rapidamente su atencion a Simone quien pidio por el.

Xypher escucho el melodico acento que hacia que la voz de Simone pareciera suave y mas gentil de lo que nunca habia oido antes. El pelo marron oscuro le caia en rizos alrededor de la casa mientras sus ojos avellana llevaban inteligencia, curiosidad y un innato entusiasmo por la vida.

Ella no era tan delgada como la camarera que acaba de dejarlos. Era mas bien robusta. Saludable. Y por primera vez en siglos, sintio su cuerpo removerse con lujuria.

Un malicioso brillo destello antes de que tomase un sorbo de agua, entonces le hablo.

– Estas tan callado que me estas poniendo nerviosa.

– ?Como asi?

– Hay un viejo refran que dice que el tigre se mantiene agazapado no por temor sino para observar mejor su objetivo. Eso me recuerda a ti.

– Deberia.

Ella suspiro mientras cogia la copa en las manos.

– Realmente te gusta asustar a la gente, ?verdad?

– Me he criado con eso.

Jesse rio.

– ?Puedo apuntarme para tomar lecciones? Me siento realmente perjudicado que no haya conseguido mas que volver como un poltergeist. -Levanto las manos ante Simone-. Ooo, vengo a por ti.

Simone rio.

Jesse dejo salir un sonido de disgusto.

– Ves. Risas. Quiero, por una vez, provocar miedo real.

Xypher le dirigio una mirada al fantasma para recordarle que podia extenderse y herirle. Jesse inmediatamente se encogio hacia atras.

Simone apoyo la cabeza en su mano mientras lo miraba.

– No tienes que hacer eso, ?sabes?

– ?Hacer que?

– Hacer muecas y aullar a todos a tu alrededor. Respira y relajate.

– ?Relajarme? -Xypher estaba incredulo ante sus palabras-. ?Sabes que van a venir detras de nosotros? Baja la guardia, relajate y mueres. Confia en mi. Tengo experiencia de primera mano con eso.

– Si, dijiste que estabas muerto. ?Que sucedio?

Xypher se callo mientras su inocente pregunta lo arrastraba de vuelta al tonto que habia sido una vez.

– Fui traicionado por la unica persona en la que cometi el error de confiar.

– Lo siento.

– No lo hagas. Prefiero haber muero que haber vivido una eternidad con una mentira.

– ?Bien? -Pregunto Satara mientras Kaiaphas se materializaba delante de ella.

– Estara muerto pronto.

Satara chillo antes de empezar a pasearse por el pequeno espacio de la oficina de Stryker.

– Eso no es bastante bueno.

– Entonces te sugiero que lo mates.

– No te atrevas a adoptar ese tono conmigo. -Agarro la botella que contenia el alma de Kaiaphas del escritorio de Stryker. La golpeo ligeramente contra el escritorio, no lo bastante fuerte para romperla, pero lo bastante duro para sonar como si pudiera-. Con un golpecito de mi muneca, puedo terminar con tu existencia.

Vio la luz tremula del temor en sus ojos, pero para su credito, el no mostro ninguna otra preocupacion ante su amenaza.

– Xypher estaba protegido por un hijo de Afrodita que esgrimia la espada de Cronus. No habia manera de derrotarlo y acabar con Xypher.

Satara deja salir un aliento disgustado. Depender de otra persona era lo que la habia llevado a este lio. Su unica gracia salvadora era la que el deamarkonian Stryker le habia dado. Con eso, Xypher podria ser encontrado con un pequeno esfuerzo.

Eso si el demonio sin valor delante de ella era capaz de hacerlo.

– Quiero su cabeza, Kaiaphas. Y si no, tomare la tuya…

El hizo una reverencia profunda ante ella.

– Tu deseo esta hecho, ama. La cabeza de mi hermano sera tuya.

CAPITULO 4

Xypher tuvo que luchar consigo mismo para no lanzarse hacia la camarera que les traia la comida y arrebatarsela de las manos. El aroma le llego profundamente y literalmente le hizo doler por las ganas de probarlo. Lo unico que queria era tirarse encima de la comida como un animal rabioso y le tomo todo el control que tenia no hacerlo. Pero lo que lo sorprendio mas, que el hecho mismo de controlarse, era la razon por la cual le era tan importante el comportarse.

No iba a dejar que nadie lo humillara otra vez.

No eres mas que un bastardo, rudo, incivilizado, desagradable. ?Quien podria amar a una bestia? Las palabras de Satara sonaban fuertes y claras en su cabeza.

Simone se sento frente a el, comiendo con delicadeza, remilgadamente. Era obvio que los buenos modales habian sido inculcados en ella y por alguna razon, que aun no podia comprender, no queria que ella lo juzgara como el resto del mundo lo habia hecho y lo encontrara tambien un animal. Nunca le importo lo que alguien pensara de el.

Hasta ahora.

Como si ella pudiera escuchar sus pensamientos, se estiro por encima de la mesa y coloco una gentil mano en su brazo. Sobre las palabras que el marco en el.

– Se que estas hambriento Xypher. No tienes que preocuparte por tus modales conmigo, come.

Nada lo habia tocado tan profundamente. Asi como nadie nunca le habia parecido mas hermosa. La luz en su pelo, la forma en que sus ojos castanos destellaban con un espiritu interior que era intangible y electrificante. Lo desconcerto.

La habia maltratado, pero ella lo habia tomado, justo como el lo hizo en el tartaro. No importa lo que hicieran, no importa lo mucho que trataran de quebrarlo, el se mantuvo de pie y fuerte en sus mejores ataques, al igual que ella. Solo que su fuerza era innatamente buena, nunca busco herir a nadie.

Ni siquiera a el.

Era la gentileza personificada.

Y por eso estaba mas determinado que nunca a no rendirse ante su lado animal.

– Estoy bien – murmuro recogiendo sus cubiertos.

Simone permanecio en silencio mientras observaba como la mano de Xypher temblaba visiblemente mientras comia su cordero. No habia confundido su hambre o su necesidad de saciarla. Pero no estaba segura por que estaba luchando, cuando era tan obvio que queria abalanzarse sobre su comida. En su lugar ella estaria despedazando y empujando punados hacia su boca.

Pero el no. Era como si quisiera probar algo. Como si necesitara comer con buenos modales por alguna razon que ella no podia ni empezar a comprender.

Sacudiendo su cabeza, trato de concentrarse en su propia comida. Algo que no era facil dado el poder cautivante que el tenia. Era persuasivo, la fuerza, el poder. Todo lo que ella queria era estirarse y tocar esos labios perfectos.

Era como ver a un hermoso animal acechando a su presa.

Pero la mejor parte fue cuando el trato de morder la concha de la ostra. La confusion juvenil de su rostro era totalmente encantadora.

Sofocando una risa, se levanto y camino hasta su lado de la mesa

– No se muerde la concha de la ostra.

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