acompanado:
– Tendremos que comer con Belov; no esperabamos una invitacion para comer por parte suya y de su intendente.
– Camarada comisario -replico Karpov-, hasta ahora nuestro intendente no ha recibido nada de los almacenes del frente. Y el mismo, entre otras cosas, casi no prueba bocado porque padece del estomago.
– ?Padece del estomago! Ay, ay, que desgracia -dijo Guetmanov; luego bostezo y ordeno con la mano-. Venga, nos vamos.
La brigada de Belov estaba destacada algo mas al oeste que la de Karpov.
Belov, un hombre delgado, narigudo, con las piernas arqueadas de un jinete, de mente agil y aguda, rapido como una ametralladora a la hora de hablar, era del agrado de Novikov, que lo consideraba el hombre ideal para efectuar un ataque repentino y penetrar en el frente enemigo.
Se tenia un alto concepto de el, a pesar de las pocas acciones militares que contaba en su haber. El pasado mes de diciembre, cerca de Moscu, habia dirigido un ataque contra la retaguardia alemana.
Pero ahora Novikov, preocupado, solo veia los defectos del comandante de la brigada: bebia como una esponja, era olvidadizo y frivolo, mujeriego y no gozaba de la simpatia de sus subordinados. No habia organizado la defensa. Los problemas de logistica no suscitaban su interes: se ocupaba solo del abastecimiento de carburante y municiones, y no prestaba suficiente atencion a la evacuacion de los tanques averiados del campo de batalla para su posterior reparacion.
– Pero ?que hace, camarada Belov? No estamos en los Urales, sino en la estepa -dijo Novikov.
– Si, esto parece un campamento zingaro -anadio Guetmanov.
– He tomado medidas contra los ataques aereos -respondio enseguida Belov-. Pero a la distancia que estamos de la primera linea, un ataque por tierra parece poco probable.
Tomo una bocanada de aire y continuo:
– De todas formas, camarada coronel, estoy impaciente por pasar al ataque; estar a la defensiva no es lo mio.
– Bravo, bravo, Belov. Usted es el Suvorov sovietico, un verdadero jefe militar -aplaudio Guetmanov, y pasando a tutearle, continuo en tono confidencial-: El jefe de la seccion politica me ha dicho que tienes una aventura con una enfermera. ?Es verdad?
Belov, confundido por el tono campechano de Guetmanov, no entendio del todo la pregunta.
– Lo siento, ?que ha dicho?
Pero antes incluso de que Guetmanov le repitiera la frase capto el sentido de la pregunta y se sintio a disgusto.
– Soy-un hombre, camarada comisario, cuando se esta en campana…
– Pero tienes mujer y un hijo.
– Tres -le corrigio Belov, con aire triste.
– Tres hijos, entonces. En la segunda brigada el mando ha destituido a Bulanovich, un buen oficial. Recurrieron a las medidas mas radicales: cuando tuvieron que salir de la reserva, prefirieron sustituirlo por el comandante de batallon Kobilni, y todo por una aventura como la tuya. ?Que ejemplo les das a tus subordinados? Un comandante ruso padre de tres hijos.
Belov, fuera de si, protesto en voz alta:
– Eso a nadie le incumbe, puesto que no la he violado. Y por lo que se refiere a dar ejemplo, eso lo han hecho otros antes que yo, antes que usted y antes que su padre.
Sin alzar el tono, Guetmanov volvio a dirigirse a el de usted.
– Camarada Belov, no olvide su carne del Partido. Comportese como es debido cuando hable con un superior.
Belov se cuadro, adoptando una posicion impecable, y dijo:
– Disculpe, camarada comisario, comprendo mi error.
– Estoy seguro de tu exito -replico Guetmanov-, el comisario del cuerpo tiene confianza en ti, pero que tu conducta no te deshonre. -Consulto su reloj y se volvio hacia Novikov-: Piotr Pavlovich, tengo que ir al Estado Mayor; no ire contigo a ver a Makarov. Cogere el coche de Belov. Cuando salieron del refugio, Novikov no pudo contenerse y le pregunto:
– ?No puedes esperar a ver a tu doctora? Dos ojos de hielo le miraron perplejos y una voz irritada dijo:
– He sido convocado por un miembro del Consejo Militar del frente.
Novikov decidio pasar a ver a Makarov, el comandante de la primera brigada, su favorito.
Pasearon juntos hacia un lago en cuya orilla estaba desplegado un batallon. Makarov, palido y con unos ojos tristes que no se correspondian con la imagen de un comandante de una brigada de tanques pesados, dijo:
– ?Se acuerda de aquel pantano bielorruso, camarada coronel, cuando los alemanes nos perseguian?
Novikov se acordaba, por supuesto.
Penso un instante en Karpov y en Belov. Obviamente no se trataba solo de una cuestion de experiencia, sino de naturaleza. No se puede trasladar a un piloto de caza a una unidad de zapadores. No todos podian ser como Makarov, igual de competente en la defensa que en el ataque.
Guetmanov afirmaba que estaba hecho para trabajar en el Partido. Makarov, en cambio, era un verdadero soldado. ?Un soldado de primera!
Novikov no necesitaba oir informes ni balances de Makarov. Deseaba solo pedirle consejo, confiarle sus preocupaciones.
?Como conseguira durante el ataque la plena armonia entre la infanteria ligera y la infanteria motorizada, entre los zapadores y la artilleria autopropulsada? ?Estaban de acuerdo respecto a las posibles acciones del enemigo despues del inicio del ataque? ?Tenian la misma opinion acerca de la fuerza de sus defensas antitanque? ?Se habian definido correctamente las lineas del despliegue?
Llegaron a un barranco poco profundo donde estaba instalado el puesto de mando del batallon. Al ver a Novikov y Makarov, Fatov, el comandante del batallon, se sintio confuso: el refugio del Estado Mayor, a su modo de ver, era inadecuado para aquellos invitados tan distinguidos. Para colmo, un soldado habia encendido fuego con polvora y la estufa respondia con unos ruidos inconvenientes.
– Quiero que recuerden algo, camaradas -dijo Novikov-. A este cuerpo se le asignara un papel crucial en las misiones sucesivas; confiare la parte mas dificil a Makarov, y tengo la impresion de que Makarov le asignara la parte mas dificil de su mision a Fatov. Les tocara a ustedes resolver sus propios problemas. No sere yo quien les brinde la solucion durante el combate.
Pregunto a Fatov sobre la organizacion de las conexiones entre el Estado Mayor del regimiento y los comandantes de los escuadrones, sobre el funcionamiento de la radio, sobre las reservas de las municiones, sobre la calidad del carburante.
Antes de despedirse, Novikov pregunto:
– Makarov, ?esta preparado?
– No, no del todo, camarada coronel.
– ?Le basta con tres dias?
– Si, camarada coronel.
Mientras se subia al coche, Novikov dijo al chofer:
– Bueno, Jaritonov, parece que Makarov lo tiene todo controlado, ?verdad?
Jaritonov miro a Novikov de reojo y respondio:
– Si, todo controlado, camarada coronel. El responsable de aprovisionamiento se ha puesto como una cuba; han venido de un batallon para recoger sus raciones y el se habia ido a dormir, cerrandolo todo con llave. Asi que han tenido que darse media vuelta de vacio. Un sargento me ha contado que un comandante de su escuadron celebro su onomastica pimplandose la racion entera de vodka de sus soldados. Yo queria reparar la camara de aire y ni siquiera tenian parches.
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Neudobnov se alegro cuando, al asomarse por la ventana de la isba, vio llegar el jeep de Novikov en medio de