— No. No es evidente. Quiza empleo una formula que no puede expresarse en palabras. Quiza la tomo de una huella registrada en la memoria, pero en el cerebro no hay palabras, no hay sentimientos; la memoria del hombre es un repertorio de acidos nucleicos grabado en cristales asincronos macromoleculares. El oceano tomo la huella mas profunda, la mas aislada, la mas « asimilada », y no tiene por que saber lo que significa para nosotros. Admitamos que yo pueda reproducir la arquitectura de una simetriada, que conozca los materiales que la componen, y disponga de los recursos tecnologicos necesarios. Creo una simetriada y la arrojo al oceano. Pero no se por que lo hago, no se para que sirve, no se que significa esa forma para el oceano…

— Si —dije—. Quiza tengas razon. En ese caso, no queria hacernos dano, no trataba de destruirnos… Si, es posible. Y sin ninguna intencion…

Senti que me temblaban los labios.

—?Kelvin!

— Si, si, no te preocupes. Tu eres bueno, el oceano es bueno. Todo el mundo es bueno. Pero ?por que?… ?Explicame! ?Por que, por que lo hizo? ?Que le dijiste.. a ella?

— La verdad.

—?La verdad? ?Cual verdad?

— Tu lo sabes. Ven a mi cabina, redactaremos el informe.

— Espera. ?Que buscas exactamente? No querras quedarte en la Estacion.

— Si, quiero quedarme.

El viejo mimoide

Sentado a la ventana, yo miraba el oceano. No tenia nada que hacer. El informe, redactado en cinco dias, era ahora un haz de ondas que atravesaba el vacio, mas alla de la constelacion de Orion. Cuando se aproximara a la nebula oscura que absorbe todas las senales y rayos luminosos en una masa de cinco trillo-nes de kilometros al cubo, una primera antena recogeria el informe. Luego, describiendo un arco gigantesco, pasando de una radiobaliza a otra en saltos de miles de millones de kilometros, llegaria por fin a la terminal, bloque metalico atiborrado de instrumentos de precision; y el pico alargado de la antena de retransmision captaria el haz de ondas, concentrandolo para lanzarlo de nuevo al espacio, hacia la Tierra. Transcurririan meses antes que otro haz de energia partiera de la Tierra, perturbando el campo de gravitacion de la galaxia, eludiendo la nube cosmica, en camino hacia los dos soles de Solaris.

Bajo el sol rojo, el oceano estaba mas negro que nunca. Una bruma escarlata velaba el horizonte. El aire, excepcionalmente pesado, parecia anunciar uno de esos terribles huracanes que se desencadenaban dos o tres veces al ano en el planeta, cuyo unico habitante — cabe suponerlo— gobernaba el clima y ordenaba las tempestades.

Pasarian meses antes que yo pudiera irme. Desde lo alto de mi observatorio contemplaba el nacimiento de los dias: un disco de oro blanco o purpura apagada. De vez en cuando veia la luz del alba que se movia entre las formas fluidas de algun edificio brotado del oceano, descubria el reflejo del sol en la burbuja plateada de una simetriada, seguia con los ojos las oscilaciones de los graciosos agilus que se curvaban en el viento, me entretenia en observar unos viejos y polvorientos mimoides.

Y un dia, en las pantallas de los videofonos apareceria un parpadeo; el equipo de comunicaciones volveria a vivir, reanimado por un impulso que habia recorrido miles de millones de kilometros y anunciaria la llegada de un coloso metalico. El Ulises,o quiza el Prometeodescenderia acompanado por el chillido ensordecedor de los gravitadores. Yo subiria a la plataforma, y veria batallones de automatas macizos, de blanco caparazon, criaturas inocentes que no vacilaban en destruirse a si mismas o en destruir el obstaculo imprevisto, cumpliendo las ordenes registradas en los cristales de la memoria. Luego, mas veloz que el sonido, la nave se elevaria silenciosa, dejando atras, en la lejania, una salva de detonaciones; y la idea del regreso iluminaria los rostros de todos los pasajeros.

El regreso… ?Que significado tenia para mi? ?La Tierra? Recorde las enormes ciudades bulliciosas, donde iria de un lado a otro, y me perderia, y pense en esas ciudades como.habia pensado en el oceano la segunda o la tercera noche, cuando quise precipitarme en las olas tenebrosas. Me ahogare entre los hombres, me dije. Sere taciturno y atento, un companero apreciado. Tendre muchos amigos, hombres y mujeres, y tal vez incluso una mujer. Durante un tiempo tendre que esforzarme en sonreir, saludar con una pequena inclinacion, enderezarme, ejecutar los miles de pequenos gestos que componen la vida en la Tierra, hasta el dia en que esos gestos vuelvan a convertirse en habitos. Encontrare nuevos intereses y ocupaciones, a los que no me dare por entero. No, nunca mas me dare por entero a nada ni a nadie. Y quiza de noche mirare alla arriba la nebulosa oscura, cortina negra que vela el resplandor de dos soles. Y recordare todo, hasta lo que pienso en este momento; con una sonrisa condescendiente, un poco pesarosa, rememorare mis locuras y mis esperanzas. Y ese Kelvin del porvenir no valdra menos que el otro Kelvin, aquel que estaba dispuesto a todo en nombre de un proyecto ambicioso llamado Contacto. Y nadie se atrevera a juzgarme.

Snaut entro en la cabina. Miro alrededor y luego se volvio hacia mi. Yo me levante y me acerque a la mesa.

—?Me necesitas?

—?No tienes nada que hacer? — dijo Snaut—. Podria darte trabajo… calculos. Oh, no un trabajo muy urgente…

Sonrei.

— Gracias, pero no vale la pena.

Snaut miraba por la ventana.

—?Estas seguro?

— Si… Pensaba en algunas cosas y…

— Preferiria que pensaras un poco menos.

—?Pero no sabes en que estaba pensando! Dime, ?tu crees en Dios?

Snaut me echo una mirada inquieta.

—?Que?… ?Quien cree todavia?…

Yo adopte un tono desenvuelto.

— No es tan sencillo. No se trata del Dios tradicional de las religiones de la Tierra. No soy especialista en historia de las religiones y tal vez no haya inventado nada. ?Sabes, por casualidad, si existio alguna vez una fe en un dios… imperfecto?

Snaut fruncio las cejas.

—?Imperfecto? ?Que quieres decir? En cierto sentido, todos los dioses eran imperfectos, una suma de atributos humanos magnificados. El Dios del Antiguo Testamento, por ejemplo, exigia sumision y sacrificios, y tenia celos de los otros dioses… Los dioses griegos, de humor belicoso, enredados en disputas de familia, eran tan imperfectos como los hombres.

Lo interrumpi.

— No, no pienso en dioses nacidos del candor de los seres humanos, sino en dioses de una imperfeccion fundamental, inmanente. Un dios limitado, falible, incapaz de prever las consecuencias de un acto, creador de fenomenos que provocan horror. Es un dios… enfermo, de una ambicion superior a sus propias fuerzas, y el no lo sabe. Un dios que ha creado relojes, pero no el tiempo que ellos miden. Ha creado sistemas o mecanismos, con fines especificos, que han sido traicionados. Ha creado la eternidad, que seria la medida de un poder infinito, y que mide solo una infinita derrota.

Snaut titubeo, pero ya no me mostraba esa desconfiada reserva de los ultimos tiempos.

— El maniqueismo, antano…

Lo interrumpi.

— Ninguna relacion con el principio del Bien y del Mal. Este dios no existe fuera de la materia, quisiera librarse de la materia, pero no puede…

Snaut reflexiono un instante.

— No conozco ninguna religion de ese tipo. Esta especie de religion nunca fue… necesaria. Si te comprendo,

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