amenazador, que cada vez se hacia mas fuerte.
– ?Madre! -oyo el grito penetrante de Fabian.
La rueda equivocada; esa era la razon por la que le habia costado tanto trabajo moverla. «No, Dios mio, no.»
Un fino chorrito de agua le escocio los ojos como si fuera un acido. Los cerro, parpadeo luchando contra el dolor penetrante. ?Donde estaba la luz? ?En que direccion? El agua llovia sobre ella por todas partes.
Se produjo un ruido crujiente; muy debil al principio, pero que se fue haciendo cada vez mas fuerte, como el chasquido de un trozo de madera al romperse bruscamente. Era como si alguien estuviera abriendo un cajon de embalaje. El ruido se extendio, rodeandola, casi ensordeciendola. De repente ceso y por un momento no hubo sonido alguno.
Miro a su alrededor, en la oscuridad, tratando de orientarse, tratando de encontrar el camino correcto. Pero no habia otra cosa salvo la oscuridad.
Oyo un rumor, muy debil al principio, como un trueno distante que se transformo en un rugido estridente, exactamente detras de ella. Se giro en redondo y por un instante la vio: la luz de la sala de baile. Despues el muro de agua.
No.
El muro de agua que cayo sobre ella, lastimandola.
La luz fue lo primero en desaparecer. Despues el sonido. Se hizo el silencio cuando el agua la alcanzo, la envolvio y la arrastro por el suelo.
Un silencio completo. Absoluto.
CAPITULO XXX
Todo era blanco, muy blanco, suave, difuso, lechoso. Dedos blancos se deslizaban sin ruido a su alrededor, dejando ondas silenciosas en su despertar. La consciencia era todavia tan debil que apenas registraba lo que le estaba sucediendo. Tabletas, penso, medicamentos que le hacian sentirse bien, sonar bellos suenos que costaba trabajo abandonar para despertarse.
La severa mirada; las frondas de un bigote; ojos azules acerados. ?Cuanto tiempo llevaba alli?
– ?Estas bien, muchacha? -ella sonrio debilmente-. Esto esta muy cargado… ?Puedo abrir la puerta?
Ella afirmo. Se oyo el golpe de la persiana al abrirse y de pronto la habitacion se lleno de una luz brillante. Desaparecio la ilusion para dar entrada a la realidad como a una intrusa. Otro dia habia pasado. Un dia mas que no tenia importancia.
– ?Que dia es hoy, Philip?
– Dieciocho de mayo.
«Jesus!» Inesperadamente Alex trato de incorporarse, pero el profundo dolor de su espalda se lo impidio.
– ?No hay cambios?
– Creo que estoy un poco mejor.
Durante unos pocos minutos siguieron sentados en silencio. Alex observo a Philip que fumaba, el parpadeo de sus pestanas; trato de pensar de nuevo, luchando contra el efecto de las drogas que, precisamente, se le administraban para impedir que pensara.
– Yo los mate -exclamo-. Vinieron a ayudarme y yo los mate.
– Aquello era muy inseguro. Podia haber pasado en cualquier momento. Debia haber estado precintado.
– Yo abri la valvula. Me equivoque. Pense que era la rueda de la puerta.
Ella miro el azul de sus ojos. La luz parecia danzar en ellos reflejandose sobre la profundidad de un lago. Estanque medieval. Sintio un escalofrio.
– Yo los mate.
– No, por Dios, no.
– Lo hice.
– Un accidente, muchacha. Un accidente.
– Y ni siquiera estuve en su funeral. No fui al funeral de mi propio esposo. -Vio como Philip se ponia de pie y se dirigia a la ventana. Se apoyo en el alfeizar y miro fuera-. Tambien debi asistir al de Otto. El estuvo en el de Fabian.
– En Alemania -dijo Philip amablemente- Creo que se llevaron su cuerpo a Alemania.
Hubo otro largo silencio. Alex temblo.
– Ni siquiera le mande flores a Otto… ni a la chica.
– ?La chica?
– Carrie.
– ?Carrie?
– La chica que… -Hizo una pausa y lo miro-. Ya sabes. La chica que estaba alli.
– ?Quien estaba donde?
– Bajo el lago.
– ?Que chica estaba bajo el lago?
– Aquella que Fabian… -hizo una pausa.
?Por que no queria el hablar de ello? ?Por que continuaba negando?
El retrocedio y se sento cerca de la cama.
– El lago fue dragado. -Saco otro cigarrillo-. Solo estaban Otto y David. Nadie mas.
– Pero… yo… la vi, Philip.
El nego con la cabeza. Firmemente.
– En la sala de baile -dijo Alex bajando la voz.
– Tonterias -replico Philip-. Solo tonterias. Aquello imploto. Un ejemplo extraordinario de ingenieria. -Se levanto y se dirigio de nuevo hacia la ventana.
– Ella esta alla abajo.
El miro de nuevo fuera, por la ventana.
– Eso fue lo que te salvo -dijo.
– ?Que quieres decir?
– La obra de ingenieria. Todo dividido en secciones. Saliste expulsada como la pasta de dientes cuando se aprieta el tubo.
– ?Por que no se salvaron ellos?
Philip siguio mirando por la ventana, en silencio.
– Philip -insistio Alex-, ella estaba alli.
El continuo mirando por la ventana durante mucho tiempo.
– Hay un equilibrio -dijo Philip suavemente, sin volverse-. Siempre hay un equilibrio. Dos motas de polvo: una positiva y otra negativa… Se encuentran en el vacio y ?bang! Una sin la otra hubieran sido inutiles, sin vida, nada. - Se volvio para mirarla-. El sol brilla fuera. -Con la cabeza senalo la ventana-. ?Puedes imaginarte lo que pasa alli? Un infierno, muchacha, un infierno. Pero lo necesitamos; lo necesitamos para existir. ?Lo comprendes?
La puerta se abrio y entro una enfermera vestida de blanco. Levanto el brazo y consulto su reloj.
– Lo siento, pero creo que ya paso el tiempo… -miro a Philip.
Este se puso de pie de mala gana y se ruborizo.
– Bien… yo… ?puedo volver manana?
Alex escucho hasta oir el golpe de la puerta al cerrarse. La nueva rutina de la vida. Sencillo; muy sencillo; a veces deseaba poderse quedar alli para siempre.
CAPITULO XXXI