– ?Estas intentando negociar este conmigo? No puedes ser tan estupido.

Rhage le echo a su hermano una mirada desagradable. -Y tu no me quieres encima de tu parrilla otra vez. Esta vez no permitire que el poli me despegue.

– ?Ya la has besado en la boca? ?Que le has dicho sobre tus colmillos, Hollywood? -Cuando Rhage cerro los ojos y maldijo, el tono de Tohr se alivio. -Se realista. Ella es una complicacion que no necesitamos, ella es un problema para ti porque la escogiste por encima de una orden mia. No hago esto para romperte las pelotas, Rhage. Es mas seguro para todos. Para ella Lo haras, mi hermano.

Mas seguro para ella.

Rhage se sento y agarro los tobillos. Estiro sus tendones con fuerza, casi coloco su espalda en sus piernas.

Mas seguro para Mary.

– Me encargare de ello. -Dijo el finalmente.

– ?Sra. Luce? Por favor, venga conmigo.

Mary miro hacia arriba y no reconocio a la enfermera. La mujer parecia realmente joven con su uniforme rosado, probablemente acababa de salir de la escuela. Y aun parecio mas joven cuando sonrio debido a sus hoyuelos.

– ?Sra Luce? -Ella cambio de lugar el voluminoso archivo en sus brazos.

Mary puso el tirante de su bolso sobre su hombro, se levanto y siguio a la mujer por la sala de espera. Bajaron a medias por un largo pasillo, pintado de beige e hicieron una pasusa ante el mostrador de registro.

– Solo voy a pesarla y a tomarle la temperatura.-La enfermera sonrio otra vez y consiguio mas puntos siendo buena con el peso y el termometro. Ella era rapida. Amistosa.

– Ha perdido algo de peso, Sra Luce. -Dijo ella, anotandolo en el archivo. -?Como esta de apetito?

– El mismo.

– Bajaremos aqui hacia la izquierda.

Las habitaciones de reconocimientos eran todas parecidas. Un poster de un Monet enmarcado y una pequena ventana con persianas dibujadas. Un escritorio con folletos y un ordenador. Una mesa de reconocimiento con un pedazo de papel blanco estirado sobre ella. Un fregadero con varios suministros. Un contenedor rojo para desechos biologicos en la esquina.

Mary tenia ganas de levantarse.

– La Dra. Delia Croce dijo que queria que le tomara los signos vitales. -La enfermera le entrego un cuadrado de tela perfectamente doblado. -Si se pone esto, ella vendra enseguida.

Las batas eran todas iguales, tambien. Fino algodon, suave, azul con un pequeno estampado rosado. Habia dos juegos de lazos. Ella nunca estaba segura de si se ponian aquellas malditas cosas a la derecha, si la abertura debia ir adelante o atras. Hoy escogio hacia adelante.

Cuando ya estuvo cambiada, Mary se sento encima de la camilla y dejo sus pies colgando. Tenia frio sin su ropa y las miro, todas muy bien dobladas sobre la silla al lado del escritorio. Pagaria un buen dinero por volver a tenerlas encima.

Con un repique y un pitido, su telefono movil sono en su bolso. Ella cayo sobre el suelo colchado por sus calcetines.

Ella no reconocio el numero cuando comprobo la identificacion y contesto esperanzada. -?Hola?

– Mary.

El rico sonido de la masculina voz hizo que sintiera alivio. Habia estado casi segura de Hal no le iba a devolver la llamada.

– Hola. Hola, Hal. Gracias por llamar. -Ella miro a su alrededor buscando un lugar para sentarse que no fuera la mesa de revision. Colocando la ropa sobre su regazo, ella despejo la mesa. -Mira, siento lo de anoche. Yo solo…

Hubo un golpe y luego la enfermera asomo la cabeza.

– Perdoneme, ?nos dio su escaner oseo el julio pasado?

– Si. Deberian estar en mi archivo.- Cuando la enfermera cerro la puerta, Mary, dijo. -Lo siento.

– ?Donde estas?

– Yo, ah…-Ella se aclaro la garganta. -No es importante. Solo queria que supieras lo mal que me senti sobre lo que te dije.

Hubo un largo silencio.

– Yo solo me aterrorice. -Dijo ella.

– ?Por que?

– Tu me haces…no se, tu solo…-Mary toco el borde de su vestido. Las palabras se desvanecieron.

– Tengo cancer, Hal. Creo, lo he tenido y podria volver.

– Lo se.

– Entonces te lo dijo Bella.-Mary espero que lo confirmara, cuando el no lo hizo, ella suspiro. -No utilizo la leucemia como excusa por el comportamiento que tuve. Es solo…Estoy en un lugar extrano ahora mismo. Mis emociones rebotan por todas partes y tenerte en mi casa-sintiendome totalmente atraida por ti- provoco algo y reparti golpes a diestro y siniestro.

– Entiendo.

De algun modo, ella sintio que lo hacia.

Pero Dios, sus silencios la asesinaban. Ella comenzaba a parecer una idiota por mantenerlo en la linea.

– En cualquier caso, esto es todo lo que queria decirte.

– Te recogere esta noche a las ocho. En tu casa.

Ella apreto el telefono. Dios, queria verlo. -Te esperare.

Desde el otro lado de la puerta del cuarto de reconocimiento, se elevo la voz de la Dra. Delia Croce y disminuyo de comun acuerdo con la enfermera.

– ?Y Mary?

– ?Si?

– Sueltate el pelo para mi.

Hubo un golpe y entro la doctora.

– De acuerdo. Lo hare. -Dijo Mary antes de colgar. -Hey, Susan.

– Hola, Mary. -Cuando la Doctora Delia Croce cruzo la habitacion, sonrio y sus negros ojos se arrugaron en las esquinas. Tenia aproximadamente unos cincuenta anos, con el pelo canoso que se cuadraba en su mandibula.

La doctora se sento detras del escritorio y cruzo las piernas. Cuando ella se tomo un momento para colocarse, Mary movio la cabeza.

– Odio cuando tengo razon. -Refunfuno ella.

– ?Sobre que?

– Ha vuelto, ?verdad?

Hubo una leve pausa. -Lo siento, Mary.

Capitulo 17

Mary no fue a trabajar. En lugar de ello condujo hasta su casa, se desnudo, y se metio en la cama. Una rapida llamada a la oficina y tuvo el resto del dia asi como tambien la siguiente semana completa. Iba a necesitar el tiempo. Despues del largo fin de semana del Dia de la Hispanidad le iban a hacer varias pruebas y segundas opiniones, y luego ella y la Dra. Delia Croce se encontrarian y discutirian las diferentes opciones.

Lo mas extrano era que, Mary no se habia sorprendido. En su corazon siempre lo habia sabido, ellos habian obligado a que la enfermedad se retirara, no que se rindiera.

O tal vez ella solo estaba en shock y empezaba sentir la familiar enfermedad.

Cuando pensaba en lo que iba a afrontar, lo que la asusto no era el dolor; era la perdida de tiempo. ?Cuanto tiempo hasta que volviera a estar bajo control? ?Cuanto tiempo duraria el siguiente respiro? ?Cuando podria regresar a su vida?

Ella rehusaba pensar que habia una alternativa a la remision. No iba a ir por alli.

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