No temia que volviera, lo deseaba. No entendia por que yo habia intentado echarla un dia, por que habia tenido entonces tanto miedo de que ella volviera.

Snaut me tendio un vaso.

— Toma, bebe.

Le arroje el liquido a la cara. Snaut retrocedio, frotandose los ojos. Cuando volvio a abrirlos, yo estaba de pie, lo miraba desde arriba. Que pequeno era…

— Fuiste tu.

—?De que hablas?

— No te hagas el tonto, sabes de que hablo. Eras tu con quien se reunio ella, la otra noche… Y tu le dijiste que me diera un somnifero… ?Que le paso a ella? ?Habla!

Snaut hurgo en el bolsillo de la camisa y saco un sobre. Se lo arranque de las manos; estaba cerrado y no llevaba ninguna inscripcion. Rompi el sobre; dentro habia una hoja de papel doblada en cuatro, y reconoci la letra: grande, irregular, un poco infantil:

Querido mio: yo se lo pedi. El es un buen hombre. Siento haber tenido que mentirte. Concedeme este unico favor, te lo ruego: escuchalo, y sobre todo no te atormentes. Fuiste maravilloso.

Habia una ultima palabra, tachada, pero alcance a ver que ella habia firmado: Harey.Lei y relei la carta. Me sentia ahora completamente lucido; no me pondria a gritar. Por otra parte, no tenia voz; las fuerzas no me alcanzaban, ni siquiera para un sollozo.

—?Como… como? — murmure al fin.

— Mas tarde, Kelvin. Tranquilizate.

— Estoy tranquilo, dime como.

— Desintegracion.

— Pero… ?y el aparato?

— El aparato de Roche no era adecuado. Sartorius construyo otro, un nuevo desestabilizador. Un aparato en miniatura, de un alcance de pocos metros.

— Y ella…

— Ella desaparecio. Un resplandor y un soplo. Nada mas.

— Un aparato de alcance limitado…

— Si, nuestros recursos no alcanzaban para mas.

Las paredes se inclinaban hacia mi; cerre los ojos.

— Ella volvera.

— No.

—?Tu que sabes?

— No, Kelvin, no volvera. ?Recuerdas las alas de espuma? No han vuelto desde ese dia.

— Tu la mataste — murmure.

— Si… ?Que hubieras hecho tu en mi lugar?

Le volvi la espalda y me puse a caminar por el cuarto.

Nueve pasos rapidos desde el angulo a la otra pared.

Vuelta. Nueve pasos mas, cada vez mas rapidos, y enfrente de nuevo a Snaut.

— Escucha, redactaremos un informe. Pediremos comunicacion inmediata con el Consejo. No es imposible. Aceptaran. Tienen que aceptar. El Tratado de los Cuatro no sera aplicado en Solaris. Todos los medios seran licitos. Haremos traer generadores de antimateria. Nada resiste a la antimateria, nada…

Yo estaba gritando ahora y las lagrimas me enceguecian.

—?Quieres destruirlo? ?Por que?

—?Vete, dejame en paz!

— No, no me ire.

—?Snaut! — Lo mire a los ojos; el sacudio la cabeza. — ?Que quieres? ?Que pides de mi?

Snaut retrocedio hacia la mesa.

— Esta bien, redactaremos un informe.

Eche de nuevo a caminar.

—?Sientate! — me ordeno.

—?Hare lo que me plazca!

— Hay dos cuestiones, bien distintas. Primero, los hechos; segundo, nuestras inclinaciones.

—?Y es imprescindible que hablemos ahora?

— Si, ahora.

— No quiero oir nada ?entiendes? Tus especulaciones no me interesan.

— Enviamos el ultimo comunicado hace dos meses, antes de la muerte de Gibarian. Habria que establecer exactamente como es la funcion fenomenica que llamamos « visitante ».

Lo tome por el brazo.

—?Vas a callarte, si?

— Pegame si quieres, no me callare.

— Oh, habla lo que te de la gana…

— Bien, escucha. Sartorius tratara de ocultar ciertos hechos… estoy casi seguro.

—?Y tu, tu no ocultaras nada?

— No. Ya no. Nuestra responsabilidad no llega en este caso muy lejos. Lo sabes tan bien como yo… Nos ha dado una muestra de actividad reflexiva. Es capaz de operar una sintesis organica en el mas alto nivel, una sintesis que nosotros mismos nunca hemos logrado. Conoce la estructura, la microestructura, el metabolismo de nuestros cuerpos…

— Es cierto… ?Por que te interrumpes? Ha llevado a cabo con nosotros una serie… de experimentos. Viviseccion psiquica. Ha utilizado conocimientos que nos ha sonsacado, sin pedirnos permiso.

— Esos no son hechos, Kelvin, ni siquiera son proposiciones. Son meras hipotesis. En cierto sentido, ha tenido en cuenta deseos escondidos en algun rincon secreto de nuestras mentes. Quiza estaba enviando-nos… regalos.

—?Regalos! ?Santo Dios!

Una carcajada incontenible me sacudio; aullaba de risa.

—?Calmate!

Snaut me tomo la mano, y yo aprete hasta oir un crujido de huesos. Impasible, entornando los parpados, Snaut desafiaba mi mirada. Me aparte y fui a refugiarme en un rincon del taller.

— Tratare de dominarme — dije.

— Si, claro… comprendo. ?Que les pedimos?

— Decidelo tu… Yo no puedo concentrarme ahora… Dijiste algo antes de…

— No, nada. Si quieres conocer mi opinion, ahora tenemos una posibilidad.

—?Una posibilidad? ?Que posibilidad? — Lo mire un rato y de subito comprendi.— ?El contacto? Entonces ?no estas harto de este manicomio? ?Que mas te hace falta? No, de ningun modo, no cuentes conmigo.

—?Por que no? — dijo Snaut con calma—. Tu mismo, instintivamente, lo tratas como a un ser humano, y ahora mas que nunca. Lo odias.

—?Y tu no?

— No, Kelvin. Es ciego…

—?Ciego? — repeti; no estaba seguro de haber oido bien.

— O mejor dicho, no « ve » como nosotros. Yo no existo para el como para ti. Nosotros nos reconocemos por el aspecto de la cara y el cuerpo. Para el oceano, esa apariencia es un cristal traslucido. Se mete directamente dentro del cerebro.

— Bueno ?y entonces? ?A donde quieres llegar? Si ha logrado recrear a un ser humano que solo existe en mis recuerdos, y de modo tal que los ojos, los gestos, la voz…

— Continua. Habla.

— Estoy hablando… La voz… Bien, es capaz de leer en nosotros como en un libro… ?Comprendes lo que quiero decir?

— Si, que podria entenderse con nosotros.

—?No es evidente?

Вы читаете Solaris
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату