En unos momentos, mas de dos mil soldados que gritaban y gesticulaban cerraron la boca y se sentaron a esperar que empezara la lucha.

– ?Bien, este es el ultimo combate! A mi derecha os presento a un mirmillon, un fornido y experto guerrero, o al menos eso dice el.

La multitud estallo en aullidos de burla. Si el britano era tan condenadamente bueno, ?por que demonios estaba alli luchando por su vida como prisionero de los romanos? El mirmillon miro con desden a los espectadores y de repente alzo los brazos y solto un desafiante grito de guerra. Los legionarios lo abuchearon. El portaestandarte permitio que continuara el griterio unos instantes antes de volver a pedir silencio.

– A mi izquierda tenemos a un reciario. Dice que es escudero de algun que otro jefe. Su oficio es llevar las armas, no utilizarlas. Asi que este combate deberia ser bueno y rapido. Y ahora, cabrones perezosos, recordad que el servicio se normalizara justo despues del toque de mediodia.

La multitud se quejo mas bien demasiado como para que resultara convincente y el portaestandarte sonrio de manera afable.

– Muy bien, gladiadores: ?a vuestros puestos! El portaestandarte retrocedio y se alejo del centro de la arena, un terreno cubierto de cesped con brillantes manchas carmesi alli donde habian caido los anteriores combatientes. Condujeron a los contendientes tras dos trozos de tierra levantada en la hierba y los situaron uno frente a otro. El mirmillon alzo su espada corta y su escudo y se agacho hasta quedarse en cuclillas, con el cuerpo en tension. En cambio, el reciario sostuvo su arma en posicion vertical y casi parecia estar apoyado en ella, con su delgado rostro totalmente inexpresivo. Un legionario le dio un puntapie y le indico que tenia que prepararse. El reciario se limito a frotarse la espinilla haciendo muecas de dolor.

– Espero que no hayas apostado mucho dinero por ese -comento Macro.

Cato no respondio. ?Que diablos estaba haciendo el reciario? ?Donde estaba el aplomo de hacia un momento?

El hombre parecia indiferente, casi como si durante toda la manana se hubiera realizado una aburrida instruccion en lugar de una serie de combates a muerte. Mejor seria que estuviera fingiendo.

– ?Adelante! -grito el portaestandarte. Al oir aquella palabra el mirmillon solto un aullido y se precipito a toda velocidad hacia su oponente, que se encontraba a unos quince pasos de distancia. El reciario bajo el astil de su arma y encaro las terribles puntas a la garganta del hombre mas bajo. El grito de guerra se fue apagando cuando este ultimo se agacho, aparto el tridente de un golpe y dio una estocada para matar rapidamente a su adversario. Pero la reaccion de este fue muy habil. En vez de intentar recuperar la punta del tridente, el alto britano simplemente dejo que el extremo girara en redondo y golpeara al mirmillon en un lado de la cabeza. Su oponente cayo al suelo momentaneamente aturdido. El reciario dio la vuelta al arma rapidamente y avanzo dispuesto a matar.

Cato sonrio. -?Levantate, cabron adormilado! -grito Macro haciendo bocina con las manos.

El reciario hizo ademan de ir a lancear la figura que habia en el suelo, pero un desesperado golpe de espada aparto las puntas de su cuello. El tridente le hizo sangre igualmente, pero solo le causo un corte poco profundo en el hombro. Aquellos espectadores que habian apostado su dinero en la proporcion mas desigual gruneron consternados cuando el mirmillon se hizo a un lado rodando sobre si mismo y se levanto. jadeaba y tenia los ojos muy abiertos, toda su arrogancia habia desaparecido al ver que lo habian enganado con tanta habilidad. Su alto adversario arranco el tridente del suelo y se puso en cuclillas, con una feroz expresion que le crispaba el rostro. A partir de aquel momento ya no se fingiria mas, seria solo una prueba de fuerza y destreza.

– ?Adelante! -grito Macro-. ?Clavasela en las tripas a ese cabron!

Cato se quedo sentado en silencio, era demasiado timido para unirse al griterio pero, con los punos apretados a los lados, deseo con todas sus fuerzas que su hombre ganara, a pesar de la aversion que sentia por aquel tipo de lucha.

El mirmillon se hizo a un lado rapidamente y comprobo las reacciones del otro hombre para ver si el anterior movimiento habia sido una casualidad. Pero al cabo de un instante las puntas del tridente volvian a estar alineadas con su garganta. La multitud aplaudio en senal de apreciacion. Despues de todo, aquello tenia todos los ingredientes de una buena pelea.

De pronto el reciario hizo una finta a la que su oponente correspondio con un equilibrado salto hacia atras, y la muchedumbre volvio a gritar entusiasmada.

– ?Buen movimiento! -Macro se dio un punetazo en la palma de la otra mano-. Si nos hubiesemos enfrentado a mas combates como este, seriamos nosotros los que estariamos luchando ahi fuera. Esos dos son buenos, muy buenos.

– Si, senor. -respondio Cato con tension y los ojos fijos en los dos luchadores que en aquellos momentos daban vueltas uno alrededor del otro sobre la hierba manchada de sangre. El sol caia de lleno sobre el espectaculo. Los pajaros que cantaban en los robles que rodeaban la hondonada parecian estar totalmente fuera de lugar. Por un instante Cato se sintio impresionado por el contraste entre los soldados enloquecidos por la lucha que animaban a otros hombres matarse entre ellos y la placida armonia de la vasta naturaleza. Cuando vivia en Roma siempre habia estado en contra de los espectaculos de gladiadores, pero era imposible expresar ese desagrado estando en compania de soldados que vivian segun un codigo de sangre, batalla y disciplina.

Se oyo un sonido metalico y hubo un frenetico intercambio de ruidosos golpes. Sin haber obtenido ventaja, ambos luchadores reanudaron el movimiento circular. Los gritos de los legionarios que miraban pusieron de manifiesto un clima de descontento cada vez mayor y el portaestandarte hizo una senal a los que llevaban los hierros candentes para que se situaran detras de los gladiadores, unas barras negras con las puntas al rojo vivo que oscilaban al surcar el aire. Por encima del hombro del mirmillon, el reciario vio el peligro que se aproximaba y se lanzo en furioso ataque golpeando la espada del hombre mas bajo para tratar de quitarle el arma de la mano de un golpe. Para salvar la vida el mirmillon paro la embestida utilizando tanto la espada como el escudo y se vio obligado a retroceder hacia uno de los lados de la arena, directo a los hierros candentes.

– ?Venga! -grito Cato al tiempo que agitaba el puno, llevado por la excitacion-. ?Ya es tuyo!

Un chillido desgarrador atraveso el aire cuando el hierro al rojo entro en contacto con la espalda del mirmillon, el cual retrocedio instintivamente y fue directo a las puntas de presa del tridente. Dio un alarido cuando una de las puntas le penetro el muslo, cerca de la cadera, y volvio a salir junto con un gran chorro de sangre que le bajo por la pierna y goteo sobre la hierba. Con un movimiento rapido el mirmillon se echo a un lado para alejarse del hierro candente e intento distanciarse un poco de las terribles puntas del tridente. Los que habian apostado por el le gritaban su apoyo mientras deseaban con todas sus fuerzas que acortara las distancias y arremetiera contra el reciario mientras aun pudiera.

Cato vio que el reciario sonreia, consciente de que el tiempo estaba de su lado. Solo tenia que mantener a distancia a su oponente el tiempo suficiente para que la perdida de sangre lo debilitara. Luego solo tenia que acercarse para matarlo. Pero la multitud no estaba de humor para esperar y prorrumpio en un enojado abucheo cuando el reciario se alejo de su sangrante enemigo.,. Volvieron a alzarse los hierros candentes. Aquella vez el mirmillon trato de conseguir ventaja a sabiendas de que le quedaba muy poco tiempo para poder actuar con eficacia. Se abalanzo sobre el reciario con una lluvia de golpes dados con la punta de su arma y obligo al britano a retroceder. Pero el reciario no iba a caer en la misma trampa. Deslizo la mano por el mango de su arma, la blandio de pronto contra las piernas del mirmillon y corrio hacia un lado, lejos de los hierros. El hombre mas bajo dio un salto torpe, perdio el equilibrio y se cayo.

De vez en cuando resonaban una serie de embestidas y rechazos y Cato se dio cuenta de que el mirmillon se tambaleaba y sus pasos se volvian cada vez mas inseguros al tiempo que la vida abandonaba su cuerpo. Fue repelido otro ataque del reciario, pero por los pelos. Entonces las fuerzas del mirmillon parecieron agotarse y cayo lentamente de rodillas con la espada temblorosa en la mano.

Macro se puso en pie de un salto. -?Levantate! ?Levantate antes de que te destripe! El resto de los espectadores se alzaron de sus asientos intuyendo que se acercaba el final de la lucha y muchos de ellos exhortaban desesperadamente al mirmillon a que se pusiera en pie.

El reciario arremetio con su arma y atrapo la espada entre sus puntas. Un giro rapido y la hoja salio despedida de la mano del mirmillon, dando vueltas en el aire hasta caer a varios metros de distancia. Dandose cuenta de que todo estaba perdido, el mirmillon se dejo caer de espaldas y aguardo un rapido final. El reciario lanzo su grito de guerra y subio la mano por el mango de su arma mientras avanzaba para cernirse sobre su oponente y asestarle el ultimo golpe. Coloco una pierna a cada lado del mirmillon, que sangraba abundantemente, y levanto su tridente. De pronto, el escudo del mirmillon se alzo con salvaje desesperacion y golpeo al hombre mas alto en la entrepierna.

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