada y al lado un cafe y unas hojuelas de maiz. Sali a abrir la puerta y no me di cuenta de inmediato de quien se trataba.
Ella conducia un Mercedes escarlata y aunque no era joven, vestia unos pantalones vaqueros cenidos al cuerpo, camisa blanca de manga larga y un chaleco afgano bordado; llevaba puestas unas gruesas cadenas de oro y usaba un perfume caro. Su brillante cabello oscuro habia sido cortado por un experto. Los altos pomulos, el cuello largo y los ojos serenos me recordaban los retratos de antepasados nobles. Distaba mucho de mi concepto de un conductor de camiones.
– Patrick Venables me indico que llegara temprano -menciono la mujer con un porte sociable aprendido desde la cuna. Desde mi punto de vista masculino nacionalista, su unica desventaja era la edad, estaba mucho mas cerca de los cuarenta y tantos que yo.
– Pase -la invite. Me hice a un lado y pense que ella lucia muy bien para decorar un escenario, pero no para el asunto que teniamos entre manos-. ?Le gustaria tomar un poco de cafe?
– No, gracias. ?Acaso detecto un ligero aire de molestia?
– Claro que no -la guie hasta la sala y le indique que tomara asiento en donde quisiera.
Nina Young eligio un sillon mullido, cruzo las piernas largas y mostro los finos tobillos que sobresalian de unos zapatos de cuero con hebilla. De una bolsa que llevaba al hombro saco un pequeno expediente que agito frente a mi.
– Traigo un permiso para poder conducir vehiculos grandes que transportan mercancias -afirmo Nina-. Es un verdadero pase para urgencias.
– Patrick no la habria enviado sin eso. ?Como lo consiguio?
– Transportando a mis propios caballos de la caza de la zorra -agrego sin mucho enfasis-. Y tambien a los de exhibicion y a los que participan en competencias. No tengo caballos de carreras. Seguro que el tipo de camiones al que estaba acostumbrada tendrian remolques habitacion frente a las caballerizas, esos lujosos vehiculos para los certamenes en Badminton y Burleigh. Debia de ser una figura conocida en ese mundo. 'Patrick, pense, sin duda ha perdido la razon'.
– Mis camiones para transportar caballos tienen lo elemental -dije-. No cuentan con refrigeradores, ni cocinas ni banos.
– Pero estan equipados con motores Mercedes, ?no es verdad?
Asenti sorprendido.
– Bien -repuso ella con simpleza y despues de una pausa pregunto-: ?Recibe la revista
Fui a buscar el ejemplar de esa semana que habia dejado en la mesa lateral y se lo entregue. Observe que reviso los anuncios clasificados. Llego a la seccion de transporte de caballos y me senalo la pagina, golpeando con la una pintada de color rosa.
– Patrick desea saber si ya vio esto.
Tome la revista y lei donde habia senalado. Era un anuncio que ocupaba todo el ancho de una columna, donde aparecian estas palabras sencillas:
?TIENE PROBLEMAS DE TRANSPORTE?
PODEMOS AYUDARLO.
TRANSPORTAMOS TODA CLASE DE MERCANCIAS.
Proporcionaban un numero de telefono en la cuarta linea.