experimentaba pena cuando pensaba en ellos.
Por la noche echaba de menos a su madre, la llamaba, se lamentaba, le pedia ayuda, murmuraba:
«Querida mama, ayudame».
En esos momentos se sentia debil, impotente, nada que ver con aquella que decia tranquilamente a su padre:
– No insistas, de aqui no me voy.
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Durante el desayuno Nadia dijo pensativa:
– A Tolia le gustaban mas las patatas cocidas que fritas. Liudmila Nikolayevna senalo:
– Manana habria cumplido exactamente diecinueve anos y siete meses.
Por la noche dijo:
– Como habria sufrido Marusia al enterarse de las atrocidades cometidas por los fascistas en Yasnaia Poliana.
Poco despues Aleksandra Vladimirovna llego de una reunion en la fabrica y dijo a Shtrum, que la estaba ayudando a quitarse el abrigo:
– Hace un tiempo excelente, Vitia, el aire es seco y frio. Tu madre decia: «Como el vino».
Shtrum le respondio:
– Y cuando comia un buen chucrut lo llamaba «uva».
La vida se movia como un iceberg en el mar, la parte inferior, sumergida en las tinieblas gelidas, conferia estabilidad a la parte superior, aquella que reflejaba las olas, respiraba, escuchaba el rumor y el chapoteo del agua…
Cuando los hijos de cualquier familia de amigos ingresaban en los cursos de doctorado, defendian una tesis, se enamoraban o se casaban, en las conversaciones familiares se mezclaba, junto a las felicitaciones, la tristeza.
Cuando Shtrum se enteraba de que algun conocido habia muerto en el frente era como si alguna particula de vida muriera dentro de el, como si algun color palideciera. Pero la voz del muerto seguia sonando en el ruido de la vida.
La epoca a la que estaban ligados el pensamiento y el alma de Shtrum era terrible, una epoca que se habia levantado contra las mujeres y los ninos. Solo en su familia habian sido asesinados un chico, casi un nino, y dos mujeres.
A menudo le venian a la mente los versos de Mandelshtam que en una ocasion habia oido citar a un pariente de Sokolov, el historiador Madiarov:
Pero aquella epoca era la suya, vivia con ella, y a ella permaneceria ligado tambien despues de la muerte.
Shtrum seguia sin progresar en el trabajo. Los experimentos que habia comenzado mucho antes de la guerra no daban los resultados previstos en la teoria. Habia algo absurdo y descorazonador en el caos de datos experimentales y la terca obstinacion con que contradecian la teoria.
En un primer momento Shtrum estaba convencido de que la causa de su fracaso se debia a sus condiciones de trabajo insatisfactorias y a la falta de nuevos aparatos. Despues se habia enfadado con los colegas del laboratorio porque tenia la sensacion de que no se aplicaban lo suficiente en el trabajo y se distraian con trivialidades.
No obstante, sus problemas no consistian en el hecho de que el alegre y encantador Savostianov, lleno de talento, no cejara de hacer gestiones para conseguir cupones de vodka y que el sabelotodo de Markov impartiera conferencias en horas de trabajo o que explicara a los colaboradores que raciones alimenticias recibia uno u otro cientifico, y que tal cientifico dividia su racion entre sus dos ex mujeres y la actual. Anna Naumovna explicaba con una cantidad de detalles insoportable su relacion con la casera.
El pensamiento de Savostianov era vivo, claro. Markov, como de costumbre, dejaba maravillado a Shtrum por la amplitud de sus conocimientos, por su capacidad artistica para realizar los experimentos mas sofisticados, por su logica serena. Anna Naumovna, aunque vivia en una fria y decadente habitacion de paso, trabajaba con una tenacidad y una escrupulosidad sobrehumanas. Y, como siempre, Shtrum estaba orgulloso de contar con Sokolov como uno de sus colaboradores.
Ni el rigor en la observancia de las condiciones experimentales, ni la determinacion doble, ni las repeticiones de calibracion de los instrumentos de medicion aportaban claridad a su trabajo. El caos habia irrumpido en el estudio de las sales organicas de los metales sometidos a una violenta radiacion. Alguna vez Shtrum se imaginaba aquella particula de sal como una especie de enano que hubiera perdido la decencia y la razon, un enano con un gorro conico de traves, de cara roja, que gesticulaba y realizaba movimientos obscenos, un enano que con sus minusculos miembros hacia un corte de mangas al rostro severo de la teoria.
En la elaboracion de la teoria habian participado fisicos de fama mundial, los razonamientos matematicos eran impecables, los datos experimentales acumulados durante decadas en reputados laboratorios alemanes e ingleses se ajustaban perfectamente en su estructura. Poco antes de la guerra se habia realizado un experimento en Cambridge que debia confirmar el comportamiento de las particulas en ciertas condiciones. El exito de dicho experimento habia sido el maximo triunfo de la teoria. A Shtrum le habia parecido tan poetico y noble como el experimento de la relatividad que habia confirmado la desviacion de la luz procedente de una estrella cuando entraba en el campo gravitacional del Sol, preanunciada ya por la teoria de la relatividad. Atentar contra la teoria parecia impensable, como para un soldado arrancar las charreteras doradas de los hombros de un mariscal.
Entretanto el enano seguia haciendo muecas y obscenidades, y era imposible hacerlo entrar en razon. Poco antes de que Liudmila Nikolayevna llegara a Saratov, Shtrum habia pensado que era posible ampliar el marco de la teoria, para lo cual habia tenido que admitir dos hipotesis arbitrarias y recargar el aparato matematico.
Las nuevas ecuaciones concernian a la rama de las matematicas en la que Sokolov estaba mas fuerte y Shtrum le pidio ayuda aduciendo que en aquel campo no se sentia demasiado seguro.
Sokolov, en efecto, logro en poco tiempo deducir nuevas ecuaciones para la teoria ampliada.
El problema parecia resuelto: los datos experimentales no contradecian la teoria. Shtrum estaba contento por el exito y felicito a Sokolov. Este a su vez felicito a Shtrum, pero la inquietud y la insatisfaccion persistian.
Pronto el abatimiento hizo mella en Shtrum, que confio a Sokolov:
– He notado, Piotr Lavrentievich, que el humor se me agria todas las tardes que veo a mi mujer remendar las medias. Me hace pensar en nosotros, que hemos remendado una teoria: un trabajo burdo, con hilos de otros colores, una verdadera chapuza.
Las dudas de Shtrum eran cada vez mas acuciantes. Por suerte, no sabia mentirse a si mismo e instintivamente intuia que el autoconsuelo le conduciria a la derrota.
En aquella ampliacion de la teoria no habia nada bueno. Una vez remendada habia perdido su armonia interna, las hipotesis introducidas le habian restado fuerza y autonomia, y las ecuaciones se habian vuelto demasiado engorrosas para operar con ellas. Tenia algo rigido, anemico, talmudico. Estaba como privada de una musculatura viva.
Y la nueva serie de experimentos realizados por el brillante Markov entraban de nuevo en contradiccion con las ecuaciones deducidas inicialmente. Para explicar esta nueva contradiccion habria sido necesario elaborar una novedosa suposicion teorica, tambien esta infundada, apuntalar una vez mas la teoria con cerillas y astillas de madera.
«Es absurdo», se dijo a si mismo. Comprendia que habia seguido un camino equivocado.
Recibio una carta de los Urales, del ingeniero Krimov, donde este le notificaba que no tenia mas remedio que posponer el trabajo de fundicion y torneado de los aparatos que le habia encargado, la fabrica estaba saturada de