– Cuando termines, estare en la casa -senale.

– ?Debo buscar algo en particular?

– Solo algo que no comprendas. Han ocurrido un par de cosas extranas, asi que…

– ?Te refieres al que estiro la pata'?

– En parte -respondi-. Muevete, Trotador, debo tener este camion limpio y en camino dentro de una hora.

El hombre se acosto y desaparecio de la vista confiadamente debajo de diez o mas toneladas de acero. Tan solo de pensarlo me ocasionaba una especie de claustrofobia, asunto que el Trotador conocia, pero que perdonaba con arrogancia.

Regrese a la casa y Harvey llamo por telefono.

– Dave va camino a verte en este momento -dijo con agitacion-. Pero me conto que Brett esta empacando sus maletas.

– ?Que esta haciendo que?

– Segun dice Dave, Brett sabe que su periodo a prueba de tres meses esta por concluir y que no piensas retenerlo. Asi que va a salirse antes. De esa forma puede alardear que el renuncio y que no digan que lo echaste.

– Por mi, el tipo puede seguir adelante. El problema es: ?que pasara con el transporte de Marigold? ?Con quien mas contamos?

Me di cuenta de la respuesta tan pronto como hice la pregunta. Contabamos conmigo.

– Bueno… -titubeo.

– Si, muy bien. Lo hare yo si no hay nadie mas.

– No se trata solamente del trayecto de ida y vuelta a Salisbury Plain -prosiguio Harvey con desconsuelo-. Llamo la esposa de Vic para avisar que el tiene treinta y nueve grados de temperatura y que de ninguna manera conducira a Sandown.

Este era uno de esos dias.

– De acuerdo. Dame un minuto. Ya me llegara la inspiracion.

Harvey rio.

– Apurate -me contesto y colgo.

Sali hasta donde estaba el camion para nueve caballos y llame a gritos al Trotador. Un par de botas se deslizo hacia afuera, seguida de unos pantalones grasientos, un sueter del ejercito asqueroso y un rostro con manchas de grasa.

– Brett nunca limpia bien. No tiene 'mentira'.

'Mentira' y 'verdad', pense, 'dignidad'.

– Pero tenias razon. Levantamos a un intruso -informo y agrego sonriente-. ?Ya lo sabias? Tienes que haberlo sabido.

– No, no lo sabia -en verdad, tampoco me sentia complacido-. ?Que encontraste?

– Yo diria que esta adherida con un iman. Es una especie de caja de estano. Como si fuera una gran caja registradora con la tapa hacia abajo. ?Quieres que la saque?

– Si. Aunque, espera un momento… mmm… tenemos tres conductores enfermos de gripe. ?Quieres hacer una corrida, solo para ayudarnos?

Se froto las manos grasosas en los pantalones y vacilo. Conducir significaba lavarse y no habia duda de que sucio se sentia mas feliz. Rara vez le pedia que condujera.

– Yeguas de crianza, no van a las carreras -explique.

– ?Va a haber una gratificacion?

– ?Claro! Si tambien haces trabajo normal de mantenimiento.

Se encogio de hombros, se acosto nuevamente sobre la tarima y desaparecio. Volvi a mi escritorio, llame por telefono a Harvey y le informe:

– El Trotador.

– ?Va a conducir? -sonaba incredulo.

– ?Acepto?

– Si, a Surrey; ira con las yeguas de crianza -confirme-. El camion de Phil es el que esta en reparacion, ?no es asi? Despiertalo, dile que su dia libre se pospone y que necesitamos que lleve el camion de Vic a Sandown. Por favor, ven en cuanto puedas.

– Muy bien.

Dave Yates llego montado en su bicicleta por el camino asfaltado y apoyo su transporte oxidado contra mi pila de lenos. Tenia un auto, incluso mas oxidado que la bicicleta, pero casi siempre estaba descompuesto. Un dia, habia dicho durante meses, volveria a ponerlo en circulacion. Nadie le creia. Gastaba todo su dinero en los galgos.

Toco al entrar, aunque se detuvo en la puerta de la sala. Tenia un aspecto de martir.

– ?Querias verme, Freddie? -pregunto con nerviosismo.

– Quiero que Brett y tu limpien ese camion. Tiene que salir a las nueve.

– Pero Brett… -se detuvo-. Harvey te dijo, ?no es verdad? Brett dice que esperara en la puerta de la oficina por su P45, o sea su finiquito, cuando Isobel llegue; despues se marchara.

– Le debo algunos salarios y pago por dia festivo -repuse, sin alterarme-. Regresa a tu bicicleta y ve a decirle que voy a pagarle en efectivo en este momento, pero que no olvide que la limpieza del camion es un trabajo que debio haber realizado ayer y, que si no lo termina, la fecha de su renuncia sera efectiva a partir de ayer por la manana. No le pagare el dia, ?entiendes?

Dave me lanzo una mirada frivola.

– Apurate y ve a buscarlo -ordene-. Regresa tu tambien.

Cuando Dave se fue, encendi la computadora y llame a la pantalla el archivo de Brett y sus asuntos. Todos los viajes que habia realizado para mi empresa aparecian listados ahi, se indicaban las fechas, horarios, nombres de los caballos, gastos y observaciones Tambien contenia sus condiciones de empleo, los dias trabajados y los pagos por dias festivos que habia devengado. Mande imprimir una copia con el proposito de tenerla lista para entregarsela.

Observe por la ventana que el Trotador se acercaba a la casa con su caracteristica forma de caminar; traia en las manos un objeto marron pardusco semejante a una caja grande de zapatos. Entro en la sala y lo dejo caer sobre mi escritorio, sin tomar en cuenta ciertas consideraciones mundanas, como la suciedad.

– Me costo un trabajo endemoniado sacar esto -dijo-. El iman todavia esta adherido al chasis, detras del segundo tanque de combustible. Es muy probable que hayan usado un pegamento muy fuerte. Tuve que utilizar una maquina para desmontar neumaticos. No tenian la intencion de que se moviera, te lo advierto.

– ?Cuanto tiempo calculas que ha estado ahi?

La caja se encontraba cubierta de una capa gruesa de mugre, excepto por un parche limpio del tamano de un plato en la cara inferior, donde habia estado en contacto con el iman.

– No se -el Trotador se encogio de hombros-. Por desgracia no estaba en un lugar que necesite inspeccionarse con demasiada frecuencia.

Tome la caja y la sacudi. En comparacion con su tamano resultaba ligera y no habia nada que sonara en su interior. Media casi cuarenta centimetros por veinticinco y como quince centimetros de profundidad, era una caja registradora de metal gris, fuerte y pasada de moda, tenia esquinas redondeadas, una manija de retroceso y una cerradura solida. Por supuesto, no habia llave.

– ?Puedes abrirla? ?Sin forzarla?

El Trotador me miro de reojo.

– Podria abrir la cerradura si voy a buscar mis herramientas y tu desvias la mirada.

– Adelante, entonces.

Decidio llevar la caja a su camioneta para hacer el trabajo y, en poco tiempo, mostrando una sonrisa medrosa, regreso con la caja gris abierta.

No habia nada adentro, ni siquiera un poco de polvo. Acerque mas la nariz. Sorprendentemente, el interior olia a limpio, con un olor como a talco o jabon.

– ?Te resulto muy dificil descubrirla debajo del camion?

– Fue facil con la tarima. Hubiera resultado mas sencillo en un foso de inspeccion porque por poco no la veo. Esta pintada del mismo color que todo lo que hay debajo del camion.

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