– ?Y los diarios?
– Sera mejor que nos los devuelvas ya.
Despues de aquella conversacion, Birgitta sintio un gran alivio. Pese a todo, sus esfuerzos no habian sido del todo en vano. Ahora ya podia dejar el asunto y, en el mejor de los casos, la policia daria un dia con la pista del autor de los asesinatos y averiguaria si lo hizo solo o conto con la ayuda de algun complice. Y, desde luego, no le extranaria que al final concluyesen que un hombre originario de China estaba involucrado en el caso.
Al dia siguiente, Birgitta Roslin acudio a su medico. Era un frio dia de invierno con viento racheado procedente del estrecho. Estaba impaciente por volver a trabajar.
No tuvo que aguardar mas que unos minutos en la sala de espera.
El medico le pregunto como se encontraba y ella respondio que suponia que ya estaba bien. Una enfermera le extrajo una muestra de sangre y Birgitta se sento a esperar.
Cuando volvio a entrar en la consulta, el medico comprobo su presion sanguinea y, acto seguido, fue derecho al grano.
– Puede que te sientas bien, pero sigues teniendo la tension demasiado alta, de modo que tendremos que seguir investigando a que se debe. Para empezar, te prolongare la baja otras dos semanas. Y te dare un volante para el especialista.
Ya en la calle, con el gelido viento azotandole el rostro, comprendio realmente la situacion. La posibilidad de padecer una enfermedad grave la lleno de preocupacion, aunque el medico le habia asegurado que no era el caso.
Se detuvo en la plaza, de espaldas al viento. Por primera vez en muchos anos se sintio indefensa. No se movio hasta que el telefono que llevaba en el bolsillo empezo a sonar. Era Karin Wiman para darle las gracias por su visita y charlar un rato.
– ?Que haces? -le pregunto.
– Estoy en medio de una plaza. Y, en estos momentos, no tengo ni idea de que voy a hacer con mi vida.
Despues le hablo de su visita al medico. Fue una conversacion bastante fria. Le prometio que volveria a llamarla antes de su viaje a China.
Cuando cruzaba la verja de su casa, empezo a nevar. El viento soplaba con mayor intensidad y seguia siendo racheado.
23
Ese mismo dia fue al juzgado para hablar con Hans Mattsson. Cuando le comunico que seguia de baja, su jefe se mostro tan abatido como preocupado.
La observo pensativo por encima de las gafas.
– Creo que ya esta bien, empieza a preocuparme tu salud.
– Segun mi medico, no tienes por que. Son los valores sanguineos, que no estan como deben, y la tension, que la tengo alta. Me ha remitido a un especialista, pero no me siento enferma, solo algo cansada.
– Si, cansados lo estamos todos -aseguro Mattsson-, Yo llevo cansado casi treinta anos. A estas alturas de la vida, mi mayor placer es no tener que madrugar.
– Estare de baja otras dos semanas. Despues, esperemos, ya me habre restablecido.
– Claro, estaras de baja el tiempo que necesites. Hablare con la Direccion Nacional de Administracion de Justicia para ver si pueden enviarnos ayuda. Como ya sabes, no eres la unica que falta. Klas Hansson esta de excedencia en Bruselas, investigando para la Union Europea. Y no creo que vuelva. Siempre sospeche que a el lo que le interesaba no era presidir tribunales.
– Siento causar problemas.
– No eres tu, sino tu presion sanguinea la que causa problemas. Descansa y cuida tu rosal y vuelve cuando te hayas recuperado.
Birgitta lo miro extranada.
– Pero, si yo no tengo ningun rosal… Es mas, no se me dan nada bien las plantas.
– Es un dicho de mi abuela. Cuando no convenia trabajar demasiado, sino cuidar del propio rosal imaginario… A mi me parece una imagen muy hermosa. Mi abuela nacio en 1879. El mismo ano en que se publico
– Bien, seguire su consejo -aseguro Birgitta-. Me ire a casa a cuidar mi rosal.
Al dia siguiente, Birgitta envio a Hudiksvall los diarios y sus comentarios al respecto. Cuando dejo el paquete en correos y se vio con el justificante en la mano, sintio que cerraba el capitulo de los sucesos de Hesjovallen. En un rincon de aquel tremendo y tragico suceso estuvieron presentes su madre y los padres adoptivos de esta. Aquello habia terminado y, claramente aliviada, se dedico de lleno a los preparativos de la fiesta de cumpleanos de Staffan.
Y llego el dia en que casi toda la familia y algunos amigos aguardaban a que Staffan Roslin cruzara la puerta, despues de dejar el tren de la tarde de Alvesta a Malmo y de volver a casa sin servicio en Helsingborg. Se quedo mudo y atonito en el umbral, enfundado en su uniforme y con el ajado gorro de piel, mientras lo felicitaban cantandole el
– Menuda sorpresa -dijo Staffan cuando terminaron y se sentaron a la mesa de la cocina-. Jamas olvidare este cumpleanos. Lo inesperado puede ser doloroso, pero hoy ha sido un regalo. Precisamente hoy, ademas, me dije que ya estaba un tanto harto de ir de aca para alla entre vagones de tren. Siempre estoy viajando, pero no llego a ninguna parte. Es la maldicion del revisor y del conductor de tren. Un constante viajar en nuestra burbuja de cristal.
– Yo creo que deberiamos hacer esto mas a menudo. Despues de todo, en momentos asi, la vida adquiere otras dimensiones, no solo cumplir con el deber y ser de utilidad.
– ?Y ahora?
– ?A que te refieres?
– Tienes otras dos semanas de baja. ?Que piensas hacer?
– Mi jefe, Hans Mattsson, me hablo con pasion de su deseo de no madrugar. Tal vez pueda dedicarme a eso estos dias.
– Vete de viaje a un lugar mas calido. Con alguna amiga.
Birgitta movio la cabeza, como pensandoselo.
– Puede, pero ?con quien?
– ?Con Karin Wiman?
– Se va a China en viaje de trabajo.
– ?No tienes otra amiga a la que proponerselo? O quiza podrias irte con una de las gemelas.
La idea le resulto muy atractiva.
– Les preguntare. Aunque antes voy a ver si en realidad me apetece emprender un viaje. No olvides que debo ir al especialista.
Staffan le puso una mano en el hombro.
– Me has dicho la verdad, ?no? ?Es cierto que no tengo por que preocuparme?
