copa. -?Ah, si? ?Iremos? -Si. Iremos. Cato movio ligeramente la cabeza en senal de asentimiento y su centurion se dio cuenta de que tendria que ofrecerle algo mas como incentivo. Muy bien, habia algo que podia probar. No es que le hiciera mucha gracia correr el riesgo de presentarle a su optio al ultimo objeto de su interes romantico.
– Hay una chica a la que quiero que conozcas. Me la encontre en el mercado el otro dia. Va a venir con nosotros esta noche. Es muy divertida y creo que te vas a llevar muy bien con ella.
– Es usted muy amable, senor. Pero no querria estorbar.
– ?Tonterias! Ven con nosotros y te pones como una cuba. Confia en mi, te ira bien.
Por un momento Cato penso en rechazar la oferta. Todavia no sentia que pudiera disfrutar otra vez de la vida, tenia demasiadas cicatrices emocionales para poder hacerlo. Entonces miro a su centurion a los ojos. En ellos vio expresada una genuina preocupacion por su bienestar y se sintio impulsado a dejar de lado su dolor autocompasivo. De acuerdo entonces. Por Macro, aquella noche iba a pillar una terrible curda. Iba a ponerse lo bastante borracho como para olvidarse de todo.
– Gracias, senor. Tomare con gusto una copa. -?Buen chico! -Macro le dio una palmada en la espalda. -Y digame, senor, ?quien es esa amiga suya? -Es de una tribu de la costa este. Ahora mismo se aloja con unos parientes lejanos. Es un poco impulsiva, pero posee una belleza de aquellas que hacen parar en seco a un hombre.
– ?Como se llama? -Boadicea.
NOTA HISTORICA
La cronica mas importante sobre la Invasion Claudia que hemos heredado de los tiempos del Imperio son unas ochocientas palabras escasas redactadas por Casio Dio. Puesto que la escribio mas de cien anos despues de los hechos que describe, Casio dependia de otras fuentes. Quien sabe lo precisas y detalladas que podrian haber sido esas fuentes, y resulta irritante que la seccion de los Anales de Tacito relativa a la invasion se haya perdido. Sin embargo, la perdida del historiador es la ganancia del novelista. Yo he creado mis relatos de Cato, Macro y Vespasiano manteniendome lo mas fiel posible a la cronica de Casio e incorporando tantas pruebas arqueologicas como fuera posible. Dicho esto, seria estupendo leer algun dia sobre el descubrimiento de unos pocos huesos de elefante en lo mas profundo de Essex…
A pesar de la parvedad del relato de Dio, no hay duda de que el exito de la invasion no fue ni mucho menos un resultado que se hubiera previsto. El ataque al otro lado del Medway fue algo fuera de lo normal, puesto que la batalla duro dos dias, lo cual da testimonio de la ferocidad con que los britanos resistieron el avance de las aguilas. Las razones para la ultima parada en la otra orilla del Tamesis son motivo de disputa entre los historiadores. Algunos aducen que los britanos eran una fuerza en decadencia tras su fracaso al defender los rios y evitar que el enemigo los cruzara, y que aquel alto en el avance se produjo para permitirle a Claudio dirigir el asalto a Camuloduno en persona. Otros han argumentado que las tropas de Plautio realmente necesitaban refuerzos tras haber sido duramente castigadas por los nativos. Dada la precaria situacion politica del emperador, yo me inclino por la primera interpretacion.
He tratado de no complicar la politica tribal de los britanos para no hacer mas lento el ritmo de la historia. En la epoca de la invasion romana del ano 43 d. C., la isla estaba dividida en grupos de aliados inestables, y la mayoria de las tribus veian las arrolladoras victorias de los catuvelanios con creciente temor. Despues de haber dominado a los trinovantes y de haber convertido la rica ciudad de Camuloduno en su capital, los catuvelanios estaban haciendo grandes avances al sur del Tamesis. Cuando llegaron los romanos, a los catuvelanios les fue muy dificil reclutar a sus antiguos enemigos tribales para que formaran parte de las fuerzas de oposicion a Roma. Como iban a ganar muy poco con la victoria de cualquiera de los dos bandos, muchas de las tribus retrasaron su incorporacion a una alianza hasta que no estuvo claro quien iba a ser el vencedor.
Carataco ha sido vencido de nuevo y la capital de los nativos ha caido en manos de Roma. Pero la conquista de la isla esta lejos de haber terminado. El caudillo britano sigue en libertad, incitando a las orgullosas tribus guerreras de la isla a que se resistan a los invasores. En ningun lugar la oposicion es tan resuelta como en los territorios de las tribus del sudoeste, que, desde los refugios de sus enormes poblados fortificados, esperan con desden a que los romanos lo hagan lo peor posible.
Cato y Macro solo disponen de un breve respiro antes de que Vespasiano los conduzca de nuevo, junto a los soldados de la maltrecha segunda legion, hacia las formidables fortalezas de los britanos y hacia un nuevo y mortifero enemigo.