En el sotano hacia frio. Comprobo que la temperatura se mantenia a catorce grados y se sento en un taburete que habia junto a los anaqueles. Alli, entre las botellas, sentia una paz inmensa. Si hubiese tenido la opcion de sumergirse en una piscina de agua caliente, habria preferido bajar a su sotano, donde, aquel dia, tenia exactamente ciento catorce botellas.

Pero ?era real esa paz que sentia en la bodega? Si, cuando era joven, alguien le hubiese dicho que un dia coleccionaria botellas de vino, se habria negado a creerlo. No solo habria negado la posibilidad de que fuese cierto sino que ademas se habria indignado. Durante sus anos de estudiante en Lund frecuento circulos de la izquierda radical que, hacia finales de los anos sesenta, cuestionaban tanto la ensenanza universitaria como la sociedad a cuyo servicio habia de ponerse llegado el momento. Y lo de coleccionar vino se habria considerado por aquel entonces una perdida de tiempo y de esfuerzo, un entretenimiento directamente burgues y, por tanto, execrable.

Seguia inmersa en sus reflexiones cuando oyo a Staffan en el piso de arriba. Aparto el catalogo y subio las escaleras. Su marido acababa de sacar del frigorifico los restos del guiso de pollo y, sobre la mesa, habia varios diarios vespertinos que se habia traido del tren.

– ?Lo has visto?

– Si, ha ocurrido en Halsingland, ?no?

– Han muerto diecinueve personas.

– En el teletexto decian que no se conocia el numero de victimas.

– Esta es la ultima edicion. Han matado a casi todos los habitantes del pueblo. Es increible. ?Que tal la sentencia que estabas escribiendo?

– Ya esta lista. Lo declaro inocente. No hay otra alternativa.

– Pues los periodicos haran un escandalo de ello.

– Si lo hacen, mejor.

– Te criticaran.

– Seguro. Pero en ese caso les pedire a los periodistas que lean personalmente el codigo y luego les preguntare si quieren que en este pais pasemos al metodo del linchamiento.

– De todos modos, ese crimen colectivo le quitara protagonismo a tu caso.

– Por supuesto, se trata de una simple violacion, comparada con un asesinato multiple…

Aquella noche se acostaron pronto. El tenia servicio por la manana y ella no encontro en la tele nada de interes. Ademas, ya habia decidido el vino que queria comprar, una caja de Barolo Arione 2002, que costaba doscientas cincuenta y dos coronas la botella.

A medianoche se desperto sobresaltada. Staffan dormia placidamente a su lado. Le ocurria a veces: se despertaba con una repentina sensacion de hambre, se ponia la bata, bajaba a la cocina y se preparaba un te y un bocadillo.

Los periodicos de la tarde seguian en la mesa y hojeo distraida uno de ellos. No resultaba facil hacerse una idea clara de lo que habia sucedido en el pueblo de Halsingland, salvo que una gran cantidad de personas habia sido asesinada, de eso no cabia ninguna duda.

Estaba a punto de dejar el diario cuando, de pronto, dio un respingo. Entre las victimas habia varias personas que se apellidaban Andren. Leyo el texto con atencion y empezo a hojear los demas periodicos. La misma informacion.

Birgitta Roslin se quedo mirando fijamente el articulo. ?Seria verdad o la traicionaba la memoria? Fue a su despacho y, de uno de los cajones del escritorio, saco una carpeta de documentos atada con una cinta roja. Puesto que no encontro las gafas, se puso las de Staffan. Veia peor con ellas pero le servian.

En aquella carpeta tenia todos los documentos de sus padres. Tambien su madre habia muerto, hacia mas de quince anos. Le detectaron un cancer de pancreas y murio en menos de tres meses.

Por fin, en un sobre marron, encontro la fotografia que estaba buscando. Saco la lupa y observo la instantanea, un retrato de varias personas que, ataviadas con ropas de hacia mucho tiempo, posaban ante una casa.

Se la llevo a la cocina. En uno de los periodicos habia una fotografia panoramica del pueblo donde habia tenido lugar la tragedia. Volvio a observar la foto del periodico con la lupa. Se detuvo en la tercera casa y la comparo con la de la otra foto.

Al cabo de un rato hubo de admitir que no se habia equivocado. No era un pueblo cualquiera el que habia sufrido aquel repentino ataque de maldad, sino el pueblo en el que habia crecido su madre. Todo concordaba. Cierto que su madre se llamaba Loof de soltera, pero puesto que sus padres estaban enfermos y eran alcoholicos, las autoridades le buscaron una familia de acogida llamada Andren. Su madre apenas le hablo de aquella epoca. Siempre la trataron bien, pero, pese a todo, nunca dejo de sentir anoranza de sus verdaderos padres, que murieron antes de que ella cumpliese quince anos, de modo que tuvo que quedarse en el pueblo hasta que se la considero lo suficientemente mayor para buscar trabajo y cuidarse sola. Cuando conocio al padre de Birgitta, los nombres Loof y Andren habian desaparecido de la historia. Y ahora uno de ellos volvia con renovada fuerza.

La fotografia que tenia guardada entre los documentos de su madre habia sido tomada ante una de las casas de aquel pueblo, escenario del asesinato multiple. La fachada anterior, la decoracion en carpinteria de las ventanas, todo coincidia con la casa de la instantanea del periodico.

No cabia la menor duda. Hacia pocas noches que varias personas habian sido asesinadas en la casa donde vivio su madre de pequena. ?Serian las victimas sus padres adoptivos? Segun los diarios, la mayoria de los asesinados eran personas de edad avanzada.

Intento calcular si cuadraba y llego a la conclusion de que los padres adoptivos, si eran ellos los asesinados en aquella casa, deberian de tener mas de noventa anos. Es decir, que podria ser, aunque tambien podia tratarse de una generacion mas joven.

La sola idea la hizo estremecer. Ella no pensaba nunca en sus padres o, en todo caso, rara vez. Incluso le costaba evocar el rostro de su madre. Ahora, en cambio, el pasado se abalanzaba sobre ella de forma inesperada.

Staffan aparecio en la cocina sin hacer el menor ruido, como de costumbre.

– Me has asustado -se quejo ella-. Nunca te oigo llegar.

– ?Que haces levantada?

– Me entro hambre.

El hombre vio los documentos que habia sobre la mesa. Birgitta le conto lo que habia sospechado, cada vez mas convencida de que tenia razon.

– Aun asi, queda tan lejos -le dijo el cuando ella guardo silencio-. Es un hilo muy delgado el que te une con ese pueblo.

– Delgado pero extrano, ?no me lo negaras?

– Necesitas dormir. Piensa que manana has de estar descansada para poder enviar criminales a la carcel.

Permanecio despierta en la cama largo rato, antes de poder conciliar el sueno. El delgado hilo fue estirandose hasta casi romperse. Entonces se desperto sobresaltada de su semivigilia y volvio a pensar en su madre. Llevaba muerta quince anos. Aun le costaba verse en ella, reflejar su vida en el recuerdo de la mujer que habia sido su madre.

Por fin logro dormirse y no se desperto hasta que sintio junto a la cama la presencia de Staffan, que, con el cabello mojado, empezaba a ponerse el uniforme. «Yo soy tu general», solia decirle. «Pero un general sin armas. Solo llevo un boligrafo con el que marcar los billetes.»

Birgitta fingio dormir y aguardo hasta que oyo como se cerraba la puerta de la calle. Despues se levanto y se sento al ordenador de su despacho. Busco en Internet para recabar tanta informacion como fuese posible. La incertidumbre parecia seguir envolviendo los sucesos acontecidos en el pueblo de Halsingland. Nada estaba claro, salvo que el arma habia sido, probablemente, un gran cuchillo u otra arma blanca.

«Necesito saber mas sobre este asunto», se dijo. «Como minimo, quiero averiguar si los padres adoptivos de mi madre se hallaban entre los asesinados la otra noche.»

A las ocho de la manana dejo de pensar en la tragedia del asesinato. Tenia que presidir un juicio sobre dos ciudadanos iraquies culpables de trafico de personas.

Eran las nueve cuando, con todos los documentos del caso y tras haber hojeado la investigacion previa, ocupo su sitio en el estrado. «Ayudame, viejo Anker, dame fuerzas para aguantar hoy tambien», rogo para sus adentros.

Acto seguido golpeo la mesa con el mazo y le pidio al fiscal que presentase la acusacion.

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