Navidad. Verdaderamente parecia interesado por este lugar. Yo solia verlo sentado en la orilla de la isla, pescando, durante horas y horas. Me preguntaba en que estaria pensando.»
Retrocedio lenta, desesperadamente. Despacio, abriendose camino con dificultad, como si tuviera que luchar contra una fuerza gigantesca dispuesta a cerrarle el paso. Trato de desviar la mirada, de fijarla en las paredes, en el techo, pero atraida como por un iman, la bajo de nuevo hasta el rostro de la muchacha.
«Hola, mama: este es un lugar realmente tranquilo, me han ocurrido muchas cosas y he conocido a gente muy interesante. Te volvere a escribir pronto.»
«Lo siento, lo siento. -Las palabras estaban en su boca pero no salio el menor sonido-. Lo siento, lo siento; estoy tan desesperada…»
Oyo un ruido inmediatamente detras de ella.
Se quedo helada. Sintio que el terror la invadia. Bajo la vista al suelo, incapaz de darse la vuelta, despues volvio a fijarla en el rostro como cuero seco.
Se movio una sombra; la sombra de una persona que estaba de pie, detras de ella.
Alex agito la cabeza. Por favor, no.
El roce de un pie.
– Por favor, no.
El roce de un abrigo.
«?No!»
Se dio la vuelta.
Nada.
Nada salvo la negra entrada del tunel.
Oyo un ruido detras de ella, de la chica.
«?Oh, no, Dios mio, no!»
Se dio la vuelta lentamente, asustada.
La muchacha se reia. Se reia de ella, de su miedo.
«No, por favor no lo hagas. No lo hagas.»
– ?Admirando el trabajo de su hijo, senora Hightower?
La voz penetro en ella como una corriente electrica; perdio el equilibrio y casi cayo sobre la chica sentada en el suelo. Cerro los ojos, sintio nauseas y por un momento su mirada se desenfoco. Otto. Tuvo la palabra en los labios, pero no salio el menor sonido. Otto.
Otto estaba de pie, en el quicio de la puerta, con el abrigo sobre los hombros.
Alex comenzo a temblar violentamente. Habia algo horrible en la expresion de Otto. Trato de gritar, pero de su garganta no salio el menor sonido. Se puso la mano delante de la boca, mirandole a los ojos, dos ojos diferentes y burlones. Y comprendio. Lo comprendio todo. Aquellos ojos: la misma expresion en los ojos. Fabian en su triciclo. El retrato en la pared. Bosley. Otto.
Retrocedio, tropezo en algo que crujio bajo su pie y dio un salto asustada. Se giro y vio que la chica parecia moverse. Trato de gritar. Nada. «?Oh, Dios mio, ayudame!» Se giro. «Muevete, muevete. Di algo.» Temblo violentamente; hacia mucho frio alli en esos momentos. Al respirar le dolieron los pulmones y el aire expulsado se concentro delante de ella como una nube de vapor.
– ?Que es lo que quieres? -pronuncio las palabras con voz seca, rota, debil como si estuviera muy lejos de alli.
Otto sonrio.
«Di algo, por amor de Dios, di algo.»
Otto continuo sonriendo.
Se estaba quedando sin aire, cada vez le resultaba mas dificil respirar; abrio y cerro la boca, como el pez que trata de respirar fuera del agua y miro a su alrededor inquieta.
El panico se apodero de ella.
– Quiero irme… ahora… ahora -dijo Alex, que empezo a andar hacia donde estaba Otto, luchando contra la enorme fuerza que la empujaba hacia atras.
– Estara aqui en un minuto, senora Hightower; ?es que no piensa esperarlo?
– Dejame pasar, Otto, por favor. -De pronto su voz era tranquila, firme, normal.
Sin dejar de sonreir, Otto se aparto de su camino. Alex tardo lo que a ella le parecio toda una eternidad en llegar hasta la puerta. Se quedo alli de pie, mirando asustada a Otto, esperando que el se moviera, esperando que la sujetara; pero el joven no hizo nada y se limito a continuar sonriendo, su expresion inmutable.
– Se sentira defraudado por no haber podido encontrarla.
Se alejo, dio la vuelta y corrio tropezando por el tunel, en direccion a la salida.
Plang.
La gota de agua la golpeo como un puno, lanzandola a un lado.
?No!
Trato de seguir adelante.
Otra gota la golpeo en la frente como un martillo. Se tambaleo. Tropezo contra la pared y cayo de cara sobre el limo. Otra gota le cayo sobre la nuca, como un puntapie. Se levanto y continuo avanzando vacilante. ?Que camino seguia? La direccion equivocada. Podia ver la luz. La sala de baile. No.
– ?Oh, Dios mio, ayudame, por favor!
Otra gota la golpeo sobre el puente de su nariz; los ojos se le llenaron de lagrimas. La sala de baile desaparecio, vacilo hacia adelante sobre la pared. Una gota restallo sobre su craneo y le escocio como si fuera un acido. Corrio en direccion contraria, hacia la oscuridad, una oscuridad que parecia extenderse hasta el infinito.
– ?Ayudame, Dios mio, ayudame, por favor!
Un rayo de luz cayo sobre su rostro, sorprendiendola.
Su grito desperto el eco en el tunel y volvio hacia ella desde todas las direcciones al mismo tiempo.
Se detuvo por un momento, helada como un animal aterrorizado.
Dos brazos se cerraron alrededor de su cuerpo.
Noto el aspero tejido de la chaqueta de David que se apretaba fuertemente contra ella.
– ?Oh, Dios! -La emocion se agito en su interior hasta romper como una ola y comenzo a sollozar.
Con sus manos recorrio la chaqueta y ascendio hasta el suave y rizado cabello de la parte posterior de su cabeza.
– ?Gracias, Dios mio, gracias!
Toco su garganta y su poblada barba y sollozo de modo incontrolable. Y en esos momentos oyo la voz:
– ?Todo esta bien, madre, todo esta bien! -La recorrio un escalofrio-. Todo ira bien.
– ?No!
Sintio el apreton sobre su brazo como unas pinzas de acero.
– ?David?
Y
– David por favor, dejame.
La voz sono amable, tranquilizadora.
– No te preocupes, madre.
Alex grito, logro escapar al abrazo, cayo sobre el suelo fangoso, rodando, histerica.
Se levanto, vio la luz al final del tunel y de repente una sombra que se cruzo bloqueandola. Volvio a darse la vuelta, corrio, se resbalo y cayo. Se debatio agitando los brazos, patino sobre el suelo, se puso en pie de nuevo con dificultad y corrio con toda la rapidez que le fue posible. Tropezo y cayo otra vez, sin aliento, chocando contra algo duro. La puerta. La puerta cerrada. De nuevo se puso de rodillas tratando de no sollozar y se golpeo la cabeza. Grito de dolor y levanto las manos. Toco algo redondo, frio: la rueda que abria la puerta.
Se levanto. Sujeto la gran rueda con ambas manos, pero no pudo moverla. «Vamos, vamos. -Consiguio mover la rueda, le dio una vuelta completa y de nuevo empujo la puerta-. ?Vamos, vamos, abrete!» Volvio a girar la rueda, tenaz, chirriante, aspera. Tenian que oirla, tenian que oirla. ?Jesus, antes no le costo trabajo abrirla!
Un chorro de agua, fina como un spray, la golpeo en el rostro.
Volvio a girar la rueda y empujo. Ahora fue un chorro de agua mas fuerte y grueso lo que la golpeo en el pecho y la empujo hacia atras haciendola chocar contra algo. La pared. Sintio el silbido del escape de agua, maligno,