Dejo la botella apretada y miro un instante el espejo. Se veia como un idiota total, grasa marron extendida por toda su cabeza. Jesucristo, ?en que estaba convirtiendose?

Bien, no era una pregunta tan estupida. Hacia mucho tiempo que lo hacia y era demasiado tarde para las excusas.

Hombre, la noche de su iniciacion, cuando habia negociado una parte de si mismo por la posibilidad de matar durante anos, anos y anos, habia pensado que sabia lo que dejaba y lo que conseguiria de vuelta. El trato le habia parecido mas que justo.

Y durante tres anos, esto habia estado golpeandolo como algo bueno. La impotencia no le habia molestado mucho, por que la mujer que el queria estaba muerta. Con la comida y la bebida, habia tardado algo en acostumbrarse, pero nunca habia sido un gran acosador de la manduca o un borracho. Habia estado impaciente por perder su vieja identidad, porque la policia lo buscaba.

El lado positivo le habia parecido enorme. La fuerza habia sido mas de lo que habia esperado. Habia sido un infernal rompe-craneos cuando trabajo como gorila en Sioux City. Pero despues Omega hizo lo suyo, O tenia un poder inhumano extensible a sus brazos, piernas y pecho y le habia gustado usarlo.

Otra prima era la libertad financiera. La Sociedad le daba todo lo que necesitaba para hacer su trabajo, cubriendo los gastos de su casa, camion, armas, ropa y sus juguetes electronicos. Era completamente libre de cazar a su presa.

O habia cumplido sus primeros dos anos. Cuando el Sr. X habia tomado el mando, aquella autonomia habia llegado a su fin. Ahora habia registros. Escuadrillas. Cuotas.

Visitas de Omega.

O fue a la ducha y lavo la mierda de su pelo. Cuando se seco, fue hacia el espejo y miro detenidamente su cara. Sus iris, una vez marrones como su pelo, se habian vuelto gris.

En otro ano o asi, todo el habria desaparecido.

Se aclaro la garganta. -Mi nombre es David Ormond. Hermano de Bob y Lilly Ormond.

Dios, el nombre parecia extrano cuando abandono su boca. Y en su cabeza, escucho la voz del Sr. X refiriendose a el como Sr. O.

Una enorme emocion aumento en el, el panico y el dolor combinados. Queria volver. Queria…volver, deshacerlo, borrarlo. El trato por su alma solo habia parecido bueno. En realidad, esta era una clase especial de infierno. El era un vivo, respirante, asesino fantasma. No mas un hombre, pero una cosa.

O se vistio con manos temblorosas y salto al camion. Cuando estaba en el centro, el no tenia mas pensamientos logicos. Aparco en Trade Street y comenzo a callejear. Lo costo algo de tiempo encontrar lo que buscaba.

Una puta con largo, pelo negro. Quien, mientras no ensenara sus dientes, se parecia a su pequena Jennifer.

El resbalo cincuenta dolares y la llevo detras de un basurero.

– Quiero que me llames David. -Dijo el.

– Cualquier cosa.- Ella sonrio cuando se deshizo del abrigo y le exhibio su pecho desnudo.- ?Como quieres llamar…?

El sujeto una mano sobre su boca y comenzo a apretar. No se detendria hasta que sus ojos reventaran.

– Di mi nombre. -El le ordeno.

O la libero de su apreton y espero. Cuando ella empezo a hiperventilar, el saco su cuchillo y lo presiono sobre su garganta.

– Di mi nombre.

– David. -Susurro ella.

– Dime que me amas. -Cuando ella vacilo, el pincho la piel de su cuello con la punta de la hoja. Su sangre broto y se deslizo por el brillante metal. -Dilo.

– Sus descuidados pechos, tan diferentes a los de Jennifer, se movian de arriba abajo.-Yo…yo te amo.

El cerro sus ojos. La voz era totalmente equivocada.

Esto no le daba lo que necesitaba.

La colera de O se elevo a un nivel incontrolable.

Capitulo 16

Rhage levanto la pesa sobre su pecho, mostrando sus dientes, moviendo su cuerpo, el sudor escurriendole.

– Van diez. – le dijo Butch.

Rhage puso la carga sobre el soporte, escuchando el gemido de la cosa cuando los pesos crujieron y cayeron.

– Pon otros cincuenta.

Butch se inclino sobre la barra. -Pusiste cinco-veinticinco ahi ya, hombre.

– Y necesito otros cincuenta.

Los ojos color de avellana se estrecharon. -Tranquilo, Hollywood. Quieres un fragmento de tus pectorales, es asunto tuyo. Pero no me quites la cabeza.

– Lo siento. -El se levanto y sacudio sus ardientes brazos. Eran las nueve de la manana y llevaba en el cuarto de pesas desde las siete. No habia ninguna parte de su cuerpo que no ardiera, pero dejarlo estaba bastante lejos. Aspiraba a la clase de agotamiento fisico que le fuera al interior del hueso.

– ?Aun estan todos alli?- Refunfuno el.

– Dejame que te apriete las sujeciones. De acuerdo, luego te largas.

Rhage se echo, levanto las pesas del soporte y lo dejo descansar sobre su pecho. Ordeno su respiracion antes de levantar el peso.

Apartar. Seguir.

Apartar. Seguir.

Apartar. Seguir.

Controlo la carga hasta las dos ultimas, cuando Butch dio un paso y lo diviso.

– ?Has terminado? -Butch le pregunto cuando le ayudo a colocar la barra sobre el soporte.

Rhage se sento jadeando, descansando sus antebrazos sobre sus rodillas. – Una repeticion mas despues de este descanso.

Butch llego de frente, retorciendo la camisa que habia encontrado en una cuerda. Gracias a todos los levantamientos que habian estado haciendo, el pecho y los musculos de los brazos se habian agrandado y el no era muy pequeno para empezar. No podia levantar la clase de hierro que levantaba Rhage, pero para ser un humano, el tipo era como un buldog.

– Estas de alguna manera en forma, poli.

– Aw, vamos, ahora. -Le sonrio Butch. -No permitas que la ducha que tomamos se te suba a la cabeza.

Rhage le tiro una toalla al macho. -Solo enfoca para que desaparezca tu barriga cervecera.

– Esto es un recipiente escoces. Y no lo evito. -Butch puso una mano sobre sus abdominales. -Ahora, dime algo. ?Por que estas golpeando esta mierda sobre ti desde esta manana?

– ?Tienes mucho interes en que hablemos sobre Marissa?

La cara del humano se tenso.-No particularmente.

– Entonces entenderas si no tengo mucho que decir.

– Las oscuras cejas de Butch se elevaron.- ?Tienes una mujer? Algo como ?una mujer en concreto?

– Pensaba que no ibamos a hablar de mujeres.

El poli cruzo los brazos y fruncio el ceno. Era como si valorara una mano de blacjack e intentara decidir si tenia que dar otra mano.

– Hablo rapido y fuerte. -Lo tengo mal con Marissa. No quiere verme. He aqui, toda la historia. Ahora hablame sobre tu pesadilla.

Rhage tuvo que reir. -La idea de que no soy el unico que patina es un alivio.

– Esto no me dice nada. Quiero detalles.

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