sociedad oficial queria librarse de el y esa fue la forma de hacerlo.
– Ciertamente -afirmo el hermano de Saffier, que volvio a mirar a Alex-, Nunca se recupero despues de aquello, por eso lo hizo. Lo vi la semana pasada… el dia antes de su muerte. Destrozado, ?sabe usted? Estaba completamente destrozado. Un hombre tan brillante como el. ?Ayudo a tanta gente…! Si supiera cuantas cartas hemos recibido.
Los tres guardaron silencio, moviendo sus cabezas tristemente, como marionetas. De pronto Alex se sintio atrapada, acorralada y deseo marcharse de alli, salir fuera, respirar un aire mas puro.
– Siguio trabajando, naturalmente -explico su hermano-. No le estaba permitido ejercer de medico ni usar el titulo de doctor, pero no podian impedirle que siguiera con su clinica. ?Sabe usted lo que hizo? ?Se compro un titulo de medico por correspondencia en Estados Unidos! ?Doctor por correspondencia! De nuevo pudo utilizar el titulo, ?no podian impedirle seguir adelante! -Sonrio entre dientes; miro a su hermana y a su cunado, que sonrieron y volvieron a mover la cabeza.
«Por correspondencia -penso Alex-. El New England Bureau.» Se hizo un profundo silencio; Alex los miro timidamente, casi asustada, sintiendose como una impostora.
– ?Me perdonan? Es solo un momento -se excuso, y se alejo de ellos; dio la vuelta y regreso al recibidor.
Dandose cuenta de que las lagrimas resbalaban por sus mejillas, se detuvo y se limpio los ojos, que se seco cuidadosamente.
– ?Se marcha ya? -Oyo la voz de Otto y se dio la vuelta en redondo.
– Tengo que volver a Londres.
Otto sonrio, una vez mas aquella sonrisa de suficiencia, penso.
– ?Sin resolver su asunto?
Alex se sonrojo. ?Que sabia Otto? ?Hasta que punto estaba informado? ?Que estaba haciendo alli?
– ?Eres pariente del doctor Saffier, Otto?
– Solo soy su alumno.
– ?Alumno?
– Escribi una tesis sobre el… sobre su trabajo.
– Creia que estudiabas quimica, ?no es asi?
– Si. Su trabajo era quimica; quimica y biologia. -Sonrio y la miro con aire de burla-. La biologia y la quimica estan muy relacionadas entre si, senora Hightower. Creo que usted puede comprenderlo mejor que la mayoria de la gente.
Alex se dio cuenta de que enrojecia aun mas. «?Que es lo que sabes -le hubiera gustado preguntarle. Se dio cuenta de que su incomodidad comenzaba a transformarse en furia-. ?Que es lo que sabes, bastardo?»
Otto dio la vuelta y se alejo de ella. Miro a su alrededor y se puso a estudiar la armadura montada que estaba en la parte baja de la escalera. De pronto se giro y se encaro con Alex.
– Se por que ha venido.
Ella se quedo sorprendida con sus palabras y su movimiento brusco; trato de recuperar su compostura, de devolverle la mirada sin expresar sus sentimientos.
– ?Lo sabes? -dijo con acritud-. ?De veras lo sabes?
– Si, claro que si. -Otto sonrio-. Y puedo ayudarla. Se donde estan las fichas. Todas las fichas.
De nuevo se dio la vuelta y comenzo a andar, cruzando el recibidor en direccion a un pasillo.
Alex sintio que su rabia desaparecia, reemplazada por una sensacion de incapacidad. Y lo siguio con paso vacilante.
El cajon se abrio suavemente, en silencio, y se detuvo con un fuerte golpe metalico.
– Dime, Otto -pregunto Alex-, ?por que expulsaron del colegio de medicos al doctor Saffier?
Otto estaba mirando las fichas en el interior del cajon de la archivadora.
– Se le sorprendio buscando chicos jovenes en unos retretes publicos.
Alex se tambaleo ante el impacto que le causaron aquellas palabras; observo seguidamente el rostro de Otto para ver si se trataba de una broma, una muestra de su extrano sentido del humor. Pero no vio nada mas que la expresion de quien relata un hecho real, eso fue todo.
«?Lo intento tambien contigo, bastardo?», se pregunto a si misma.
– No -dijo Otto volviendose para mirarla.
– Perdon, ?que dices? -pregunto Alex, que sintio que el rubor la invadia con una sensacion de frio y calor al mismo tiempo.
– No, no intento nada conmigo.
Alex lo miro. Le ardia la cabeza hasta el punto de hacerle sudar. ?Como supo lo que pensaba? ?Lo habia visto en la expresion de su rostro o lo habia leido en su mente?
Su mirada recorrio el sotano oscuro, iluminado tan solo por una bombilla desnuda, y observo las sombras que parecian danzar amenazadoramente sobre las paredes cada vez que ella u Otto se movian; los viejos armarios archivadores pintados de verde eran como centinelas, formando filas en el centro de la habitacion. ?Que contenian, se pregunto, que secretos habia alli que debieran estar en Somerset House?( [3]).
?Que secretos que Saffier debiera haberse llevado con el a la tumba? Saffier, un hombre brillante y extrano que se dedicaba a buscar jovenes en los lavabos publicos. ?Por que en ese lugar repugnante? ?Es que carecia de clase, le faltaba estilo? ?No podia, al menos…? Asustada, miro las escaleras por las que habian descendido, la puerta de arriba que Otto habia cerrado con llave desde dentro.
Otto paso los dedos por los archivos, produciendo un fuerte crujido que desperto ecos en el sotano; despues se detuvo. Saco una delgada carpeta verde y la contemplo a la luz de la bombilla, la estudio por un momento y con ella se dirigio a la mesa metalica que estaba situada directamente debajo de la bombilla. Puso la carpeta sobre la mesa, le hizo un ademan con la cabeza y dio unos pasos atras.
Conteniendo la respiracion, Alex se acerco a la mesa y bajo la vista: vio su nombre escrito a maquina en la pequena etiqueta del indice: «HIGHTOWER, SENORA A.» Nerviosa, abrio la cubierta. Habia unas cuantas hojas de papel con graficos y varias tarjetas de archivo sujetas con un clip.
Una vez mas sintio que el rubor le subia al rostro cuando miro los graficos y recordo. Curvas de temperatura que indicaban, rodeandolos con un circulo negro, cuales eran los dias mas propicios para el embarazo en cada ciclo menstrual. ?Dios mio, cuanto habia tenido que soportar! Leyo la primera de las tarjetas cogidas con el clip. Su fecha de nacimiento. La fecha de nacimiento de David. Su cuenta de semen. Despues una lista de sus visitas, con algunas anotaciones escritas a mano, con una letra pequena, casi ilegible, debilitada por el tiempo. Empezo a desesperarse. Nada. Alli no habia nada, nada que pudiera ayudarla.
Y en ese momento lo vio.
Comenzo a temblar mientras leia y releia, la letra pequena y dificil junto a la fecha en la ultima de las tarjetas: «J. T. Bosley.»
Oyo de nuevo el eco de la fuerte voz nasal:
Trato de sujetar la tarjeta, pero la mano le temblaba de modo incontenible. Miro a su alrededor y vio extranas formas moviendose, entre las sombras, entre los archivadores y a lo largo de las paredes que parecian extenderse indefinidamente hasta perderse para siempre en la oscuridad.
Vio el rostro de Otto; la sonrisa. La sonrisa. Otto se dirigio a otro de los archivadores metalicos, abrio el cajon, saco otra carpeta, como si fuera una joya preciosa, la llevo hasta la mesa y la dejo sobre ella. De nuevo retrocedio unos pasos y se quedo de pie, con los brazos cruzados detras del cuerpo.
La carpeta llevaba simplemente la indicacion: «DONANTES.»
En su interior habia un numero de impresos de ordenador. Nombres en orden alfabetico, paginas y paginas. Encontro el que buscaba en la cuarta pagina: «Bosley, John Terence, Kings College, Londres. Fecha de nacimiento: 27-4-1946.» «Debia tener veintiun anos en aquel entonces», penso. Seguian unas lineas con detalles minuciosos: el color y la textura del cabello, el tamano de la frente, el color de los ojos, la exacta longitud y la forma de su nariz, su boca, su barbilla, su cuello, su constitucion. Alex tuvo un escalofrio. Los datos registrados podrian ser la exacta descripcion de su hijo Fabian.
Al final de esa seccion estaban las palabras: «Donaciones utilizadas: una vez: Referencia Hightower, senora A.»