La criatura observo las llamas, como si viera algo en ellas. Me dirigio una ultima mirada que no supe comprender y aferro la cuerda ardiente que habia quedado tendida sobre la plataforma. El fuego se extendio por su brazo, al torso, a sus cabellos, sus ropas y su rostro. La vi arder como si fuera una figura de cera hasta que las tablas cedieron a sus pies y su cuerpo se precipito al abismo.

Corri hacia una de las salidas del tercer piso. Tenia que encontrar a Eva Irinova y salvar a Marina.

– ?Eva! -grite cuando por fin la localice.

Ignoro mi llamada y siguio avanzando. La alcance en la escalinata central de marmol. La agarre del brazo con fuerza y la detuve. Ella forcejeo para librarse de mi.

– Tiene a Marina. Si no le entrego el suero, la matara.

– Tu amiga ya esta muerta. Sal de aqui mientras puedas.

– ?No!

Eva Irinova miro a nuestro alrededor. Espirales de humo se deslizaban por las escalinatas. No quedaba mucho tiempo.

– No puedo irme sin ella…

– No lo entiendes -replico. Si te entrego el suero, el os matara a los dos y nadie podra detenerle.

– El no quiere matar a nadie. Solo quiere vivir.

– Sigues sin entenderlo, Oscar dijo Eva. No puedo hacer nada. Todo esta en manos de Dios.

Con estas palabras se volvio y se alejo de mi.

– Nadie puede hacer el trabajo de Dios. Ni siquiera usted dije, recordandole sus propias palabras.

Se detuvo. Alce el revolver y apunte. El chasquido del percutor al tensarse se perdio en el eco de la galeria. Eso hizo que se diese la vuelta.

Solo estoy tratando de salvar el alma de Mijail dijo.

No se si podra salvar el alma de Kolvenik, pero la suya si.

La dama me miro en silencio, enfrentandose a la amenaza del revolver en mis manos temblorosas.

– ?Serias capaz de dispararme a sangre fria? -me pregunto.

No respondi. No sabia la respuesta. Lo unico que ocupaba mi mente era la imagen de Marina en las garras de Kolvenik y los escasos minutos que quedaban antes de que las llamas abriesen definitivamente las puertas del infierno sobre el Gran Teatro Real.

– Tu amiga debe de significar mucho para ti.

Asenti y me parecio que aquella mujer esbozaba la sonrisa mas triste de su vida.

– ?Lo sabe ella? pregunto.

– No lo se -dije sin pensar.

Asintio lentamente y vi que sacaba el frasco esmeralda.

– Tu y yo somos iguales, Oscar. Estamos solos y condenados a querer a alguien sin salvacion…

Me tendio el frasco y yo baje el arma. La deje en el suelo y tome el frasco en mis manos. Mientras lo examinaba senti que me habia quitado un peso de encima. Iba a darle las gracias, pero Eva Irinova ya no estaba alli. El revolver tampoco.

Cuando llegue al ultimo piso todo el edificio agonizaba a mis pies. Corri hacia el extremo de la galeria en busca de una entrada a la boveda de la tramoya. Subitamente una de las puertas salio proyectada del marco envuelta en llamas. Un rio de fuego inundo la galeria. Estaba atrapado. Mire desesperadamente a mi alrededor y solo vi una salida. Las ventanas que daban al exterior. Me acerque a los cristales empanados por el humo y distingui una estrecha cornisa al otro lado. El fuego se abria paso hacia mi. Los cristales de la ventana se astillaron como tocados por un aliento infernal.

Mis ropas humeaban. Podia sentir las llamas en la piel. Me ahogaba.

Salte a la cornisa. El aire frio de la noche me golpeo y vi que las calles de Barcelona se extendian muchos metros bajo mis pies. La vision era sobrecogedora. El fuego habia envuelto completamente el Gran Teatro Real. El andamiaje se habia desplomado, convertido en cenizas. La antigua fachada se alzaba igual que un majestuoso palacio barroco, una catedral de llamas en el centro del Raval. Las sirenas de los bomberos aullaban como si se lamentaran de su impotencia. Junto a la aguja de metal en la que convergia la red de nervios de acero de la cupula, Kolvenik sujetaba a Marina.

– ?Marina! chille.

Di un paso hacia el frente y me aferre a un arco de metal instintivamente para no caer. Estaba ardiendo. Aulle de dolor y retire la mano. La palma ennegrecida humeaba. En aquel instante, una nueva sacudida recorrio la estructura y adivine lo que iba a suceder. Con un estruendo ensordecedor, el teatro se desplomo y solo el esqueleto de metal permanecio intacto, desnudo. Una telarana de aluminio tendida sobre un infierno. En su centro, se alzaba Kolvenik.

Pude ver el rostro de Marina. Estaba viva.

Asi que hice lo unico que podia salvarla.

Tome el frasco y lo alce a la vista de Kolvenik. Separo a Marina de su cuerpo y la acerco al precipicio. La oi gritar. Luego tendio su garra abierta al vacio.

El mensaje estaba claro. Frente a mi se extendia una viga como un puente. Avance hacia ella.

– ?Oscar, no! -suplico Marina.

Clave los ojos sobre la estrecha pasarela y me aventure. Senti como la suela de mis zapatos se deshacia a cada paso. El viento asfixiante que ascendia del fuego rugia a mi alrededor. Paso a paso, sin separar los ojos de la pasarela, como un equilibrista. Mire al frente y descubri a una Marina aterrada. ?Estaba sola! Al ir a abrazarla, Kolvenik se alzo tras ella. La aferro de nuevo y la sostuvo sobre el vacio. Extraje el frasco e hice lo propio, dandole a entender que lo lanzaria a las llamas si no la soltaba. Recorde las palabras de Eva Irinova: 'Os matara a los dos…'. Asi que abri el frasco y verti un par de gotas en el abismo. Kolvenik lanzo a Marina contra una estatua de bronce y se abalanzo sobre mi. Salte para esquivarle y el frasco se me resbalo entre los dedos.

El suero se evaporaba al contacto con el metal ardiente. La garra de Kolvenik lo detuvo cuando apenas quedaban ya unas gotas en su interior. Kolvenik cerro su puno de metal sobre el frasco y lo hizo anicos. Unas gotas esmeralda se desprendieron de sus dedos. Las llamas iluminaron su rostro, un pozo de odio y rabia incontenibles.

Entonces empezo a avanzar hacia nosotros. Marina aferro mis manos y las apreto con fuerza. Cerro sus ojos y yo hice lo mismo. Senti el hedor putrefacto de Kolvenik a unos centimetros y me prepare para sentir el impacto.

El primer disparo atraveso silbando entre las llamas. Abri los ojos y vi la silueta de Eva Irinova avanzando como lo habia hecho yo. Sostenia el revolver en alto. Una rosa de sangre negra se abrio en el pecho de Kolvenik. El segundo disparo, mas cercano, destrozo una de sus manos. El tercero le alcanzo en el hombro. Retire a Marina de alli. Kolvenik se volvio hacia Eva, tambaleandose. La dama de negro avanzaba lentamente. Su arma le apuntaba sin piedad.

Oi gemir a Kolvenik. El cuarto disparo le abrio un agujero en el vientre. El quinto y ultimo le dibujo un orificio negro entre los ojos. Un segundo mas tarde, Kolvenik se desplomo de rodillas. Eva Irinova dejo caer la pistola y corrio a su lado.

Le rodeo con sus brazos y le acuno. Los ojos de ambos volvieron a encontrarse y pude ver que ella acariciaba aquel rostro monstruoso.

Lloraba.

– Llevate a tu amiga de aqui dijo sin mirarme.

Asenti. Guie a Marina a traves de la pasarela hasta la cornisa del edificio. Desde alli conseguimos llegar hasta los tejados del anexo y ponernos a salvo del fuego.

Antes de perderla de vista, nos volvimos. La dama negra envolvia en su abrazo a Mijail Kolvenik. Sus siluetas se recortaron entre las llamas hasta que el fuego las envolvio por completo. Crei ver el rastro de sus cenizas esparciendose al viento, flotando sobre Barcelona hasta que el amanecer se las llevo para siempre.

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