– Si, ya lo ve.

Y como el instructor no le pregunto nada sobre Stalingrado, fue Krimov quien inquirio:

– ?Que hay de nuevo en la direccion?

La principal novedad era que el comisario de brigada Toscheyev, con el nuevo sistema de revalidacion, habia obtenido finalmente el rango de general.

El instructor le conto entre risas que Toscheyev, mientras esperaba que el ascenso se hiciera efectivo, cayo enfermo de la agitacion. Se habia mandado hacer un uniforme de general por el mejor sastre del frente, y Moscu no se decidia a anunciar el nombramiento. No era un asunto que pudiera tomarse a broma. Corrian rumores alarmantes que decian que, con el nuevo sistema de revalidacion algunos comisarios de regimiento y batallon iban a ser nombrados capitanes y tenientes mayores.

– Imagineselo -dijo el instructor-. Despues de servir ocho anos en los organos politicos del ejercito puedo encontrarme de un dia para otro convertido en teniente en activo.

Habia mas noticias. El subjefe de la seccion de informacion del frente, requerido en Moscu por la Direccion Politica General, habia sido ascendido y nombrado subjefe de la direccion politica para el grupo de ejercitos de Kalinin.

Los jefes instructores de la seccion politica, que antes comian en la cantina de los jefes de seccion; habian sido equiparados por orden de un miembro del Consejo Militar a los instructores rasos, y ahora comian en la cantina comun. Los instructores enviados en mision habian tenido que devolver sus talones de comida sin ser compensados con raciones de compana.

Los poetas de la redaccion del frente, Katz y Talalayevski, habian sido propuestos para la orden de la Estalla Roja, pero segun las nuevas directrices del camarada Scherbakov, las propuestas de condecoraciones para los colaboradores de la prensa debian pasar por la Direccion Politica General, razon por la cual los expedientes de los dos poetas habian sido enviados a Moscu; pero entretanto, Yeremenko habia firmado la lista de los candidatos del frente y todos los que aparecian en la lista ya lo estaban celebrando.

– ?Ha comido? -pregunto el instructor-. Vayamos juntos.

Krimov respondio que estaba esperando a que le dieran sus documentos.

– Entonces ire yo -dijo el instructor-. No hay tiempo que perder -anadio con ironia-. A este paso pronto nos veremos obligados a comer en la cantina para los asalariados y las mecanografas.

Poco despues, cuando Krimov obtuvo sus documentos, salio a la calle y aspiro una bocanada de aire otonal,

?Por que el jefe del departamento politico le habia recibido con tanta frialdad? ?Por que parecia tan descontento? ?Porque Krimov no habia concluido su mision? ?Acaso Toscheyev desconfiaba de su herida y lo encontraba sospechoso de cobardia? ?O se habia molestado porque Krunov se hubiera dirigido directamente a el sin pasar a ver a su superior inmediato, y a una hora a la que por norma no recibia visitas? ?Tal vez le habia irritado que Krimov le hubiera llamado dos veces «camarada comisario de brigada» en lugar de «camarada general»? O quiza no tenia nada que ver con Krimov. Tal vez Toscheyev no hubiera sido propuesto para la orden de Kutuzov.

O quizas hubiera recibido una carta comunicandole que su mujer estaba enferma.

?Quien sabia por que el jefe del departamento politico del frente estaba de tan mal humor aquella manana?

Durante las semanas que habia pasado en Stalingrado, Krimov se habia olvidado de como era Ajtuba. Habia olvidado la mirada indiferente de los jefes del departamento politico, de sus colegas instructores o de las camareras de la cantina. ?En Stalingrado todo era diferente!

Por la noche se retiro a la habitacion. El perro de la propietaria, que parecia hecho de dos mitades diferentes, un trasero cubierto de pelaje rojo y un largo hocico blanco y negro, se alegro mucho al verle. Sus dos mitades eran felices, y el animal meneaba la cola pelirroja que parecia de fieltro y metia el hocico blanco y negro entre las manos de Krimov, mirandole tiernamente con sus dulces ojos marrones. En la penumbra vespertina Krimov tenia la impresion de que el perro que se le arrimaba eran en realidad dos. El perro acompano a Krimov hasta el zaguan. La propietaria, que andaba atareada por alli, le grito en tono arisco: «?Vete de aqui, maldito!», y luego adopto el mismo aire sombrio que el jefe de la direccion politica al saludar a Krimov.

Su habitacion inmersa en el silencio, con la cama, la almohada forrada de tela blanca, las cortinas de encaje de las ventanas, le parecio poco confortable, solitaria despues de sus queridas trincheras de Stalingrado, las guaridas cubiertas de lona impermeable, los refugios llenos de humo, humedos. Krimov se sento a la mesa y se puso a redactar el informe. Escribia rapido, consultando fugazmente las notas tomadas en Stalingrado. La parte mas dificil fue la de la casa 6/1. Se levanto, camino por la habitacion de un lado para otro, se volvio a sentar, se alzo de nuevo, salio al zaguan, tosio y aguzo el oido. ?Era posible que aquella vieja endemoniada no le ofreciera te? Luego saco agua del barril con un cazo; aquella agua era buena, mejor que la de Stalingrado. Volvio a la habitacion, se sento a la mesa, se quedo pensativo con la pluma en la mano. Despues se echo en la cama y cerro los ojos.

?Como habia pasado? ?Era Grekov quien le habia disparado!

En Stalingrado se habia fortalecido progresivamente la sensacion de union, de proximidad con los hombres. En Stalingrado respiraba mejor. Alli no habia ojos apagados, indiferentes. En la casa 6/1 habia esperado sentir el espiritu de Lenin con mayor intensidad. Pero nada mas llegar habia encontrado la mofa y la hostilidad, y le habian sacado de sus casillas. Entonces se puso a dar sermones, a amenazarles. ?Por que les habia hablado de Suvorov? ?Y luego Grekov le habia disparado! Hoy advertia con particular angustia el pozo de la soledad, la soberbia y la presuncion de individuos que a el le parecian semianalfabetos, majaderos, novatos del Partido, ?Que fastidio tener que inclinarse ante Toscheyev! ?Que derecho tenia Toscheyev a posar su mirada a veces irritada, otras ironica o despectiva, sobre el? En realidad, Toscheyev, con todos sus grados y sus condecoraciones, no le llegaba a la suela del zapato a Krimov desde el punto de vista del trabajo realizado en el Partido. Eran tipos advenedizos instalados en el seno del Partido, sin vinculos con la tradicion leninista. Muchos de ellos habian entrado en escena en 1937, escribiendo denuncias y desenmascarando a los enemigos del pueblo. Y recordo aquel maravilloso sentimiento de fe, ligereza y fuerza que habia sentido mientras avanzaba por el pasadizo subterraneo hacia la mancha de la luz del dia.

Era Grekov quien le habia desterrado de aquella vida que tanto anhelaba, y al pensarlo sintio que la rabia le estrangulaba. De camino a la casa habia sentido crecer en su interior la felicidad por el nuevo destino que le aguardaba. Tenia la sensacion de que el espiritu de Lenin estaba vivo alli. ?Y luego Grekov habia disparado contra un bolchevique leninista! Habia enviado a Krimov de vuelta alas oficinas de Ajtuba, a una vida de naftalina. ?El muy canalla!

Krimov volvio a sentarse a la mesa. En lo que llevaba escrito no habia una sola palabra que no fuese verdad. Releyo su informe. Sin duda Toscheyev lo transmitiria a la seccion especial. Grekov era un corruptor, habia disgregado politicamente la unidad militar, habia cometido un acto terrorista: habia disparado contra un representante del Partido, un comisario militar. Krimov seria llamado a declarar. Seguramente le enfrentarian a un careo con Grekov una vez lo hubieran detenido.

Se imagino a Grekov sentado frente al escritorio del juez instructor, sin afeitar, el rostro palido y amarillento, sin cinturon.

?Que habia dicho Grekov? «Usted sufre, pero no es algo de lo que se pueda dar parte en un informe.»

El secretario general del partido marxista-leninista habia sido declarado infalible, casi divino. En 1937 Stalin no habia perdonado a la vieja guardia leninista. Habia destruido el espiritu leninista que conciliaba la democracia y la disciplina ferrea. ?Como podia Stalin haber castigado con tanta crueldad a los miembros del partido leninista? Grekov seria fusilado en su propio regimiento. Era terrible matar a hombres de un mismo bando, pero Grekov no estaba en su bando; Grekov era un enemigo.

Krimov no habia dudado nunca del derecho del Partido a blandir la espada de la dictadura, del derecho sagrado de la Revolucion a aniquilar a sus enemigos. Nunca habia considerado que Bujarin, Zinoviev y Kamenev siguieran la via leninista. Y Trotski, a pesar de su brillantez y ardor revolucionario, no habia sabido eliminar su pasado menchevique, nunca habia alcanzado la altura de Lenin. ?Stalin si que era un derroche de fuerza! Por algo le llamaban Amo. Nunca le habia temblado el pulso. En el no habia la flacidez intelectual de un Bujarin. El Partido fundado por Lenin, aplastando a sus enemigos habia seguido a Stalin. Los meritos militares de Grekov no significaban nada. No se discute con los enemigos. No se debia prestar oidos a sus argumentos.

Pero por mucho que se esforzara Nikolai Grigorievich en sentir odio hacia Grekov, ya no lo sentia.

De nuevo le vinieron a la cabeza las palabras de Grekov: «Usted sufre».

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