Sonrio cansada y levanto la mirada al techo; oyo el latir de su propio corazon -«tan fuerte como un redoble de tambor», penso-, y se pregunto si David tambien podria oirlo. Sono el timbre de la puerta, una llamada larga e insistente hasta el punto de parecer agresiva. Vio como David empezaba a levantarse.

– Yo ire a abrir -dijo Alex.

Se encontro frente a un hombre alto de aspecto sumiso; su cabello gris le caia como una melena sobre las orejas, demasiado grandes y que causaban la impresion de que le habian sido pegadas a su rostro como un anadido ultimo y discorde. A Alex le parecio excesivamente delgado.

– Oh… ?esta aqui el senor Ford? -Se detuvo, como si se sintiera cortado por su elevada estatura y hablo en voz tan baja que casi parecia un susurro.

– Llegara en cualquier momento.

– En ese caso esperare fuera.

– Pase, por favor; sea bienvenido.

El hombre sonrio.

– Muchas gracias. He venido por lo del circulo de esta noche, como debe saber.

Alex afirmo con la cabeza, cerro la puerta tras ellos y lo condujo a la sala de estar.

– Este es mi esposo David. -Miro con mayor atencion el arrugado traje de poliester marron del hombre y se dio cuenta de que tenia los pies muy grandes.

– ?Como esta usted? -saludo David levantandose-. David Hightower.

– Encantado de conocerle. -Le tendio la mano nerviosamente, pero la retiro antes de que David tuviera tiempo de estrecharsela-. Milsom.

– ?Viene para el…?

Milsom afirmo.

– ?Quiere beber algo?

El hombre miro a su alrededor, vacilante.

– Un zumo, si es que tiene, por favor.

Alex salio de la habitacion.

– ?A que se dedica usted? -Oyo que su marido le preguntaba al recien llegado y se detuvo en el pasillo para oir la respuesta.

– Trabajo en Correos.

– ?Y que es lo que hace alli?

– Entrego cartas.

– Ah, es usted cartero.

– Si, si.

– ?Vaya! -oyo decir a su marido despues de una pausa-. Interesante.

Se hizo el silencio. Alex se dirigio a la cocina y lleno un vaso de zumo de naranja. Cuando regreso a la sala de estar, los dos hombres aun seguian de pie, uno frente a otro, ambos en silencio y con la vista fija en el suelo.

– El senor Milsom es cartero -le dijo David a su esposa.

– ?De veras? -Le tendio su bebida a Milsom-. ?Es usted amigo de Morgan Ford?

Milsom se ruborizo.

– Bien, bien, realmente somos colegas; le ayudo en ocasiones. -Enrojecio todavia mas y se toco el cuello con el dedo indice-. A veces los espiritus hablan a traves de mi, ?sabe? -Dejo escapar una risa nerviosa y cortada.

Alex capto la mirada de su marido y vio que se esforzaba en contener una expresion de burla.

– Ah -comento.

Sono de nuevo el timbre de la puerta y Alex escapo, aliviada, para abrirla. Morgan Ford, Sandy y un joven al que ella no habia visto con anterioridad estaban en el otro lado de la puerta.

– ?Darling! -la saludo Sandy, su negro almiar de pelo mas alborotado que nunca; una capa purpura caia sobre sus hombros y flotaba alrededor de su cuerpo-. No me habias dicho que se trataba de Morgan Ford… ?nos hemos encontrado en la puerta por casualidad! Es el mas distinguido medium del pais. ?Por que no me lo dijiste? ?Como lo persuadiste de que viniera a tu casa?

Ford seguia inmovil, como un hombre de pie sobre su propia sombra, sosteniendo en sus manos un enorme magnetofono. Fuera de su ambiente, aun parecia mas pequeno, penso Alex.

– ?Hola, senora Hightower! -sonrio cortesmente y Alex, al estrechar la pequena mano, noto en la suya las aristas afiladas de la piedra barata de su sortija-. ?Me permite presentarle a Steven Orme?

– ?Como esta usted? -estrecho una mano, fria y huesuda, carente de energia, como si estuviera desprendida por completo de su cuerpo.

Orme debia de tener poco mas de veinte anos, con el cabello negro, liso y brillante y un gran pendiente de oro en una de sus orejas. Tenia el rostro alargado, carente de expresion y sus frios ojos estaban semicerrados.

«Un afeminado», penso Alex, y se pregunto si seria el amante de Ford.

– Pasen ustedes, por favor.

– Todavia falta una persona que tiene que venir.

– Creo que ya esta aqui.

Ford movio la cabeza y todos entraron en la sala de estar.

– No estaba segura -le dijo a Ford- de si nos esta permitido beber o fumar.

– Lo mejor es evitarlo, si se puede. -Se quedo mirando a David-. Bien. Este senor debe de ser su esposo, ?es asi?

– Si -respondio Alex.

– Excelente, perfecto.

– ?Por que? -inquirio, curiosa.

– Es exactamente como habia imaginado. Carente de poderes psiquicos. Es importante tener una toma de tierra. Lo mismo que los enchufes electricos deben tener una toma de tierra, en una reunion de este tipo, en un circulo, debe haber una persona que no sea receptiva; es una gran ayuda para la proteccion del circulo.

– Muy inteligente por tu parte, querida. No podias haber traido a una persona mejor -dijo Sandy.

Se quito la capa para dejar que una tunica, tambien purpura, flotara igualmente en torno a su figura.

Ford suspiro modestamente, o al menos trato de aparentar modestia, penso Alex.

– ?Puedo ver la habitacion, senora Hightower?

Condujo a Ford escalera arriba. Iba inmaculadamente vestido de gris, como siempre. Todo en el tenia un aspecto limpio y fresco; incluso sus calcetines grises.

– Perfecto -dijo dejando el magnetofono. Miro el retrato de Fabian-. Exactamente como me lo imaginaba. Eso esta muy bien. Si, la habitacion es apropiada, noto aqui su presencia y se que aqui se sentira comodo. Conoce bien esta estancia.

Paseo por la habitacion y miro los posters de las paredes, el telescopio y examino las cortinas.

– ?Hay un enchufe por aqui? -pregunto.

Ella se lo mostro.

– Ahorraremos pilas. -Sonrio y desenrollo el cable de la grabadora-. Fabian ya esta aqui, ?sabe?, esperandonos. -Se dio la vuelta y volvio a sonreir.

Alex sintio el repentino impulso de arrojarlo fuera de su casa, a el y a todos los demas. Ford la disgustaba, arrodillado en el suelo, manipulando la grabadora, demasiado ronoso para utilizar sus propias pilas.

Miro el retrato de la pared y Fabian parecio devolverle la mirada, frio y arrogante; penso en su cuerpo abrasado y se estremecio, invadida por la duda.

– ?Estamos haciendo lo apropiado? -pregunto de repente.

– Depende de usted, senora Hightower. Si no quiere que sigamos adelante, no tiene mas que decirlo. No hay otro motivo, en absoluto, para celebrar esta reunion salvo que usted desee comunicarse con su hijo. -Apreto un boton en el aparato y se encendio una luz verde-. Estoy listo -dijo.

– ?Quiere que vaya a buscar a los demas?

– Gracias.

Bajo la escalera lentamente y oyo el rumor de las conversaciones. Se detuvo poseida por cierta sensacion de temor. No estaba bien lo que estaba haciendo. Nada estaba bien. Lo mas probable era que Iris Tremayne fuera una chiflada; Philip Main quizas un excentrico, pero en ningun caso estupido. Y algo habia asustado a aquel hombre al que ella siempre creyo por encima del miedo; habia algo extrano en su casa. Algo terrorifico. ?Lograrian destruirlo

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