Pierce hizo lo que le ordenaban. Al levantar a Renner por el brazo derecho noto que el olor habia impregnado la ropa del hombre.
– ?De que se sonrie? -pregunto Renner.
– Creo que nuestro plan le estropeo la ropa incluso antes que la bala. No pensaba que tuviera que estar tanto rato metido alli dentro con el horno.
– La ropa no importa. Aunque Zeller tenia razon. Da dolor de cabeza.
– Ya lo se.
Renner aparto a Pierce con la mano derecha y camino hasta donde estaba tendido el cuerpo de Wentz. Lo miro en silencio durante un largo rato.
– Ya no parece tan duro, ?no?
– No -dijo Pierce.
– Lo ha hecho bien, Pierce. Muy bien. Buen truco el de las luces.
– Tendre que darle las gracias a mi socio Charlie. Lo de las luces fue idea suya.
Pierce se prometio en silencio no volver a quejarse por los ingenios tecnologicos y eso le recordo como habia tratado a Charlie y como habia sospechado de el. Sabia que tendria que solucionarlo de algun modo.
– Hablando de socios, mi companero se va a cagar en todo cuando descubra lo que se ha perdido -dijo Renner-. Y supongo que a mi se me va a caer el pelo por hacer esto solo.
Se sento en el borde de una de las mesas y miro con tristeza los cadaveres. Pierce se dio cuenta de que probablemente el detective habia arruinado su carrera.
– Mire -dijo-, nadie podia imaginarse todo esto. Si necesita que haga o diga algo, hagamelo saber.
– Si, gracias. Lo que podria necesitar es un trabajo.
– Bueno, pues ya lo tiene.
Renner camino desde el escritorio y se sento en una silla. Tenia el rostro desencajado por el dolor. Pierce lamento no poder hacer nada.
– Oiga, deje de moverse, deje de hablar y espere a la ambulancia.
Pero Renner no le hizo caso.
– ?Sabe eso de lo que estaba hablando Zeller, de cuando era un chico y encontro a su hermana pero no se lo dijo a nadie?
Pierce asintio.
– No se fustigue mas con eso. La gente toma sus propias decisiones. Decide que camino seguir. ?Entiende?
Pierce asintio otra vez.
– Vale.
La puerta de la trampa se abrio de nuevo de manera audible, haciendo saltar a Pierce, pero no a Renner. Gonsalves entro en el laboratorio.
– Estan en camino. Todos. La ambulancia llegara en cinco minutos.
Renner asintio y miro a Pierce.
– Aguantare.
– Me alegro.
Pierce volvio a mirar a Gonsalves.
– ?Ha llamado a Vernon?
– Esta en camino.
– Muy bien. Esperelos a todos arriba y hagalos bajar.
Despues de que el vigilante se hubo marchado, Pierce penso en como iba a reaccionar Clyde Vernon por lo que habia ocurrido en el laboratorio de cuya proteccion era responsable. Sabia que el ex agente del FBI iba a subirse por las paredes. Tendria que aguantarse. Los dos tendrian que hacerlo.
Pierce se acerco al escritorio donde estaba extendido el cuerpo de Cody Zeller. Miro al hombre que habia sido su amigo durante tantos anos y al que sin embargo no habia conocido en absoluto. Le invadio un sentimiento de profunda pena. Se pregunto cuando se habia desviado del camino. ?Habia sido en Palo Alto, cuando ambos tomaron decisiones respecto a su futuro? ?O mas recientemente? Habia dicho que el motivo era el dinero, pero Pierce no estaba seguro de que la razon fuera tan completa y definible. Sabia que habia algo sobre lo que tendria que pensar, algo que deberia considerar durante largo tiempo.
Se volvio y miro a Renner, quien daba la impresion de que se estaba debilitando. Estaba inclinado hacia adelante, encorvado sobre si mismo. Tenia la cara muy palida.
– ?Esta bien? Quiza deberia tumbarse en el suelo.
El detective no hizo caso de la pregunta ni de la sugerencia. Su cabeza seguia trabajando en el caso.
– Supongo que la lastima es que todos estan muertos -dijo-. Ahora puede que nunca encontremos a Lilly Quinlan. Su cadaver, me refiero.
Pierce se le acerco y se apoyo en su escritorio.
– Bueno, hay varias cosas que no le he contado antes.
Renner le sostuvo la mirada un momento.
– Lo suponia. Sueltelo.
– Se donde esta el cadaver.
Renner lo miro unos segundos antes de asentir.
– Tendria que haberlo imaginado. ?Desde cuando?
– No hace mucho. Desde hoy. No podia decirselo hasta que estuviera seguro de que iba a ayudarme.
Renner sacudio la cabeza, enfadado.
– Sera mejor que valga la pena. Empiece hablar.
40
Pierce estaba sentado en su despacho de la tercera planta, esperando para enfrentarse otra vez con los detectives. Eran las seis y media de la manana del viernes. Los investigadores de la oficina del forense seguian en el laboratorio. Los detectives estaban esperando la senal para bajar y aprovechaban el tiempo interrogandole sobre los detalles segundo a segundo de lo que habia ocurrido en el sotano del edificio.
Despues de una hora, Pierce dijo que necesitaba un descanso. Se retiro de la sala de juntas, donde se desarrollaban las entrevistas, a su despacho. No llevaba a solas ni cinco minutos cuando Charlie Condon asomo la cabeza por la puerta. Lo habia despertado Clyde Vernon, a quien por supuesto habia despertado Rudolpho Gonsalves.
– Henry, ?puedo pasar?
– Claro. Cierra la puerta.
Condon entro y lo miro con un ligero temblor en la cara.
– ?Guau!
– Si, eso es.
– ?Alguien te ha dicho lo que pasa con Goddard?
– En realidad no. Querian saber donde se alojaban el y Bechy, y se lo he dicho. Creo que iban a ir a detenerlos por complices o algo asi.
– ?Todavia no sabes para quien trabajaban?
– No. Cody no lo dijo. Para uno de sus clientes, supongo. Lo descubriran. O por Goddard o cuando lleguen a casa de Zeller.
Condon se sento en el sofa, al lado del escritorio de Pierce. No llevaba sus habituales traje y corbata y Pierce se dio cuenta de que parecia mucho mas joven con ropa informal.
– Hemos de empezar de nuevo -dijo Pierce-. Hay que encontrar un nuevo inversor.
Condon lo miro incredulo.
– ?Estas de broma? ?Despues de esto? ?Quien iba a…?
– Seguimos en el negocio, Charlie. Lo importante sigue siendo la ciencia, la patente. Habra inversores que lo saben. Tienes que ir a por ellos y hacer de Ajab. Encuentra otra ballena.