El camion de la mudanza llego a las nueve. Pudo verlo sin necesidad de mirar: una gran sombra azul al otro lado de la ventana. Oyo el ruido del motor, los golpes de las puertas, voces.

– Estan aqui, senora Eyetoya, estan aqui.

Mimsa la miro con los ojos muy abiertos, insegura.

– Pueden seguir -afirmo sonriendo.

Primero sacaron las cajas, despues los muebles. Contemplo la casa, ya desnuda, como si hubiera sido destripada. Limpia, penso para si misma, mientras recorria las habitaciones para comprobar si se habian olvidado de algo. ?Dios! De repente las habitaciones le parecieron pequenas, diminutas.

Se quedo en la acera viendo como el camion se alejaba marcha atras. Dieciocho anos. Dieciocho anos y ni siquiera sabia con certeza cual era el aspecto de los vecinos de las casas de al lado. No la echarian de menos; la calle tampoco; no dejaba alli ninguna relacion sentimental. Solo en el interior de su propio corazon.

Cuando entro en el Mercedes, vio a la joven pareja que llegaba en su BMW azul y aparcaba junto a la acera de enfrente. El era un hombre elegante, en un traje de Paul Smith; ella una rubia esbelta. Sacaron del coche a un nino pequeno al que dejaron en la acera. Los tres se quedaron mirando la casa.

– Creo que la puerta quedara muy bien pintada de rojo -oyo decir a la joven.

– O de negro -respondio el-. Creo que el negro es mas elegante. Mira alli, el numero cuarenta y seis, de negro.

La misma conversacion que tuvieron ellos, penso; una lagrima rodo lentamente por sus mejillas. Hacia ya dieciocho anos. Ellos estuvieron alli tambien, en la acera. Los tres. David, tambien muy elegante con un traje bien cortado, ella y su hijo Fabian. La emocion del futuro. Las esperanzas, los suenos, los proyectos. Proyectos. Suspiro y puso en marcha el motor.

Un nuevo comienzo. Era un dia brillante, una preciosa manana de agosto, lo mejor para empezar una nueva vida. Sintio un golpe de dolor en la espalda al girar el volante. En la clinica le habian dicho que aun le seguiria doliendo durante algun tiempo. Pero sus heridas se estaban curando, tanto las fisicas como las psiquicas. Eran los recuerdos los que perdurarian mas tiempo. Le hubiera gustado que fuese tan facil vaciar su mente como lo fue vaciar su casa.

El camion de la mudanza habia llegado ya a Cheyne Walk y los hombres habian amontonado los muebles sobre la acera.

Subio la escalera hasta el piso superior y recorrio el gran piso vacio. De pronto se sintio libre, liberada de tantas y tantas cosas. Casi no advirtio el trabajo de los hombres de la mudanza que iban dejando los muebles en su sitio, como si no les costara esfuerzo alguno. Ni siquiera el gran ramo de flores que le habia llegado, enviado por Philip, apenas motivo mas que una amable sonrisa.

Durmio bien aquella noche, sin necesidad de tomar tabletas, sin necesidad de nada. Era la primera vez que dormia bien, se dio cuenta, desde que aquello comenzo.

?Habian pasado tantas cosas!… La gente habia intentado darle muchas explicaciones. El capellan de Broadmoor; el psiquiatra del hospital. Pero ellos solo conocian una parte de la historia. Sin el cuerpo, Fabian, no habia hecho nada malo. Sin el cuerpo que estaba enterrado bajo las ruinas en el fondo del lago y enterrado tambien bajo las ruinas de su propia mente. Sin el hallazgo del cuerpo podia creerse que todo habia sido un producto de su mente. Y todos creian que era asi. Todos menos Philip. Este lo sabia.

Fue Philip quien la habia ayudado a soportarlo todo, a resistir los ultimos meses. Philip, con sus teorias y sus explicaciones, le habia ayudado a irse desprendiendo poco a poco, como a capas, del peso de la tragedia. Philip, que rechazaba la idea cada vez que ella pensaba en hablar.

– Pero si han buscado… y no han encontrado nada, ?que puedes hacer, muchacha?

Ella comprendio que hacerlo asi hubiera sido como revivir el peor de los terrores.

Miro por encima de la corriente del Tamesis, con el sol de la manana brillando sobre los arboles del parque en la orilla opuesta, en los tejados de Battersea, Clapham, Wansworth y aun mas alla.

De repente olio a David, el olor acre y vinoso de su chaqueta de algodon; sintio el calor de su cuerpo, el roce de su bigote; y oyo la voz de Fabian que la llamaba desde el interior del cuerpo de David y sintio un escalofrio. Conductores, conducidos, receptores, posesos, todo ese dialecto tecnico; las explicaciones de Philip, del capellan, de Morgan Ford. Era como si estuvieran hablando de electricidad, de algo que no tuviera nada que ver con el… sus pensamientos recordaron el curso de lo acontecido. Y las distintas conversaciones.

– En caso de muerte violenta, generalmente de accidente o asesinato, el espiritu necesita ser ayudado para poder pasar al otro plano. Es posible que no se de cuenta de que ha muerto.

– Si una persona poseida muere, ?que pasa con el espiritu maligno que la poseia?

– Se va con ella al infierno.

– ?Puede haber algo que le haga volver?

– Quiza.

– Si un exorcismo tiene exito, ?adonde va el espiritu… el diablo… lo que quiera que haya sido expulsado?

– Tiene que buscar otro anfitrion.

– Fue horrible, Philip. Era David, pero hablaba con la voz de Fabian.

– Eso ya ocurrio antes.

– En esa ocasion fue distinto.

– No. Era Fabian. Habia entrado en el cuerpo de David. Lo habia convertido en su anfitrion. Ford estaba equivocado cuando dijo que David no era receptivo. Yo sabia que lo era.

– ?Como?

– Lo sabia.

– El diablo, o un espiritu maligno, no entra en una persona que no quiere recibirlo.

– El circulo crea energia, como un fanal. Eso hace que el espiritu encuentre su camino para entrar en el circulo.

– ?La maldad puede actuar tambien como un fanal? ?Es posible que Otto fuera uno de esos fanales capaces de atraer a los espiritus?

– Senora Hightower, ningun sacerdote que crea puede excluir la existencia de lo diabolico.

Un corredor solitario, en camiseta y pantalon corto, cruzo corriendo el Albert Bridge. «Jogging», penso. ?Cuanto tiempo habia pasado desde la ultima vez que ella hizo aquel ejercicio! Al dia siguiente volveria a entrenarse.

Tuvo una extrana sensacion de quietud y calma. La muerte de David la habia liberado de algo. Estaba triste, profundamente triste y, a veces, echaba de menos sus llamadas telefonicas y el tono untuoso de su voz cuando hablaba de su vino; pero al mismo tiempo, dentro de su pesar, se sentia libre.

Era como si el pasado se hubiera exorcizado a si mismo.

Subio las escaleras de su oficina. Decidida a seguir adelante, una vez mas, tambien en su trabajo. A enfrentarse con el monton de originales. A concentrarse en algo diferente.

– ?Como fue todo? -pregunto Julie.

– Bien. Pense que seria mucho peor. El piso es muy alegre… La vista esta manana era fantastica.

– Me gustaria tener una buena vista desde mi casa.

Alex sonrio.

– ?Hubo ayer alguna novedad?

– Nada urgente. Philip dejo un recado… algo sobre el teatro el jueves. Me dijo que tu telefono estaba averiado.

Alex entro en su despacho. Sintio frio despues del calor del sol, corrio las persianas y abrio la ventana para dejar entrar el aire calentado por la luz solar.

Su escritorio estaba lleno de cartas, manuscritos, notas con recados. Un desafio. ?Se habia retrasado tanto en su trabajo, tras las semanas en el hospital y las preocupaciones del cambio de casa! Por un momento recorrio la estancia con la mirada, tratando de concentrar sus pensamientos, estableciendo mentalmente un horario de trabajo para el dia. Se sonrio a si misma una vez mas. Todo habia pasado. Miro el cielo azul. La larga y lenta escalada habia comenzado de nuevo desde donde habia quedado, de regreso a un punto de partida que nunca podria volver a ser el mismo. Suspiro, extendio el brazo y movio a «on» el interruptor de su ordenador personal.

Dos palabras en letras verdes parecieron devolverle su mirada desde la pantalla, brillantes, fijas.

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