– Es mas facil decirlo que hacerlo.

– En este mundo todo es mas facil de decir que de hacer. Lo que me ha ocurrido anoche y esta ultima semana es mas facil de decir que de hacer. Pero esta hecho. Lo he superado y eso me da mas fuerza que nunca.

Condon asintio.

– Ahora nadie nos detendra -dijo.

– Eso es. Hoy vamos a tener una tormenta de fuego con los medios, y probablemente seguira durante las proximas semanas. Pero hemos de buscar la manera de volverlo en nuestro favor, de atraer inversores y no asustarlos. No estoy hablando de los diarios. Estoy hablando de las revistas cientificas, de la industria.

– Me pondre a ello, pero ?sabes donde estamos completamente jodidos?

– ?Donde?

– Con Nicki. Ella era nuestra portavoz. La necesitamos. Conoce a esa gente, a los periodistas. ?Quien va a manejar a los medios en esto? Estaran encima durante los proximos dias, al menos, o hasta que los aparte la siguiente gran noticia.

Pierce considero un momento lo que acababa de decirle Condon. Miro al cartel enmarcado que mostraba al submarino Proteus moviendose por un mar de diferentes colores. El mar humano.

– Llamala y vuelve a contratarla. Puede quedarse la indemnizacion. Lo unico que ha de hacer es volver.

Condon hizo una pausa antes de responder.

– Henry, ? como va a funcionar con vosotros dos? No creo que lo considere.

Pierce de repente se sintio entusiasmado con la idea. Le diria que la relacion seria estrictamente profesional, que no tendrian ningun contacto extralaboral. Entonces le mostraria cuanto habia cambiado.

Penso en el libro de caracteres chinos que habia dejado abierto en la mesita del cafe. Perdon. Lograria que funcionara. Se la ganaria de nuevo y no cometeria los mismos errores.

– Si quieres, yo la llamo. He de…

Sono su linea directa y Pierce contesto de inmediato.

– Henry, soy Jacob. Es muy temprano ahi. Pensaba que iba a salirme tu buzon de voz.

– No, he estado aqui toda la noche. ?Lo has presentado?

– Lo he presentado hace veinte minutos. Proteus esta protegido. Estas protegido, Henry.

– Gracias, Jacob. Me alegro de que viajaras anoche.

– ?Va todo bien alli?

– Todo salvo que perdimos a Goddard.

– Oh, Dios, ?que ha pasado?

– Es una larga historia. ?Cuando vuelves?

– Voy a ir a visitar a mi hermano y a su familia en Owings, en el sur de Maryland. Volare el domingo.

– ?Tienen cable en Owings?

– Si, estoy casi seguro de que si.

– Mira la CNN. Tengo la sensacion de que vamos a armarla.

– ?Ha…?

– Jacob, ahora estoy ocupado. He de irme. Ve a ver a tu hermano y duerme un poco. Aborrezco los vuelos nocturnos.

Kaz estuvo de acuerdo y ambos colgaron. Pierce miro a Condon.

– Estamos en juego. Ha presentado el paquete.

El rostro de Condon se encendio.

– ?Que?

– Envie a Kaz anoche. Ahora no pueden tocarnos, Charlie.

Condon penso en esto unos segundos y luego asintio.

– ?Por que no me dijiste que ibas a enviarlo?

Pierce se limito a mirarlo. Vio en el rostro de Condon que finalmente comprendia que Pierce no habia confiado en el.

– No lo se, Charlie. No podia hablar con nadie hasta que lo supiera.

Condon asintio, pero el dolor permanecia en su rostro.

– Tiene que ser duro vivir con esa sospecha. Tiene que ser duro estar tan solo.

Esta vez era el turno de Pierce de limitarse a asentir. Condon dijo que iba a buscar cafe y lo dejo solo en el despacho.

Pierce no se movio durante unos minutos. Penso en Condon y en lo que este habia dicho. Sabia que las palabras de su socio eran cortantes pero ciertas. Sabia que era el momento de cambiar todo eso.

Todavia era temprano, pero Pierce no queria esperar mas. Cogio el telefono y marco el numero de la casa de Amalfi Drive.

Agradecimientos

No podria haber escrito este libro sin la ayuda del doctor James Heath, catedratico de quimica en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) y de Carolyn Chriss, investigadora extraordinaria. Aunque esta historia es ficcion, la informacion cientifica que se menciona es real. La carrera para construir el primer ordenador molecular es real. Cualquier error o exageracion no intencionada son unicamente responsabilidad del autor.

Por su ayuda y consejo el autor esta en deuda con Terrill Lee Lankford, Larry Bernard, Jane Davis, Robert Connelly, Paul Connelly, John Houghton, Mary Lavelle, Linda Connelly, Philip Spitzer y Joel Gotler.

Muchas gracias asimismo a Michael Pietsch y Jane Wood por ir mas alla de la llamada del deber como editores de este manuscrito, y tambien a Stephen Lamont por su excelente correccion.

***
Вы читаете Llamada Perdida
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату